E dad Media. Contexto histórico, social y cultural. El esplendor de Roma se manifestó en el siglo II, pero el siglo III marca el comienzo de la crisis. En la decadencia de Roma se ubica el inicio de la Edad Media. El concepto de Edad media fue establecido por los historiadores del siglo XVII, quienes fijaron su comienzo en la caída del Imperio Romano (476) y su término, en la caída de Constantinopla en poder de los turcos. La periodización medieval: lo que los historiadores denominan Edad Media comprende diez siglos, desde la caída del Imperio Romano de Occidente (476) hasta el comienzo de los tiempos modernos, con el Renacimiento (siglo XV), aunque el giro de la crisis comience en el siglo XIV. En esta larga etapa, a menudo se reconocen tres momentos.
La Temprana Edad Media: desde la crisis del Imperio hasta Carlomagno (siglo V al IX). En el siglo VIII los árabes invaden la Península Ibérica y la dinastía1 carolingia organiza el Imperio. En ese tiempo, se produjo la lenta asimilación de los pueblos germánicos2 por la cultura latina y la separación cada vez más profunda entre Occidente latino y el Oriente griego.
En el plano cultural, la Iglesia cristiana actuó como salvaguarda3 de los restos de la cultura latina: fue un tiempo de supervivencia frente a condiciones políticas y sociales adversas en el que los monasterios, aislados en el campo o la montaña, atesoraron los códices4 con las obras de los autores clásicos (Virgilio, Horacio, Ovidio). La expansión de los árabes a lo largo del siglo VII por el Cercano Oriente y el norte de África provocó un enfrentamiento entre cristiano y musulmanes5 que sólo terminó a principios del siglo XX con la desaparición del Imperio Turco.
A principios del siglo VIII, lo árabes invadieron España y la isla de Sicilia. Cruzaron los montes Pirineos para avanzar sobre toda Europa, pero fueron derrotados en Poitiers por un caudillo franco, Carlos Martel. Uno de los descendientes de este guerrero fue Carlomagno, fundador de un imperio que aseguró las fronteras del Occidentes europeo contra todos los invasores (árabes desde el Sur, vikingos desde el Norte)
La Alta Edad Media: (siglos IX al XIII), considerada como la etapa de conformación y consolidación del paradigma6 medieval, sobre todo por la organización feudal, las Cruzadas, el contacto entre Occidente y Oriente, el surgimiento de las universidades y el origen de la ciudad europea. La Alta Edad Media se inicia con Carlomagno.
Hubo un importante florecimiento de la cultura. Los monjes eruditos7 impulsaron la recuperación de los autores clásicos y el perfeccionamiento del latín como lengua literaria. La educación y la cultura literaria estuvieron a cargo de escuelas monásticas8, situadas en los monasterios, aisladas del mundo en lugares apartados.
Pero estas comunidades aún primitivas, alimentadas por una economía rural de subsistencia, vivían a la defensiva frente a los ataques externos de vikingos y normando. Esta situación perduró hasta el año 1000; luego hubo un cambio, producto del establecimiento de rutas comerciales, una mayor producción de la tierra, un aumento del bienestar de la población y una primera acumulación de riquezas. En esas nuevas condiciones, el Occidente europeo pasó a la ofensiva y atacó al Islam: así se dio inicio a las Cruzadas, expediciones para recuperar Jerusalén y los lugares santos.
Esta Plena Edad Media (siglos XII y XIII), correspondió a una cultura urbana, sostenida en una nueva institución educativa, las escuelas catedralicias (ubicadas junto a la catedral y dirigidas por el obispo, por lo tanto, ya no asiladas en un monasterio cerrado, sino en contacto con todo el mundo en el centro de la ciudad). Allí surgió el movimiento literario de los modernos que seguían a sus modelos admirados (Virgilio y Ovidio) y se consideraban en condiciones de igualarlos en su obra, escrita en latín, pero también traducida a las lenguas romances, es decir las que habían nacido de la combinación del latín vulgar con los idiomas vernáculos9, hablados originalmente en cada región, para dar origen a los modernos italiano, francés, etc.
De este impulso renovador en la cultura y la literatura nació una institución fundamental para Occidente: la universidad. A principios del siglo XIII, algunas de las más afamadas escuelas catedralicias, en París, en Oxford, en Bolonia, se ampliaron hasta convertirse en estudios generales o universalidades, con planes de estudios más ambiciosos y renovados. El recibimiento de la filosofía griega provocó una revolución en el pensamiento occidental.
A esta etapa corresponde el auge del feudalismo en lo político y en lo económico. El feudalismo era un modo de producción basado en la explotación de la tierra mediante contratos personales entre un señor y un vasallo. El señor proveía protección (militar y política), el vasallo proveía alimentos, bienes, servicio militar, consejo político, según fuera su posición en la escala social. Los reyes ocupaban el estrato superior de esta pirámide, pero su poder se disgregó por delegación en los grandes nobles del reino, lo que generó permanentes conflictos entre la monarquía y la aristocracia10.
La Baja Edad Media: a partir del siglo XIV y XV, se produce la crisis de este sistema político y económico. El agotamiento del sistema de explotación de tierra, cuyos medios de producción no estaban en condiciones de satisfacer las necesidades de una población creciente, sumado al largo ciclo de depresión económica agravado por sequías y epidemias generó una crisis política general cuyas consecuencias perduraron hasta fines del siglo XV.
Además, la aparición de una nueva fuente de riqueza, el dinero, que fue desplazando a la propiedad de la tierra, unida al surgimiento de un nuevo grupo social, la burguesía11, que basaba su poder en el dinero, puso en crisis la ideología señorial y caballeresca, y abrió el camino para que los reyes afianzaran su poder y sentaran las bases de los estados nacionales de la Europa moderna. En este clima de inestabilidad política y social, conocida como “el orden feudo-burgués”, tuvo lugar paradójicamente un fenómeno de auge cultural y literario, ya no sostenido por la Iglesia sino por círculos letrados laicos12 reunidos en torno al rey o un gran señor. La literatura en lenguas romances alcanzó su máximo desarrollo y estuvo en condiciones de competir en pie de igualdad con la literatura escrita en latín.

