Recogemos aquellos errores que aparecen con más frecuencia en los escritos de alumnos de E. S. O. y también de Bachillerato. Todos ellos se señalan hasta el






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Cómo (“de qué manera”) con tilde: “No sé cómo lo haces”; “¿Cómo has dicho?”

Como (del verbo “comer”) sin tilde: “Yo como en mi casa”
Demás, de más: “Los demás alumnos vendrán pronto” (indefinido que equivale a otros). “ No te hablaré de más cosas” (preposición de junto con el adverbio más).
Desecho, deshecho: “Voy a desechar lo que me sobra” (verbo desechar). “He deshecho el paquete” (verbo deshacer). No existe el verbo *deshechar.
Errar, herrar: “Herraron a la mula” (poner herraduras). “Errar es de humanos” (equivocarse). Errar se conjuga en presente de indicativo: yerro, yerras, yerra, erramos, erráis, yerran; en presente de subjuntivo: yerre, yerres, yerre, erremos, erréis, yerren.
Grabar, gravar: “Mi amigo me graba canciones”. “Los impuestos gravan la casa” (imponer una carga fiscal). El verbo agravar (“incrementar la gravedad de algo) se conjuga como gravar: “La situación se agrava con la crisis”. Tampoco se debe decir “grabar una película” cuando nos referimos a que se ha realizado una película: “Han filmado muchas películas en el castillo de Belmonte” (y no “han grabado”). Usaremos “grabar” cuando se crea una copia, no cuando se filma. También se usa “grabar” cuando se hacen programas de TV. “Graban ese programa antes de emitirlo”. Recuerda: “filmar” con cine, y “grabar” con televisión o vídeo. Y “gravar, con el fisco.
Haber, a ver: “Suele haber cien alumnos”. “ Voy a ver a mi amigo”. “Va a haber que regañarle”.
Habría, abría: “Habría que comerse el jamón” (verbo haber). “ El hombre de la esquina abría su puerta” (verbo abrir).
Halla, haya, aya:
Halla (verbo hallar) “Mi hijo se halla (encuentra) cansado”.

Haya (sustantivo, “cierto árbol”) Me gusta la madera de haya”.

Haya (Verbo haber)” El que haya visto la luna que alce la mano” (verbo haber).

Aya (sustantivo, “nodriza”)“ Me cuidó mi aya cuando era niño”.
Hecho y echo: “He hecho lo que me pediste” (verbo haber). “Echo la basura al contenedor” (verbo echar).
Por qué, porque:
Por qué – Para preguntar: ¿Por qué vuelas?

Porque – Para responder o explicar (= “puesto que”): Porque tengo alas.

Por qué – Equivale a “por qué razón” o “por qué causa”: No sé por qué yo no las tengo.

Porqué – Sustantivo que equivale a “causa” o “motivo”: El porqué de su silencio es un misterio; Explícame el porqué de tu viaje

por que: Equivale a “por el cual” o “por el que”, y es el caso menos frecuente. "Ese es el motivo por (el) que no fui" (= por el cual). "Se preocupa por que sus hijos estudien" (= por el que).
Sino, si no:
Sino: “No fui yo sino el vampiro” (conjunción adversativa).

Sino: “ Mi sino es contemplar nubes” (sustantivo, “destino”).

Si no: Si no vienes, peor para ti” (conjunción si condicional más el adverbio de negación no).
Solo, sólo
Solo: adjetivo (“a solas”). Estuve solo en casa toda la tarde.

Sólo: adverbio (“solamente”). Sólo me quedan tres euros.
Hagamos notar que la Real Academia de la Lengua Española ya no considera esta diferencia. Por tanto, se puede escribir la forma solo sin tilde en todos los casos.
1.9.- CIFRAS Y LETRAS


  • Muchas veces, para abreviar, se suele emplear la cifra en vez de la palabra que designa al número (los numerales, sean pronombres o adjetivos, o el artículo indeterminado un, una). Es muy incorrecto hacerlo, y escribir enunciados como “*Tengo 1 amigo en Sevilla”, “*Ese libro tiene 3 partes”. Debemos emplear el número sólo cuando queremos expresar una cantidad exacta, y además sólo cuando la cifra es superior a veinte. Lo correcto es “Tengo un amigo en Sevilla”, “Ese libro tiene tres partes”.


