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T![]() El hombre y el mito Se cumplen 500 años de la muerte de Cristóbal Colón y todavía quedan muchos interrogantes sin resolver sobre su figura. Es casi seguro que Cristóbal Colón no fue el primer extranjero, ni el primer europeo, en pisar tierra americana, pero aun así los libros de historia lo dan como gran descubridor del nuevo mundo. Antes que él llegaron los vikingos, grandes navegantes, capitaneados en el siglo XI por Bjarni Herolfsson y luego por Leif Ericsson. Y se cree que en 1421 la flota del almirante chino Zheng He arribó a estas tierras. Además, existen muchos otros relatos de navegantes de diferentes países que atracaron las costas del hasta entonces desconocido continente. Sin embargo, fue Colón quien trajo consigo todo un proyecto de conquista y los intereses de un imperio ávido por poseer nuevas tierras y riquezas. Curiosamente, él murió el 20 de mayo de 1506, convencido de haber encontrado una nueva ruta a las Indias, China y Japón, pero no un nuevo continente. Han pasado 500 años después de su muerte y los historiadores tratan aún de descubrir muchos interrogantes sobre el gran almirante. Gracias a los avances de la ciencia, se han estado practicando pruebas de ADN a los supuestos restos del navegante. Aunque la historia supone que él nació en Génova, su nacionalidad es aún un misterio. Los patriotismos exaltados han hecho que varios pueblos la reclamen. Los italianos, franceses, portugueses, vascos y catalanes lo han declarado un hijo de sus tierras, pero este aspecto aún no ha logrado ser esclarecido. Otro punto que no ha sido aclarado es en dónde descansan los verdaderos restos del almirante. Existen dos tumbas, una en Sevilla (España) y otra en Santo Domingo (República Dominicana). Él falleció en Valladolid, pero 31 años más tarde sus huesos fueron trasladados a Santo Domingo, con lo que se cumplió su último deseo, descansar por la eternidad en las Indias. Por conflictos políticos, sus restos fueron enviados a La Habana y, finalmente, en 1899, de nuevo a España. Pero años antes de eso en la catedral de Santo Domingo un grupo de obreros encontró una urna cuya inscripción indicaba que allí descansaba el descubridor. Los resultados del estudio de la Universidad de Granada, que determinará cuáles son los huesos del cuerpo de Colón, se darán a conocer los próximos días Lo cierto es que este hombre fue uno de los más importantes navegantes de la historia. Aunque su hijo Fernando quiso exacerbar la imagen de su padre después de su muerte, diciendo que era un hombre muy educado y que asistió a la Universidad de Pavía, lo más probable es que su conocimiento fuera un resultado de la experiencia. Desde muy joven, Colón se dedicó a navegar y algunos aseguran que durante años se desempeñó como corsario. Viajó todas las rutas conocidas de su época. Pero, ansioso de aventura, comenzó a gestar el proyecto de encontrar una nueva ruta al Asia. El último deseo de Colón era ser enterrado en las Indias. Por esto sus restos fueron llevados a Santo Domingo en 1537. Pero luego fueron devueltos a Sevilla en 1899. Hoy día se mantienen ambas tumbas y no se sabe cuál tiene los verdaderos huesos del descubridor PUBLICIDAD El mito creció de tal manera, que no es raro que se diga que su motivación principal era también demostrar la redondez de la Tierra. Nada más alejado de la realidad, ya que para su época las personas medianamente educadas conocían las teorías de Ptolomeo y ya daban eso como un hecho. Tampoco se cree que fuera invención suya la posibilidad de la nueva ruta. Un hombre llamado Paolo del Pozzo Toscanelli, astrólogo, geógrafo y cartógrafo, había investigado y descrito un viaje como el suyo. Algunos historiadores creen que el sabio italiano y el navegante se llegaron a conocer en persona, otros dicen que Colón leyó sus escritos, pero aseguran que de cualquier manera el genovés conoció sus estudios. Y si se busca más atrás en la historia, se puede descubrir que filósofos antiguos como Aristóteles y Séneca ya hablaban de una ruta similar al Lejano Oriente. Pero, más allá de si fue o no el verdadero creador de la teoría que llevó a su viaje, lo que hizo especial a Colón