Características de la Edad Media.
Fundamentación teocéntrica de la imagen del mundo: Dios es el centro del mundo.
Auge de la cultura monástica, desarrollada en los conventos, que nucleaba a los clérigos intelectuales letrados, y que poseía un carácter marcadamente religioso.
Primacía de un ideal de trascendencia colectiva, en el que las relaciones sociales se establecían sobre la base del vínculo señor-vasallo.
Modo de transmisión oral de la tradición y de la cultura.
C ristianismo y cultura clásica Los textos de Aristóteles provocaron un fuerte impacto sobre el mundo cristiano y sufrieron los embates de la censura religiosa, especialmente a causa del racionalismo13 griego, que contrastaba notablemente con la fe medieval. Esta situación obligó a los intelectuales de la Iglesia a un profundo proceso de reconsideración del mundo pagano14. A veces debieron conciliar o “acomodar” sus creencias con las del mundo griego; por eso, la reflexión se adaptó a la búsqueda de un pensamiento que unificara fe y razón. La Escolástica15 adaptó las bases racionales de la cultura griega a la tradición de la Iglesia, para que la razón fuera el punto de apoyo de la fe. Santo Tomás de Aquino fue la figura más representativa de la Escolástica. En su obra central, la Suma Teológica, propuso que la razón era el medio principal para alcanzar la verdad y, por lo tanto, el fundamento de la fe. R eligión espiritualidad y arte La fuerza de la religión sobre todas las actividades humanas y el poder temporal y espiritual de la Iglesia hace que las artes, fundamentalmente la arquitectura, la pintura, y la escultura, se consagren en el ámbito de las catedrales y monasterios. Paralelamente, el sistema feudal promueve la construcción de castillos en lugares importantes para la defensa de una región y residencia de autoridades locales.
Los templos se decoran con murales y mosaicos que representan escenas bíblicas, y en los altares y en las puertas abundan las pinturas sobre madera y las tallas.

El rol de la Iglesia en la Edad Media. Uno de los acontecimientos más relevantes de la época medieval es la organización del Papado (gobierno de la Iglesia). En ese período los papas lograron varios cambios destacados, entre los que se cuentan la independencia de la Iglesia de la monarquía, y el intento de los papas de transformarse en autoridades políticas universales, para gobernar igual que los reyes y emperadores.
En la sociedad el clero16 desempeñó un papel primordial frente a la anarquía17 social existente, imponiendo el principio del orden, prestando ayuda a los débiles y conservando los restos de civilización.
En la Edad Media los países cristianos se encontraban divididos en diócesis18, cada una de ellas dirigida por un obispo.
Los obispos, sacerdotes y párrocos vivían entre los fieles, y se les denominaba seculares o seglares19 porque pertenecían a la sociedad. Junto a este clero secular existía otro, cuyos miembros se sometían a un estilo de vida con estrictas reglas que limitaban toda su existencia. Eran los llamados regulares20 o monjes, quienes habitaban los monasterios o abadías21, y cuya agrupación se conocía como orden. La de los benedictinos era la más antigua, y la regla de su fundador —San Benito— sirvió de modelo a los demás fundadores de órdenes22.
Los benedictinos debían cumplir compromisos esenciales (votos), como la obediencia, la pobreza y el trabajo. Su labor intelectual fue bastante destacada, por cuanto diariamente consagraban dos horas a leer y escribir, siendo la base del saber medieval. Los franciscanos predicaron el ideal de pobreza y humildad, mientras que los dominicos se ocuparon principalmente de la enseñanza y el estudio teológico en las universidades.
Pero el aporte de los regulares no se limitó solo al saber intelectual. Su influencia además repercutió en el desarrollo de poblaciones y en la asistencia social, ya que era la Iglesia quien se preocupaba de los pobres, enfermos, viudas e indigentes. En el siglo XII y XIII se fundaron numerosos hospitales o casas de Dios, incluso en los pueblos más pequeños.

