Recogemos aquellos errores que aparecen con más frecuencia en los escritos de alumnos de E. S. O. y también de Bachillerato. Todos ellos se señalan hasta el






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No tengas miedo del lenguaje. Experimenta con él, amplíalo. Ármate de palabras y estructuras. Observa los escritos del libro de texto, o de otros libros e imítalos si es necesario.
2. 6 - CACOFONÍAS Y SONIQUETES
Cacofonía es todo sonido desagradable por su repetición en un texto. Veamos el ejemplo siguiente:
El código lingüístico está compuesto por signos y reglas. Gracias a esto podemos hablar bien, escribir bien, y también corregir nuestras faltas
El escrito es poco exacto (gracias al código lingüístico podemos hablar y escribir, que no es poco. El que lo hagamos “bien” depende de nosotros, de nuestros estudios, y de otras cosas). Al margen de la poca fortuna de la definición, encontramos aquí dos errores frecuentes: uno es el uso de la “palabra baúl o comodín” bien que abunda demasiado en los escritos (véase el apartado correspondiente). El otro es la repetición de sílabas demasiado próximas, “bien-bien-también”. La cacofonía despista a la persona que lee, la molesta, y la aparta del texto. Veamos el ejemplo siguiente:
La palabra tabú es aquella cuya significación incluye alguna connotación negativa. Su utilización conlleva una incorrección social, por muy habitual que a veces pueda parecer su empleo.
Aquí encontramos cacofonías con –al (social, habitual) y con –ón. Un caso frecuente de cacofonía se produce con el sonido –ón. Muchas palabras abstractas terminan con este sonido, y su abundancia excesiva o la cercanía de unos términos con otros resulta muy cansina para el lector, al tiempo que indica el poco ciudado del escritor por sus propios escritos. Las cacofonías se detectan habitualmente mediante la cuidadosa revisión del borrador o del escrito. Es difícil evitarlas todas al redactar, porque siempre se escapa alguna. Recuerda que cuantas más revisiones pase un escrito, más peces caerán en la red.
2. 7 - EMPLEO EXCESIVO DE ESQUEMAS, FLECHITAS Y ABREVIATURAS
Debemos diferenciar cuándo tomamos apuntes (el receptor es el propio escritor) y cuándo escribimos un texto para que lo lea cualquier otra persona. Las flechitas y las abreviaturas no son correctas. ¿Qué pensaría el lector si estas notas se redactasen así?:
“1 error frec. de los alumnos Þ empleo d. flechas y abreviat. q. dificultan comprensión d. textos”.
Estas abreviaturas son inaceptables: el poco trabajo que ahorran al escritor le produce grandes molestias al lector. Pueden valer para tomar notas con rapidez, pero debemos desarrollar y redactar esas notas cuando las estudiamos (y me refiero a sesiones diarias o semanales al menos, no al día anterior al examen).
Este mal hábito acarrea otros errores: el alumno estudia escritos parciales, y su destreza verbal se limita a unas cuantas construcciones mutiladas y repetidas. Además, si comete una falta de expresión o de ortografía, el repaso del texto erróneo no hace más que grabarlo con más fuerza.
— Por otra parte, a menudo ocurre que el alumno condensa las explicaciones de las clases en un conjunto de flechas, diagramas, listas y notas apresuradas (apunta los enunciados de los temas, pero no recoge las explicaciones, los ejemplos...). Además, en vez de dar forma a esas notas con una redacción (lo que es “pasar a limpio”), lo guarda todo tal cual. Cuando se acerca el examen trata de aprenderse todo ese galimatías de palabras enigmáticas y esas listas incomprensibles que aparecen entre sus papeles. Consigue aprendérselo todo de memoria, y cuando lo vierte en un examen, el resultado es un suspenso. Después, el alumno se desanima porque no sabe con qué contentar al profesor. Evidentemente el problema no es lo que al profesor le guste o le disguste. El problema es que el alumno no ha estudiado los contenidos del examen, sino lo que él había escrito respecto a tales contenidos.
La mayor parte de los suspensos en Lengua, y en cualquier asignatura, se deben a un mal hábito: El trabajar para salir del paso y no para aprender. El realizar ejercicios apresurada e irreflexivamente, y el estudiar con descuido unas notas empobrecidas son una característica común de la inmensa mayoría de los alumnos que suspenden habitualmente varias asignaturas.
Y cuidado con el móvil: se ha puesto de moda escribir poniendo muchas kas y quitando el resto de las letras, para significar que se es muy moderno. Esta bobada no tendría más trascendencia si no se transformara en un feo hábito que demasiada gente deja pervivir en la redacción de escritos formales, como ejercicios o exámenes.
2. 8 - NO REALIZAR EL EJERCICIO QUE SE PIDE
Uno de los peores disgustos que puede llevarse un estudiante es el suspender un examen, una prueba “que se sabía”, u obtener calificación negativa en un trabajo que le ha costado gran esfuerzo. Muy a menudo ocurre por una causa tan lamentable como absurda: el alumno, por prisas o nervios, no leyó bien los enunciados de las preguntas o cuestiones. He encontrado a veces exámenes que desarrollaban cuestiones prácticas sobre un texto que no se pedían (si fuese una cuestión teórica hubiera pensado en el clásico “cambiazo”). Éste puede ser el error más fácil de evitar de todos cuantos aquí se exponen; es cuestión de leer cuidadosamente el enunciado del ejercicio, antes de lanzarse a escribir, y de darse tiempo a uno mismo para organizar los contenidos que se van a desarrollar. (Véase también el siguiente apartado, muy relacionado con éste).
2. 9 - EL “EFECTO COTORRA” Y LAS DIVAGACIONES
Algunas personas no expresan lo que quieren decir, sino lo que piensan que los demás quieren que digan. Suele ocurrir a menudo en ejercicios en los que se pide la opinión argumentada del alumno acerca de un tema determinado. Así, por ejemplo, en un ejercicio en el que se preguntaba qué entendía el alumno por corrección en la lengua, alguien respondía:
La corrección en la lengua es muy necesaria porque todos debemos hablar bien, ya que si no, no podríamos entendernos. Es muy importante hablar bien y expresarse con corrección, para que todos podamos comunicarnos en paz. El lenguaje permite a las personas entenderse y hablar, sin discusiones y sin violencia (...)
Ahorraré el resto del escrito, ya que era similar. Este alumno intentó salir del paso como fuese. No respondió a lo que se pedía (en ningún momento define lo que entiende por corrección), y se pierde en una serie de oraciones que se van ampliando tímidamente. Como no sabía qué decir, se limitó a escribir la misma idea con leves variaciones de una oración a otra. Además, intentó dar a su escrito algún rasgo positivo, procurando asociar ideas “socialmente aceptables” o “políticamente correctas” a su débil proposición inicial; por ello emplea palabras como “paz”, “entenderse” “sin discusiones”, “sin violencia”... Y si colaba, colaba. (No coló).
Muchas veces nos perdemos en escritos a los que atiborramos de conceptos que no vienen al caso, sólo porque los entendemos “apropiados para alguien” (en este caso, nuestro infortunado escritor pensó que posiblemente al profe de Lengua le resultaría simpático tanto pacifismo oral). Es el caso del autor literario que queda reflejado en un examen como alguien “de obra incomparable”, “de aguda percepción sobre la sociedad de su tiempo”, “con gran dominio de la expresividad lingüística” y otras frases vacías de todo significado (lo mismo podrían aplicarse a Valle-Inclán que a Lope de Vega).
(Debo decir que he pedido permiso al autor del texto, porque la crítica me parecía un poco dura. Se ha reído mucho, y ha dicho que tenía razón).