fue su compromiso por realizarlo. Antes de que los reyes católicos le dieran su apoyo, él le presentó el proyecto al rey Juan II de Portugal, a Carlos VIII de Francia y a Enrique VII de Inglaterra. Todos coincidieron en calificar el viaje como una aventura absurda, y a Colón como un soñador. El rey Fernando de Aragón y su esposa Isabel de Castilla tampoco creyeron en esta empresa en un principio. Es más, era tan poca la fe que llegaron a tenerle, que a la hora de firmar las Capitulaciones de Santa Fe, le prometieron a Colón el gobierno y el virreinato de las tierras que lograra descubrir, el 10 por ciento de las ganancias de la expedición y el título de Almirante en todas las islas y tierras ganadas. Ellos no pensaron que él volvería a Europa sino que, al contrario, se sumaría a los cientos de marineros perdidos en las feroces aguas del gran océano Atlántico. Y aunque su búsqueda era también la de una ruta comercial de oro, especias y otras riquezas, no se puede menospreciar el interés religioso de sus viajes. A diferencia del hombre renacentista que en ocasiones se plantea, "él era un hombre de su época medieval, que juzgaba su mundo a partir de principios religiosos. Él quería emprender una nueva cruzada contra los musulmanes y atacarlos por detrás, por donde no los esperaban", dijo a SEMANA Jaime Borja, medievalista de la Universidad Javeriana. Desde un principio, Colón pisó tierras americanas buscando también convertir a los indígenas, a quienes consideraba, como escribió en sus diarios “seres sin religión”. En sus últimos años, el almirante se enfrentó a muchos problemas con los reyes y perdió los privilegios que había conseguido para su primera travesía. Empezó a vestirse sólo con una túnica franciscana y declaraba que sus viajes tenían un fin misionero -aunque este nunca haya sido el planteamiento original-, que él era un mensajero de Dios y que escuchaba voces divinas. La imagen del descubridor ha sido replanteada en los últimos años. De la misma manera como algunos países latinoamericanos lo honran, los cada vez más fuertes grupos indigenistas ven en él no al hombre que reunió al Viejo y al Nuevo mundo, sino a quien los dominó para acabar con su cultura. Porque a pesar de que los Reyes Católicos desaprobaron su intención de esclavizar a los indígenas, Colón no les hizo caso. Los sometió, torturó y utilizó para buscar oro. El 12 de octubre de 2002, el presidente venezolano Hugo Chávez declaró que el día de la raza, que conmemora el descubrimiento de América, fuera renombrado el día de la resistencia indígena. "No es tanto la imagen de Colón la que se cuestiona, sino el colonialismo como tal. Desde la descolonización de África e Indochina se ve este concepto no como un acto civilizador, como antes, sino como un acto de sometimiento a los pueblos", explicó a SEMANA la historiadora Diana Uribe. A pesar de los cuestionamientos a sus actos, de su sed de poder y riqueza y de la verdadera historia detrás de su persona, es incuestionable su papel dentro de la historia del mundo. Aunque no haya sido el primero en llegar a América, fue quien unió, para bien o para mal, dos mundos. Revista Semana, edición No.1255, mayo de 2006 Responda 1. El propósito del texto es:
2. la palabra esclavizar puede ser reemplazada por:
3. la región de donde provenían los navegantes que llegaron a América antes de Colón:
4. El texto anterior es:
5. escriba falso o verdadero según corresponnda. Argumente su respuesta
6. cuanto se demoró en llegar colón después del chino Zheng he:
7. Se considera a Cristóbal Colón como el descubridor del nuevo mundo, aunque no haya sido el primero en llegar a América porque:
8. Podemos decir que muchas de las acciones que se le atribuyen a colón son un mito porque:
9. colón fue uno del os navegantes más importantes del mundo porque:
10. A Cristóbal Colón se le considera un hombre medieval porque:
COMPETENCIA PROPOSITIVA 11. complete el cuadro de acuerdo con el texto:
12.Teniendo en cuenta la lectura ¿para la época en que murió Colón cual era el género más trabajado desde la literatura por los conquistadores? ¿por qué? 13.¿Cree usted que Colón influyó en la literatura Colombiana de la época? 14. Elabore una crónica teniendo encuenta el recorrido que hace Vasco Núñez de Balboa; teniendo en cuenta el recorrido que hizo para llegar al Pacífico 15. Elabore un cuadro comparativo sobre la literatura precolombina, de la conquista y la colonia, teniendo en cuenta los temas y géneros trabajados durante la época 16. Por medio de un collage exprese de manera sucinta El pasó de la colonia por nuestra nación 17. Elabore un cuadro comparativo entre la literatura del neoclasicismo, romanticismo, y realismo. Teniendo en cuenta el texto leído durante el período:
ME ALQUILO PARA SOÑAR A las nueve de la mañana, mientras desayunábamos en la terraza del Habana Riviera, un tremendo golpe de mar a pleno sol levantó en vilo varios automóviles que pasaban por la avenida del malecón, o que estaban estacionados en la acera, y uno quedó incrustado en un flanco del hotel. Fue como una explosión de dinamita que sembró el pánico en los veinte pisos del edificio y convirtió en polvo el vitral del vestíbulo. Los numerosos turistas que se encontraban en la sala de espera fueron lanzados por los aires junto con los muebles, y algunos quedaron heridos por la granizada de vidrio. Tuvo que ser un maretazo colosal, pues entre la muralla del malecón y el hotel hay una amplia avenida de ida y vuelta, así que la ola saltó por encima de ella y todavía le quedó bastante fuerza para desmigajar el vitral. Los alegres voluntarios cubanos, con la ayuda de los bomberos, recogieron los destrozos en menos de seis horas, clausuraron la puerta del mar y habilitaron otra, y todo volvió a estar en orden. Por la mañana no se había ocupado nadie del automóvil incrustado en el muro, pues se pensaba que era uno de los estacionados en la acera. Pero cuando la grúa lo sacó de la tronera descubrieron el cadáver de una mujer amarrada en el asiento del conductor con el cinturón de seguridad. El golpe fue tan brutal que no le quedó un hueso entero. Tenía el rostro desbaratado, los botines descosidos y la ropa en piltrafas, y un anillo de oro en forma de serpiente con ojos de esmeraldas. La policía estableció que era el ama de llaves de los nuevos embajadores de Portugal. En efecto, había llegado con ellos a La Habana quince días antes, y había salido esa mañana para el mercado manejando un automóvil nuevo. Su nombre no me dijo nada cuando leí la noticia en los periódicos, pero en cambio quedé intrigado por el anillo en forma de serpiente y ojos de esmeraldas. No pude averiguar, sin embargo, en qué dedo lo usaba. Era un dato decisivo, porque temí que fuera una mujer inolvidable cuyo nombre verdadero no supe jamás, que usaba un anillo igual en el índice derecho, lo cual era más insólito aún en aquel tíempo. La había conocido treinta y cuatro años antes en Viena, comiendo salchichas con papas hervidas y bebiendo cerveza de barril en una taberna de estudiantes latinos. Yo había llegado de Roma esa manana, y aún recuerdo mi impresión inmediata por su espléndida pechuga de soprano, sus lánguidas colas de zorros en el cuello del abrigo y aquel anillo egipcio en forma de serpiente. Me pareció que era la única austríaca en el largo mesón de madera, por el castellano primario que hablaba sin respirar con un acento de quincallería. Pero no, había nacido en Colombia y se había ido a Austria entre las dos guerras, casi niña, a estudiar música y canto. En aquel momento andaba por los treinta años mal llevados, pues nunca debió ser bella y había empezado a envejecer antes de tiempo. Pero en cambio era un ser humano encantador. Y también uno de los más temibles. Viena era todavía una antigua ciudad imperial, cuya posición geográfica entre los dos mundos irreconciliables que dejó la Segunda Guerra había acabado de convertirla en un paraíso, del mercado negro y el espionaje mundial. No hubiera podido imaginarme un ámbito más adecuado para aquella compatriota fugitiva que seguía comiendo en la taberna estudiantil de la esquina sólo por fidelidad a su origen, pues tenía recursos de sobra para comprarla de contado con todos sus comensales dentro. Nunca dijo su verdadero nombre, pues siempre la conocimos con el trabalenguas germánico que le inventaron los estudiantes latinos de Viena: Frau Frida. Apenas me la habían pesentado cuando