Así, podemos escribir “Shakespeare escribió 34 obras de teatro”; pero sería incorrecto escribir “Shakespeare escribió más de 30 obras de teatro”. Es mucho más elegante “Shakespeare escribió más de treinta obras de teatro”. En números muy altos, y exactos, se emplea la cifra: “Este pueblo tiene 2.548 habitantes”. También se emplea siempre la cifra cuando nos referimos a años: “En 1945 terminó la Segunda Guerra Mundial”, “Shakespeare murió en 1616, y también Cervantes” . (Observa un detalle curioso: en las cifras de los años no se escribe el punto entre unidad de millar y centena)


  • Conviene recordar también que, hasta treinta, las decenas y unidades se fusionan en la misma palabra. Más allá de treinta, no. Por eso escribimos “dieciocho”, “veintitrés”; y en cambio escribimos “treinta y ocho”, “cincuenta y tres”.




  • Y ya que estamos con los números, mil millones no es un billón. La unidad de mil millones se denomina “millardo”, si bien se usa muy poco. En los Estados Unidos de América, en cambio, sí que usan billion como “mil millones”. En Europa, un billón es “un millón de millones”.


1.10.- PARA NO COMETER ERRORES MAYÚSCULOS
La mayúscula inicial se escribe en los siguientes casos:
1. Al principio de un escrito.
2. Después de punto.
3. Todos los nombres propios.
4. Los adjetivos que acompañan al sustantivo de forma constante: Alfonso el Sabio.
5. Los atributos de Dios y Jesucristo en la religión cristiana: Creador, Redentor, Salvador... Igualmente en otras religiones: Alá, Clemente y Misericordioso; el Profeta… Respecto al fundador del Budismo, no se debe decir “Buda”, sino “el Buda” (“el iluminado”).
6. Títulos de autoridad: Jefe del Estado, Escuela de Oficios, Biblioteca Nacional, Tribunal Constitucional…
7. Tratamientos especiales: Vd, (si usted aparece en forma no abreviada se escribe en minúscula). Sr., D., S.E. (Su Excelencia), Excmo. (Excelentísimo), V.S. (Vuestra Señoría)…
8. Cargos o autoridades en documentos oficiales: Presidente, Ministro, Secretario…
9. Títulos de libros: La Regenta. Curso de Lengua Española. Si los títulos no contienen nombres propios, se escribe con mayúscula solo la primera palabra (más las que requieran mayúscula por ser nombres propios, u otra razón justificada): La verdad sobre el caso Savolta, El camino.
10. Ciertas palabras se escriben con mayúscula inicial para diferenciar un significado de nombre propio de otro de nombre común: “El Gobierno dio unas normas claras”. “No es fácil el gobierno de este país”. “La Iglesia manda amar al prójimo”. “La iglesia del barrio está restaurada”. “Te contaré la historia de mi abuelo”.” Mi asignatura favorita es Historia.
11. La primera palabra que sigue a las fórmulas de cortesía con que empiezan las cartas: “Querido primo: Recibí tu carta…”
12. Después de los dos puntos se escribe minúscula excepto en el caso de arriba y cuando lo que viene detrás es una cita en estilo directo que empieza por mayúscula. Tu primo me dijo: “Me voy a Barcelona la semana que viene”
13. Cualquier nombre personificado: “Llegó la Fortuna”.
14. Un nombre común usado por antonomasia: el Salvador (Cristo), el Profeta (Mahoma, o Muhammad)
15. Algunos nombres propios pueden usarse como comunes: “Eres un quijote”.
16. La RAE recomienda minúscula inicial en los nombres de los meses, de las estaciones del año y de las notas musicales, aunque los meses pueden escribirse en mayúscula también. Los días de la semana se escribirán siempre en minúscula.
17. Las letras I y J mayúsculas no llevan punto.

