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Historia del Arte (Apuntes) ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]()
Cuando las legiones del ejército romano llegaban a una nueva zona, fundaban colonias y planificaban ciudades, unidas y controladas a través de una gigantesca red de calzadas empedradas. Estas calzadas partían desde el kilómetro cero en el Foro de Roma en dirección a las fronteras, cruzando ríos con puentes tan extraordinarios como el puente de Alcántara en Cáceres, en honor al emperador Trajano. Las ciudades de nueva planta se inspiraban en los campamentos romanos y en el trazado reticular de las polis helenísticas. Previamente, se elegía un lugar sano, protegido de nieblas y vientos. A continuación se delimitaban (marcaban) las dos calles principales, mayores: el cardo y el decumanus, que se cruzaban perpendicularmente en un espacio público: el foro. Los extremos de estas dos vías principales se orientaban hacia los puntos cardinales, colocándose puertas de acceso a la ciudad en las murallas. El espacio quedaba dividido en manzanas regulares para las viviendas, al cortarse las dos calles con otras secundarias. En el subsuelo, un sistema de cloacas canalizaba las aguas residuales hasta el exterior de la ciudad, a vertederos en los campos o ríos cercanos. En las afueras se situaron las necrópolis (cementerios), donde existían diferentes tipos de tumbas, las más conocidas, los columbarios, con nichos para colocar las cenizas.
Los arquitectos, ingenieros y urbanistas utilizaron nuevos materiales como el hormigón o el ladrillo, que permitían levantar muros gruesos, y un sistema constructivo abovedado con arcos de medio punto, bóvedas y cúpulas. Los edificios de mayor importancia se revestían con placas de mármol. Los edificios seguían una composición axial, simétrica, y presentaban ábsides en las cabeceras, así como nichos en el interior. Las fachadas eran articuladas, superponiendo los órdenes clásicos en altura, empleando el dórico en la planta baja, por ser más robusto, y el jónico y el corintio en los pisos superiores. Los romanos se decantaron por el orden corintio y una combinación de jónico y corintio: el orden compuesto. Las ciudades se enriquecieron con edificios civiles y de ocio que cumplían diversas funciones.
El foro era el centro de la ciudad, una espaciosa plaza rectangular rodeada de pórticos para tiendas. A la entrada y en el centro erigieron arcos triunfales, columnas honoríficas y estatuas imperiales. En el foro se levantaban edificios de carácter político, comercial y religioso.
Pero el templo más singular es el Panteón de Roma, consagrado a todos los dioses del Imperio. El original fue inaugurado por Agripa en el año 27 a.C. en el Campo de Marte, pero tras varios incendios, fue reconstruido por Adriano un siglo después. De planta circular, en el frente se eleva un pórtico de columnas corintias de granito egipcio, seguido de un gran tambor de hormigón con arcos de ladrillo que soportan el peso de la cúpula o domo a 43 metros de altura, la medida exacta del diámetro de su planta. La luz penetra en el edificio por un óculo situado en la cúspide. En su interior, nichos y exedras albergaban las imágenes de los dioses y, actualmente, las tumbas de célebres italianos como Rafael Sanzio.
Los arquitectos romanos crearon distintos tipos de edificios para el ocio cuya forma y características dependían de los espectáculos que albergaban o funciones que tenían.
Las diferencias sociales eran más patentes en las viviendas.
La escultura romana Los romanos realizaron esculturas de distintos materiales, sobre todo bronce y mármol, para representar dioses, difuntos y gobernantes, y celebrar sus hazañas. La escultura romana está influenciada por la griega, helenística y clásica durante el imperio de Augusto. Pero pronto adquirió un carácter narrativo, descriptivo, y los retratos, expresivo.
El origen del retrato romano se remonta a la tradición funeraria de las imagines maiorum, las mascarillas o efigies de los antepasados, y el retrato griego del periodo helenístico. Las familias patricias conservaban el rostro de sus antepasados en una mascarilla de cera que se obtenía directamente del cadáver. Estas mascarillas se guardaban en un armario en el atrium y se sacaban en procesión en el cortejo durante los funerales de algún miembro de la familia, portándolas personas que se asemejaban físicamente, como puede observarse en la Estatua Barberini. Con ello, mostraban la importancia de su gens. Pronto, estas mascarillas se vaciaban en bronce o se tallaban en mármol para atender las demandas de los nuevos matrimonios que deseaban llevar a sus antepasados al hogar. Los vivos también desearon retratarse, y así nació el retrato naturalista, fiel a la realidad, a los defectos físicos y a todas las edades. En el año 27 a.C., la República da paso al Imperio, y Octavio Augusto manifiesta su poder a través del retrato. Sus facciones se idealizan y la imagen del emperador se convierte en un instrumento de propaganda política. Se realizan estatuas-retrato en las que el emperador aparece como jefe militar, sumo sacerdote, ciudadano togado o héroe mitológico. Posteriormente, para ahorrar dinero y tiempo, se conservó el cuerpo y se fueron desmontando las cabezas, según iban ocupando el poder los emperadores. El retrato de Prima Porta representa al emperador vestido con traje militar de gala y arengando a las tropas, y en él vemos las características de las esculturas clásicas como Doríforo de Policleto. La pieza que se conserva hoy en día en una copia en mármol del original en bronce, que debió realizarse sobre el año 19 a.C. La copia, actualmente en el Museo Vaticano, es un encargo realizado por Livia, su esposa, cuando enviudó, y el escultor lo representa descalzo, como un dios, y con Cupido acariciándole las piernas. El nombre de Prima Porta se debe a la villa en la que se encontró la escultura, lugar de retiro de Livia. La coraza de Augusto muestra, en relieve y a través de alegorías, la rendición de la Galia e Hispania ante el Imperio, y el nacimiento de la era de prosperidad de la Paz de Augusto. El retrato de Via Labicana lo muestra como pontifex maximus, cargo que aceptó en el año 12 a.C., y a pesar de haber cumplido los cincuenta años, el emperador muestra un rostro juvenil, idealizado en un prototipo de belleza. Con la cabeza cubierta, se presenta al pueblo como un intermediario entre lo divino y sus súbditos, piadoso y preocupado por el bienestar espiritual del Imperio. Pero la idealización se fue alternando con periodos de naturalismo. Los emperadores de la dinastía Julio-Claudia mantuvieron la idealización, los Flavios tendieron al naturalismo, como en época de Trajano, sin embargo se volvió a la influencia clásica con Adriano, los Antoninos y los Severos. Se percibe una evolución temática y técnica en las vestimentas, la moda del peinado femenino, el uso de la barba, el contraste de texturas entre el cabello rizado y la piel (gracias a la técnica del trépano), y la incisión (perforación) de la pupila y el iris, que otorgaban profundidad a la mirada. En los retratos de medio cuerpo el busto va creciendo, desde las clavículas, hasta los hombros, los pectorales y parte de los brazos, y finalmente, el tórax completo. Otro tipo de retrato fue el ecuestre, destacando el de Marco Aurelio, en el Capitolio (Roma), fundido en bronce en el año 166, que inspiró las estatuas de los condotieros durante el Renacimiento.