La iglesia y la enseñanza
Durante la Edad Media la ausencia de textos escritos determinó el predominio de la enseñanza oral.
La enseñanza durante el Medioevo se dictaba en latín y era gratuita. Estaba exclusivamente en manos del clero, tanto de los sacerdotes en las parroquias como de los monjes en las abadías.
Las escuelas estaban abiertas a todo el mundo y gracias a ello fue que personas de muy baja condición económica pudieron educarse y aprender materias como gramática, retórica23, teología, dialéctica, aritmética, astronomía y música
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L a caballería

| En un contexto marcado por la invasión permanente y el conflicto entre los feudos, el ideal de vida exaltaba el espíritu guerrero. Este marco de heroísmo dio origen a la caballería. El valor de la arrogancia, la fidelidad al señor, la veracidad y el ansia de gloria constituyeron los valores híncales de estos varones nobles. Cuando la Iglesia tomó partido en esta circunstancia, le dio un carácter más servicial: la defensa de los débiles, indefensos y ancianos; la obediencia a los superiores; la cortesía, el enaltecimiento de la mujer y el altruismo24. Así, el heroísmo quedaba asociado a la fe. El caballero seguía una estricta educación que comenzaba con el tributo a una dama y que continuaba con la preparación para la guerra: la conducción del caballo, el ajedrez (aprendía con esto tácticas de guerra) y las habilidades musicales. Al finalizar llegaba la investidura, una ceremonia de gran solemnidad en la que se lo nombraba caballero
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Literatura medieval
Toda obra literaria se originaba en la oralidad o en la manuscritura, es decir, que la actividad literaria dependía de la voz y de la mano. Si, además, se tiene en cuenta que la gran mayoría de la población era analfabeta, se comprenderá la enorme importancia de la difusión oral. Casi toda la literatura medieval fue compuesta para ser escuchada, ya fuera mediante la recitación o la lectura en voz alta.

La composición de las obras. El hecho de saber que la obra literaria que se compone no va a ser leída sino que va a ser escuchada, forzosamente afecta el modo de componerla: la expresión será más enfática, se apelará a diversos tipos de repeticiones, en fin, se usarán todos los recursos para dejar una impresión fuerte en la imaginación de la audiencia y para asegurar una correcta comprensión del sentido. Por supuesto que el público medieval tenía una memoria auditiva muchísimo más desarrollada, y esta fue una condición fundamental para que el fenómeno literario fuera posible.
A esto habría que agregar que la palabra pronunciada y la palabra escrita no tienen la estabilidad y la exactitud mecánica de la palabra impresa. Cada vez que un poema oral se recitaba, cada vez que una obra escrita se copiaba inevitablemente se producían cambios y variaciones, involuntarios o premeditados. En consecuencia, la obra literaria medieval era muy inestable, estaba en proceso de variación permanente.
Esta inestabilidad no era para todos lo géneros. Si se trataba de transmitir la Biblia o a los autores clásicos de la Antigüedad, escritos en latín, el prestigio y la relevancia de estos modelos provocaba en los copistas un afán por respetarlos minuciosamente y no introducir la menor modificación. En cambio, si se trataba de una obra escrita en lengua vernácula (lengua moderna de raíz latina o germánica, según los países, hablada por cada nación), se la consideraba parte de un patrimonio común en cuya elaboración podían participar todos los que se considerasen dignos de hacerlo.
Una última diferencia tiene que ver con los contenidos y la extensión de lo que entendía por literatura. En el amplio campo del fenómeno literario medieval se encuentra, además de la poesía y de la ficción, núcleo de lo que hoy se entiende por literatura propiamente dicha, otro tipo de obras, tales como bestiarios (sobres animales), lapidarios (tratados sobre las propiedades de las piedras), libros de viajes, crónicas y hasta un género que se podría llamar de autoayuda, con consejos para bien vivir.
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