incurrí en la impertinencia feliz de preguntarle cómo había hecho para implantarse de tal modo en aquel mundo tan distante y distinto de sus riscos de vientos del Quindío, y ella me contestó con un golpe: —Me alquilo para soñar. En realidad, era su único oficio. Había sido la tercera de los once hijos de un próspero tendero del antiguo Caldas, y desde que aprendió a hablar instauró en la casa la buena costumbre de contar los sueños en ayunas, que es la hora en que se conservan más puras sus virtudes premonitorias. A los siete años soñó que uno de sus hermanos era arrastrado por un torrente. La madre, por pura superstición religiosa, le prohibió al niño lo que más te gustaba, que era bañarse en la quebrada. Pero Frau Frida tenía ya un sistema propio de vaticinos. —Lo que ese sueño significa —dijo— no es que se vaya a ahogar, sino que no debe comer dulces. La sola interpretación parecía una infamia, cuando era para un niño de cinco anos que no podía vivir sin sus golosinas dominicales. La madre, ya convencida de las virtudes adivinatorias de la hija, hizo respetar la advertencia con mano dura. Pero al primer descuido suyo el niño se atraganto con una canica de caramelo que se estaba comiendo a escondidas, y no fue posible salvarlo. Frau Frida no había pensado que aquella facultad pudiera ser un oficio, hasta que la vida la agarró por el cuello en los crueles inviernos de Viena. Entonces tocó para pedir empleo en la primera casa que le gustó para vivir, y cuando le preguntaron qué sabía hacer, ella sólo dijo la verdad: “Sueño”. Le bastó con una breve explicación a la dueña de casa para ser aceptada, con un sueldo apenas suficiente para los gastos menudos, pero con un buen cuarto y las tres comidas. Sobre todo el desayuno, que era el momento en que la familia se sentaba a conocer el destino inmediato de cada uno de sus miembros: el padre, que era un rentista refinado; la madre, una mujer alegre y apasionada de la música de cámara romántica, y dos niños de once y nueve años. Todos eran religiosos, y por lo mismo propensos a las supersticiones arcaicas, y recibieron encantados a Frau Frida con el único compromiso de descifrar el destino diario de la familia a través de los sueños. Lo hizo bien y por mucho tiempo, sobre todo en los años de la guerra, cuando la realidad fue más siniestra que las pesadillas. Sólo ella podía decidir a la hora del desayuno lo que cada quien debía hacer aquel día, y cómo debía hacerlo, hasta que sus pronósticos terminaron por ser la única autoridad en la casa. Su dominio sobre la familia fue absoluto: aun el suspiro más tenue era por orden suya. Por los días en que estuve en Viena acababa de morir el dueño de casa, y había tenido la elegancia de legarle a ella una parte de sus rentas, con la única condición de que siguiera soñando para la familia hasta el fin de sus sueños. Estuve en Viena más de un mes, compartiendo las estrecheces de los estudiantes, mientras esperaba un dinero que nunca llegó. Las visitas imprevistas y generosas de Frau Frida en la taberna eran entonces como fiestas en nuestro régimen de penurias. Una de esas noches, en la euforia de la cerveza, me habló al oído con una convicción que no permitía ninguna pérdida de tiempo. —He venido sólo para decirte que anoche tuve un sueño contigo —me dijo—. Debes irte enseguida y no volver a Viena en los próximos cinco años. Su convicción era tan real, que esa misma noche me embarcó en el último tren para Roma. Yo, por mi parte, quedé tan sugestionado, que desde entonces me he considerado sobreviviente de un desastre que nunca conocí. Todavía no he vuelto a Viena. Antes del desastre de La Habana había visto a Frau Frida en Barcelona, de una manera tan inesperada y casual que me pareció misteriosa. Fue el día en que Pablo Neruda pisó tierra española por primera vez desde la Guerra Civil, en la escala de un lento viaje por mar hacia Valparaíso. Pasó con nosotros una mañana de caza mayor en las librerías de viejo, y en Porter compró un libro antiguo, descuadernado y marchito, por el cual pagó lo quehubiera sido su sueldo de dos meses en el consulado de Rangún. Se movía por entre la gente como un elefante inválido, con un interés infantil en el mecanismo