El relieve en el arte romano cumple una función propagandística, narrativa y ornamental. Los romanos dedicaban a los emperadores victoriosos altares, arcos triunfales y columnas honoríficas decorados con relieves conmemorativos que mostraban las hazañas del pueblo romano para ejemplo de las generaciones futuras. El altar más célebre fue el Ara Pacis de Augusto, iniciado en el año 13 a.C. e inaugurado el año 9 a.C. Es un altar consagrado a la diosa de la Paz, en el Campo de Marte, en agradecimiento por la victoria sobre la Galia e Hispania. La función del monumento era sacrificar en su interior un carnero y dos bueyes al año. Al altar se accede por dos puertas: la anterior, con escaleras, para el sacerdote; y la posterior para los animales. Los relieves que decoran las paredes representan bucráneos (cráneos de bueyes) y guirnaldas (ramas, hojas y frutos) en el interior. Fuera, un zócalo con roleos de acanto (ramas de la planta de acanto formando espirales), cuatro alegorías, entre las que destaca la Alegoría de la Tierra; y dos frisos que muestran el desfile anual de los senadores y la familia imperial que acude al sacrificio. En cabeza del desfile aparece Augusto, seguido de familiares y los representantes del Estado: senadores, magistrados y sacerdotes, todos retratados con toga por artistas griegos. Es un desfile ordenado que se diferencia del desorden del friso de las Panateneas en el Partenón. Se aprecia la profundidad gracias al cambio del medio al bajo relieve en los personajes que aparecen detrás. La forma habitual de recibir al César y a las legiones, fue levantar un arco a la entrada del foro, bajo el cual pasaban los héroes de Roma. Los arcos de triunfo son monumentos arquitectónicos que presentan elementos clásicos: podios, columnas adosadas, cornisas, frisos e inscripciones y relieves que enmarcaban los vanos (arcos de medio punto). Por sus relieves históricos destacan los arcos de Tito, Septimio Severo y Constantino. El Arco de Tito tiene un solo vano y en el interior se desarrollan dos escenas de la victoria romana sobre la rebelión en Judea: Roma conduciendo la cuadriga del emperador, coronado de laurel por la Victoria; y el desfile de las tropas romanas que llevan a hombros el tesoro del Templo de Jerusalén: el candelabro de siete brazos, la mesa de los panes y las trompetas con las que los hebreos llamaban a la guerra. Los relieves presentan las escenas con un carácter pictórico e ilusionista (para crear sensación de espacio y movimiento) que también se observa en el Arco de Septimio Severo, pero en éste el tema es la conquista de los pueblos mesopotámicos, partos (Irán) y árabes. Se presentan en frisos con gran cantidad de pequeñas figuras en movimiento el arco consta de tres vanos que lo diferencian del de Tito. El Arco de Constantino también consta de tres vanos y podemos identificarlo por los medallones (relieves enmarcados en circunferencias) que pertenecieron a otros monumentos. El Arco se ubica cerca del Anfiteatro Flavio y narra la victoria de Constantino sobre Majencio en el Puente Milvio, batalla en la que el emperador se convirtió al cristianismo. Las columnas honoríficas tenían la función de glorificar al emperador en el foro. Son de gran tamaño y se caracterizan por estar encintadas en espiral: una cinta labrada en la piedra que rodea el fuste en espiral, de modo que el espacio queda fragmentado y permite tallar ciclos narrativos continuos. La columna de Trajano, el emperador nacido en Itálica, fue diseñada por Apolodoro de Damasco en el año 113 a.C. para conmemorar la victoria sobre los dacios en Rumania. Consta de 155 escenas con 2500 figuras entre las cuales, Trajano aparece representado cincuenta veces, rodeado por su ejército y arengando a las tropas u ofreciendo sacrificios a los dioses. La columna de Marco Aurelio no muestra ninguna novedad al estilo y la técnica. Narra las guerras marcomanas (Marco Aurelio contra los pueblos bárbaros) en la Europa del Este. Originalmente estaba coronada por esculturas del emperador y su esposa, pero en la actualidad se erige una imagen de San Pablo. Arco de Constantino Arco de Septimio Severo ![]() ![]() Medallones Relieves en friso |
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