1.11. OTRAS PALABRAS QUE SE PUEDEN CONFUNDIR



          • acerbo (áspero) / acervo (montón de cosas menudas)




          • barón (título) / varón (hombre)




          • basto (tosco, grosero) / vasto (extenso)




          • bello (hermoso) / vello (pelo corto y suave)




          • bienes (propiedades) / vienes (verbo venir)




          • bobina (carrete) / bovina (perteneciente al toro o a la vaca)




          • botar (dar botes) / votar (ejercer el derecho a voto)




          • cabo (accidente geográfico, militar) / cavo (de cavar)




          • combino (de combinar) / convino (de convenir)




          • había (de haber) / avía (de aviar)




          • nobel (premio) / novel (novato)




          • sabia (que sabe mucho) / savia (líquido de las plantas) / sabía (del verbo saber)




          • bucal (de boca) / vocal (de voz)




          • libido (deseo sexual) / lívido (amoratado)




          • abeja / oveja




          • arrollo (de arrollar) / arroyo (riachuelo)




          • callado (de callar) / cayado (báculo)




          • olla (vasija) / hoya (cavidad en la tierra)




          • pollo (ave) / poyo ( banco)




          • rallar (desmenuzar algo con el rallador) / rayar (hacer rayas)




          • valla (línea con estacas) / vaya (del verbo ir)


