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MONTPENSIER Resulta muy difícil condensar en el breve espacio de un artículo periodístico algo tan importante como es la Historia de la Familia Orleans. Pero solo voy a narrar aspectos ecuestres relacionados con esta notable familia. El pasado fin de semana en un día y su noche pude admirar dos muestras del exquisito gusto de esta familia referido al mundo ecuestre. En todo lo demás, palacios, decoración, cultura, influencia social etc. es sobradamente conocido su refinamiento. El sábado 14 de Junio, en la romántica y severa ciudad de Ronda, tuvimos una reunión de las cinco Maestranzas existentes en España: Sevilla, Ronda, Granada, Zaragoza y Valencia. Presidieron los actos en representación se S M El Rey, el Infante Don Carlos de Borbón-DosSicilias y Doña Ana su esposa, Duques de Calabria. Ambos de la familia Orleans. Pues bien, después de una hermosa Misa en la Colegiata de Santa María la Mayor y de una Junta General en la magnifica Biblioteca Auditorio de la Real Maestranza de Ronda, giramos una visita al Museo de esta antigua Corporación. Además de objetos y obras diversas del mundo taurino, hay una sala dedicada a guarniciones y monturas procedentes de un legado del Duque de Montpensier al Marques de Salvatierra. Se trata de unas guarniciones, monturas, uniformes de cocheros, fustas, botas, objetos de limpieza de estas piezas. Unas autenticas joyas. Transcribo una leyenda que preside las vitrinas donde se exponen estos objetos: “La Real Guarnicionería de la Casa de Orleans pertenecía a Don Antonio María de Orleans, Duque de Montpensier y se conservaba en el guadarnés de su Palacio de Sanlucar de Barrameda, Cádiz. Incluye las ricas piezas que heredó de su padre, el Rey Luis Felipe de Francia, entre las que se cuentan el arnés de ceremonia que utilizaba en las recepciones reales en el Palacio de Versalles, o las monturas de gala atribuidas a la Guardia Mameluca, procedentes de las campañas Napoleónicas. La colección se incrementó con las aportaciones del propio Duque de Montpensier, con los regalos que le hiciera el Sultan de Marruecos, sus guarniciones de uso diario o la montura de la Reina Isabel II de España (cuñada del Duque)” Es interesante comentar que las vitrinas del Museo Rondeño hay unas guarniciones caleseras completas para una media potencia. Fue el Duque de Montpensier el que las puso de moda y las elevó de categoría, así como los enganches de mulas, muy populares en Andalucía. Incluso los llevó a sus veraneos en San Sebastian. El inolvidable caballero Andaluz, soberbio jinete y erudito escritor, Don Luis Ramos Paúl Dávila, en un pregón de Feria que pronunció en el Real Club de Enganches de Andalucía, Sevilla, comentó que la elegancia y la distinción en los enganches en Andalucía se le deben a las costumbres y la educación refinada de los Montpensier. Aquel mismo día, por la noche asistí a una Cena de Gala organizada por la Hermandad del Rocío de Triana en otro lugar vestigio de la Casa Orleans: la Casa Palacio de Villamanrique, donde han habitado hasta su muerte SS. AA. II. RR. Don Pedro de Orleans y Bragança, aspirante al Trono Imperial del Brasil y su esposa Doña Esperanza de Borbón, hermana de la SAR La Condesa de Barcelona, por tanto tía de S M El Rey Don Juan Carlos. Esta elegante y afrancesada casona está huérfana de alma desde que faltan Don Pedro y Doña Esperanza que tantos años la habitaron. Mi anfitrión fue el ilustrísimo Señor Conde de Miraflores de los Ángeles, Ignacio Sánchez de Ibargüen Benjumea, Hermano Mayor Perpetuo Honorario de la Hermandad del Rocío de Triana y administrador de los Infantes por muchos años. Paseamos por los jardines silenciosos embargados por la melancolía de tiempos pasados; sin más sonido que el canto de los autillos y del viento de poniente agitando las hojas de las altas palmeras. El edificio está un poco decadente, lo que le hace si cabe, más sugerente. Nada ha cambiado en siglos. Pero lo que más me gustaron fueron sus cuadras y su guadarnés; casi vacío, con las viejas monturas vaqueras cubiertas de polvo soñando con Rocíos infinitos y paseos por la Dehesa de Gato. Los espíritus de los esplendidos caballos que allí hubo y de los mozos que los cuidaron parecían que iban a resucitar para esperar a sus Augustos dueños el apeadero; cuando comenzó a cantar el Coro de la Hermandad, los sones Rocieros con sabor a cavas y belmontinas, invadieron el silencio de los jardines y las galerías repletas de cuadros de familia con viejas fotografías sepia ¡Cuántas cosas hermosas hay en mi Andalucía! . |