interno de cada cosa, pues el mundo te parecía un inmenso juguete de cuerda con el cual se inventaba la vida. No he conocido a nadie más parecido a la idea que uno tiene de un Papa renacentista: glotón y refinado. Aun, contra su voluntad, siempre era él quien presidía la mesa. Matilde, su esposa, le ponía un babero que parecía más de peluquería que de comedor, pero era la única manera de impedir —que se bañara en salsas. Aquel día en Carvalleiras fue ejemplar. Se comió tres langostas enteras descuartizándolas con una maestría de cirujano, y al mismo tiempo devoraba con la vista los platos de todos, e iba picando un poco de cada uno, con un deleite que contagiaba las ganas de comer: las almejas de Galicia, los percebes del Cantábrico, las cigalas de Alicante, las espardenyas de la Costa Brava. Mientras tanto, como los franceses, sólo hablaba de otras exquisiteces de cocina, y en especial de los mariscos prehistóricos de Chile que llevaba en el corazón. De pronto dejó de comer, afinó sus antenas de bogavante, Y me dijo en voz muy baja: —Hay alguien detrás de mí que no deja de mirarme. Miré por encima de su hombro, y así era. A sus espaldas, tres mesas más allá, una mujer impávida con un anticuado sombrero de fieltro y una bufanda morada masticaba despacio con los ojos fijos en él. La reconocí en el acto. Estaba envejecida y gorda, pero era ella, con el anillo de serpiente en el índice. Viajaba desde Nápoles en el mismo barco que los Neruda, pero no se habían visto a bordo. La invitamos a tomar el café en nuestra mesa, y la induje a hablar de sus sueños para sorprender al poeta. Él no le hizo caso, pues planteó desde el principio que no creía en adivinaciones de sueños. —Sólo la poesía es clarividente —dijo. Después del almuerzo, en el inevitable paseo por las Ramblas, me retrasé a propósito con Frau Frida para refrescar nuestros recuerdos sin oídos ajenos. —Me contó que había vendido sus propiedades de Austria y vivía retirada en Porto, Portugal, en una casa que describió como un castillo falso sobre una colina desde donde se veía todo el océano hasta las Américas. Aunque no lo dijera, en su conversación quedaba claro que de sueño en sueño había terminado por apoderarse de la fortuna de sus inefables patrones de Viena. No me impresionó, sin embargo, porque siempre había pensado que sus sueños no eran más que una artimaña para vivir. Y se lo dije. Ella soltó su carcajada irresistible. “Sigues tan atrevido como siempre”, me dijo. Y no dijo más, porque el resto del grupo se había detenido a esperar que Neruda acabara de hablar en jerga chilena con los loros de la Rambla de los Pájaros. Cuando reanudamos la charla, Frau Frida había cambiado de tema. —A propósito —me dijo—: Ya puedes volver a Viena. Sólo entonces caí en la cuenta de que habían transcurrido trece años desde que nos conocimos. —Aun si tus sueños son falsos, jamás volveré —le dije. Por si acaso. A las tres nos separamos de ella para acompañar a Neruda a su siesta sagrada. La hizo en nuestra casa, después de unos preparativos solemnes que de algún modo recordaban la ceremonia del té en el Japón. Había que abrir unas ventanas y cerrar otras para que hubiera el grado de calor exacto y una cierta clase de luz en cierta dirección, y un silencio absoluto. Neruda se durmió al instante, y despertó diez minutos después, como los niños, cuando menos pensábamos. Apareció en la sala restaurado y con el monograma de la almohada impreso en la mejilla. —Soñé con esa mujer que sueña —dijo. Matilde quiso que le contara el sueño. —Soñé que ella estaba soñando conmigo —dijo él. —Eso es de Borges —le dije. Él me miró desencantado. —¿Ya está escrito? —Si no está escrito se va a escribir alguna vez —le dije . Será uno de sus laberintos. Tan pronto como subió a bordo, a las seis de la tarde, Neruda se despidió de nosotros, se sentó en una mesa apartada, y empezó a escribir versos fluidos con la pluma de tinta verde con que dibujaba flores y peces y pájaros en las dedicatorias de sus libros. A la primera advertencia del buque buscamos a Frau Frida, y al fin la encontramos en la cubierta de turistas cuando ya nos íbamos sin despedirnos. También ella acababa de despertar de la siesta. —Soñé con el