2. ERRORES DE REDACCIÓN Y ERRORES RELACIONADOS CON LA MALA PLANIFICACIÓN DEL TEXTO

2. 1 - ESCRIBIR “TIRANDO DEL CARRO”
Más que un error en sí, es una mala costumbre. Ocurre al escribir las cosas según se le van ocurriendo a uno, sin seguir ningún orden lógico. Esto conlleva otros muchos errores, como son anacolutos, repeticiones innecesarias, omisión de partes importantes, y otras desagradables consecuencias de la falta de previsión. Algunos ejemplos pueden verse en el apartado dedicado a los anacolutos, o en “frases vacías para rellenar espacio”.
Un efecto frecuente y extremo es el texto creado por simple adición. La persona que escribe no piensa en el texto globalmente. Solo escribe una oración a la que añade otra parte, y otra y otra, empleando comas. El resultado es una oración larguísima, confusa e impenetrable. Muestra gran falta de costumbre escritora, y escasa o nula revisión del texto. Sin duda, es uno de los errores frecuentes más graves en un texto.
Otra consecuencia de este vicio en la escritura es la creación de párrafos oracionales o párrafos-frase. Quienes incurren en este error tienden a escribir largas oraciones que concluyen en un punto y aparte. Puede consultarse la sección sobre cómo escribir párrafos (en este enlace), para corregir este error y aprender a estructurar párrafos adecuadamente.
Los puntos 2.2 y 2.3 contienen errores asociados a esta práctica errónea de la escritura.
En general, estas malas costumbres son fáciles de evitar: consiste en pensar primero, y en escribir después. Cada párrafo debe contener una idea, desglosada en varias oraciones independientes. El empleo de un borrador suele ser el mejor remedio (en el borrador se puede y se debe tachar y reescribir todo lo que a uno le venga en gana). Cuando no hay tiempo para escribir borradores, caso de un examen, lo mejor es tomarse unos minutos para escribir pequeños esquemas al margen, en los que anotemos todo aquello de lo que queremos hablar. Después nos dedicaremos a redactar las ideas recogidas en ese guión. Muchos exámenes podrían mejorar si el alumno no tuviese tanto miedo a que se le olvidasen las cosas, pues las escribe a toda prisa y luego quedan inconexas. Por esta razón, lo mejor es anotarlas al principio y desarrollarlas después. No debe olvidarse una revisión final del ejercicio, para corregir todos aquellos descuidos que se nos pudieran haber pasado. (Si hacemos esquemas o guiones en el examen, conviene avisar al profesor de turno para que no se piense que es una “chuleta”).
2. 2 - NO ESTRUCTURAR LOS TEXTOS
Es una consecuencia de la costumbre mencionada en el punto anterior. Es básico y necesario (y no una especie de “adorno”, como algunos creen) esforzarse por comenzar con una breve introducción todo escrito que emprendamos, así como cerrarlo con una conclusión. Un escrito sin introducción es muy molesto para el lector, que no tiene por qué saber de qué se le va a hablar. Igualmente, la conclusión o cierre de un texto no debe dar la sensación de que el escrito queda “colgado”. La introducción y la conclusión es una mínima cortesía que debemos mostrar con el lector.
2. 3 - ANACOLUTOS BASTANTE BRUTOS
El anacoluto es un error de expresión que consiste en el desorden sintáctico sin motivo, o en la falta de concordancia de los elementos de la oración. Un caso frecuente de anacoluto suele producirse cuando tomamos una idea sobre la que vamos a decir algo, y antes de pensar lo que vamos a decir, la escribimos en primer lugar como comienzo de una frase. Luego resulta que no es el sujeto, y tenemos que dar mil vueltas y revueltas a la oración para darle algún sentido. Ejemplo: un alumno escribe sobre nivel vulgar y se acuerda de haber oído en clase la explicación sobre el dequeísmo. Como le parece importante, comienza enunciándolo, para luego advertir que no debería haberlo hecho, después se hace un lío y sale como puede:
El dequeísmo es, dentro del nivel vulgar, que es el que emplea la gente sin estudios suficientes y que contiene muchas incorrecciones, como ésta del dequeísmo, que es el empleo de “de” ante proposiciones sustantivas que funcionan como complemento directo y no como suplemento o complemento de régimen.
Obsérvese que la primera oración, “El dequeísmo es”, nunca se completa. (La definición del dequeísmo la he apañado un poco, porque tampoco era correcta). El alumno debería haber comenzado hablando del nivel vulgar, y más tarde del dequeísmo, relacionándolo con lo ya expuesto.
— Un caso frecuente y similar al anterior es el de la oración que no se concluye, porque es tan larga que el escritor no recuerda por dónde va y no se molesta en comprobarlo:
La condición de la mujer, que siempre ha sufrido tantas humillaciones a lo largo de la historia, ya que siempre ha dominado el sexo masculino en la educación, la política, la economía, porque siempre las mujeres han estado en su casa, cuidando de sus hijos o como esclavas de sus maridos.
Como observamos, la alumna escritora se ha dejado llevar por la emoción, una cosa le ha llevado a otra, y no ha reparado en que estaba escribiendo algo. Comienza enunciando un sujeto de algún verbo que ya no aparece jamás, porque otras ideas secundarias se van amontonando en el párrafo. Por lo demás, diré que este error suele aparecer en aquellos que escriben “a tirones”, empleando abusivamente las comas. Alargar las oraciones más de lo conveniente, y sin saber qué se quiere decir antes de coger el boli, lleva a disparates como éste.
— También se dan numerosas faltas de concordancia, fruto de las prisas o de la falta de revisión del escrito. Veamos:

*En el nivel vulgar se observa bastante las palabras baúl, que son aquellas que se usan repetidamente y se pierden la utilización de otras palabras
Observemos que el verbo subrayado concuerda con un sujeto imposible, que es el relativo “que” cuyo antecedente es “aquellas”, y que se refiere a “palabras baúl”. Debería ir en singular para expresar impersonalidad, o bien para concordar con “la utilización de otras palabras”, sintagma nominal que sería el sujeto de la construcción en pasiva refleja (consulta tus apuntes sobre este particular). De todos modos, no hace falta pertenecer a la Real Academia para advertir la falta de concordancia. Deberíamos corregirlo de la siguiente manera, y de paso limamos un poco la oración:
En el nivel vulgar abundan las palabras baúl, que son aquellas que se usan repetidamente y a causa de las cuales se pierde la utilización de otras palabras
Otro caso de concordancia incorrecta puede ocurrir con la llamada “concordancia ad sensum”. Se produce cuando hacemos concordar al verbo con el sujeto lógico, y no con el gramatical.
*La mayoría de los jovenes han sentido alguna vez un amor parecido al que don Quijote siente por Dulcinea
Lo correcto sería La mayoría de los jóvenes ha sentido, ya que el núcleo del sujeto es mayoría, y no jóvenes. No puede calificarse de error grave, pero sí resulta algo tosco.
— ¡Perdidos en la selva!. Eso parecen los anacolutos que se producen debido a que el escritor se va enmarañando en un laberinto de palabras del que no sabe salir, o que resuelve con deícticos (pronombres y algunos adverbios). El resultado es la frase interminable, el tururú de palabras y la ensalada de deícticos. El siguiente ejemplo se extrae de un comentario de texto que habla sobre el dequeísmo:

El autor del texto dice que es un vulgarismo. Esto quiere decir que normalmente su uso es el empleado en un nivel vulgar, por gente de la calle, ya sea hablado o escrito, y según él pueden dar el caso de que crean que hablen o escriban según sea el caso, con destreza.
A partir de ”calle”, el escritor se ha perdido en ella. Este escritor ha ido añadiendo datos relacionados con lo que tenía que desarrollar (el nivel vulgar), pero enlazándolos tan sólo con lo último que acaba de decir y sin tener en cuenta el conjunto. Un exceso de sujetos omitidos y pronombres abundantes acrecientan más la confusión
2. 4 -FRASES VACÍAS PARA RELLENAR ESPACIO
A veces, un apuro provoca que el escritor vaya rellenando lo que pueda y como sea. Véase la siguiente oración:
En el código lingüístico encontramos el tipo de palabras que se emplean en cada lugar.
Proviene de un examen. El desventurado autor intentaba rellenar un espacio muerto en la respuesta con algo que parecía sonar bien. Cualquiera que sepa lo que es un código advierte el absurdo del enunciado, pero la frase parece que puede colar porque contiene tecnicismos, y en principio no suena muy mal. Veamos el siguiente ejemplo:
El código lingüístico es el más empleado de todos, ya que en él se observa la comparación de niveles en cada personaje.
Quien escribió este cúmulo de palabras sin fundamento trató de cocinar una tortilla de tecnicismos (personaje, lingüístico, niveles, código...), pero resulta indigerible.
Me recuerda a un cartel absurdo que vi, y decía así: “AVISO: La empresa constructora no se hará responsable del incumplimiento de este aviso”. Como se ve, no por mucho emplear cultismos y tecnicismos, somos más cultos o más técnicos.
2. 5 - MONOTONÍA DE ESTRUCTURAS SINTÁCTICAS
Las personas con escaso dominio de la lengua suelen recurrir constantemente a las mismas estructuras en sus oraciones. Esto produce un efecto monótono y aburridísimo. Un caso especialmente llamativo es el de las definiciones con ejemplo, que muchas veces se limitan a expresarse con la estructura “(Concepto) es (definición), como por ejemplo (ejemplo)”. Veámoslo: “Una palabra tabú es una palabra inaceptable por sus connotaciones negativas, como por ejemplo subnormal. Un eufemismo es la palabra que sustituye a la palabra tabú, sin las mismas connotaciones negativas, como por ejemplo discapacitado psíquico”. Cuando hemos repetido la misma estructura ocho veces en una página, podemos asegurar que el lector ya se ha largado a otro escrito más entretenido.
Un caso particular de estas repeticiones cansinas e innumerables corresponde al empleo de la fórmula “es cuando” para sustituir una definición: “una metáfora es cuando identificamos un término real por un término imaginario, como por ejemplo el final del camino para referirnos a la muerte”. Deberíamos expresarlo así: “una metáfora consiste en la identificación...”. Ese horrendo “es cuando” es una verdadera “estructura baúl” que muchas veces impide desarrollar otras estructuras.
CONSEJO: Cuando veamos una estructura que puede sustituir a las que empleamos demasiado, debemos tomar nota de ella y emplearla a la menor ocasión. El abuso de oraciones simples, o de las mismas estructuras (aunque sean correctas), indica siempre pereza mental del escritor.
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