poeta —nos dijo. Asombrado, le pedí que me contara el sueño. —Soñé que él estaba soñando conmigo —dijo, y mi cara de asombro la confundió— ¿Qué quieres? A veces, entre tantos sueños, se nos cuela uno que no tiene nada que ver con la vida real. No volví a verla ni a preguntarme por ella hasta que supe del anillo en forma de culebra de la mujer que murió en el naufragio del Hotel Riviera. Así que no resistí la tentación de hacerle preguntas al embajador portugués cuando coincidimos, meses después, en una recepción diplomática. El embajador me habló de ella con un gran entusiasmo y una enorme admiración. “No se imagina lo extraordinaria que era”, me dijo. “Usted no habría resistido la tentación de escribir un cuento sobre ella”. Y prosiguió en el mismo tono, con detalles sorprendentes, pero sin una pista. que me permitiera una conclusión final. —En concreto —le precisé por fin—: ¿qué hacía? —Nada —me dijo él, con un cierto desencanto—. Soñaba. RESPONDA 1. El narrador del relato, según su contenido: ![]() ![]() ![]() Es un corredor de bolsa austríaco 2. ¿De qué modo encuentra Frau Frida la muerte? 3. ¿En dónde y bajo qué circunstancias se encuentran el narrador y Pablo Neruda? 4. ¿Qué dice el narrador sobre la apariencia de Frau Frida? 5. ¿Cuándo llega Frau Frida aViena y cómo era en ese entonces la ciudad? Estructura narrativa 6. Completa la numeración lógica y los datos que falten en la secuencia narrativa. ![]() A las nueve de la mañana, en el hotel Habana Riviera, _________________ 16 El ama de llaves de los embajadores de Portugal____________________ 6 El narrador refiere que hace 34 años conoció a alguien que usaba un anillo igual al_________________________________________________________ 1 Frau Frida nació en Colombia._______________________________________ 6 En aquel momento andaba por_______________________________________ 3 Frau Frida viajó a___________________________ entre las dos guerras. 2 A los ___________soñó que________________________________________ ![]() ![]() Frau Frida influyó de forma decisiva en la familia para la que trabajaba_______ 6 Muere _____________________________________ donde trabaja Frau Frida. ![]() 8 La mujer le advierte al narrador que ___________________ 12 El día en que Pablo Neruda pisó tierra española por primera vez,________ 11 Frau Frida cuenta que ahora vive en Portugal, en _____________________ E ![]() 9 Pasan 13 años desde el primer encuentro (el narrador lo recuerda) 13 Durante la siesta, _______________________________________________ 1 ![]() Meses después, en una reunión, ________________________________ 18 El narrador se entera de que la mujer muerta es, efectivamente, su vieja amiga a través ________________________________________________________ 7. Organiza los momentos de la secuencia dentro de la estructura narrativa. Inicio Desarrollo Desenlace
1 - ___
_ ![]() Primer encuentro entre Frau Frida y el narrador (hace 34 años): 6 - __
Final de la vida de Frau Frida: ___ - 18 Acerca del vocabulario 8 ![]() T ![]() I ![]() Meticuloso, sagaz, anticuado, misterioso, ordenado. 9. Averigua el significado de las siguientes palabras: Percebe Cigala Bogavante Valoración crítica 10. ¿Qué opinas sobre las facultades premonitorias de Frau Frida?¿Son autén ticas? 11. ¿Qué opinas del modo en que Frau Frida se enriqueció? 12. La frase "La realidad fue más siniestra que las pesadillas" significa que: a. Los sueños eran terribles. b. La guerra es peor que una pesadilla. c. La realidad parecía un sueño. d. Los sueños se hicieron realidad. 13. En la expresión "una mujer impávida", la palabra resaltada se puede cambiar por: a. Serena. b. Valiente. e. Imponente. d. Implacable. 14. ¿Frau Frida era la tercera de cuántos hermanos? a. Dos b. Cinco. c. Once. d. Frau Frida fue hija única. 15. La tinta de la pluma con la que dibuja y escribe Neruda es de color: a. Verde. b. Negro. c. Azul. d. Violeta. 16.¿A qué época pertenece este cuento? 17. Elabore un cuadro comparativo entre la literatura del realismo, violencia y contemporánea en Colombia 18. ¿A qué movimiento de la literatura contemporánea pretenerció el autor de este cuento? 19. Elabore un texto informativo entorno a la vida de Gabriel García Márquez |