3. ERRORES AL EMPLEAR PALABRAS Y EXPRESIONES CONCRETAS

3. 1 - PALABRAS “BAÚL” O “COMODÍN”.
Ya sabemos que estas palabras son las que tienen un significado muy abierto, como “cosa” o “hacer”. Pueden emplearse en sustitución de muchas otras, y su abuso empobrece tanto el escrito como el vocabulario del que lo escribe. No me extenderé en esta explicación, que ya conocemos; pero sí quiero señalar algunas de las más frecuentes “palabras comodín” en los ejercicios:
“tema”- Muchos alumnos arrasan sus escritos con la abundancia de esta palabra. Si en un ejercicio de Lengua y Literatura hablamos de “tema”, nos referimos habitualmente a aquello de lo que habla un escrito, lo que desarrolla. Por “temas” entendemos también las partes en que se dividen los cursos (y que se enumeran en los temarios). Pero hoy día se emplea esta palabra comodín con gran descuido y profusión, ya que suena “culta”, y significa muchas cosas. Es frecuente oír “respecto al tema que tratábamos”, por “respecto al asunto que tratábamos”, “es un tema preocupante” por “es un problema preocupante”, y otras muchas expresiones similares. A veces “tema” se emplea para sustituir a una enunciación entera, o a una idea expresada por quien escribe: “El significado de esta palabra es tal, y este tema quiere decir...”

Preguntémonos si es necesario el empleo del término “tema” cada vez que lo escribimos.
“realizar”- Como “realizar” se entiende sinónimo de “hacer”, muchos alumnos tratan de evitar el empleo comodín de “hacer” mediante el uso intensivo de “realizar”. Esto lleva al desastre, ya que “realizar” significa “efectuar, llevar a cabo alguna cosa”. Así, por ejemplo, no se debe decir *voy a realizar la comida, o *Camilo José Cela ha realizado abundantes libros. Tan malo es empleo abusivo de “hacer”, como el de “realizar”.

¿Cuándo emplearlos, entonces? Al margen de los contextos en los que su empleo es correcto (“voy a hacer la comida”), los verbos hacer o realizar son muy útiles para evitar la repetición cansina de palabras recién mencionadas: “Cervantes decidió alistarse en el ejército, y así lo hizo” (en vez de “y se alistó”) “No quiero extenderme más sobre la poca disposición al diálogo que hay en la actualidad, y no lo haré”.
aspecto” y “concepto” – Cuanto más amplia es la significación de la palabra, más se emplea sin ton ni son. También es sabido que si repetimos una palabra muchas veces, ésta acaba por perder su significado. Pues bien, estas dos palabras se repiten hasta la saciedad en los textos escolares, hasta el extremo que a veces parezca que no significan nada en absoluto. Pues bien, estas palabras dan lugar a expresiones tan chocantes como “Cervantes tenía muchos aspectos” (como si fuese el hombre de las mil caras), o “La poesía de Garcilaso tiene conceptos muy importantes” (frase que expresa un absurdo vacío).
“característica” – ¡Ésta es una verdadera plaga!. Muchos ejercicios se llenan de “características”. Todo resulta ser una “característica”: los rasgos principales del estilo de un escritor, las particularidades de un nivel de uso del idioma, los recursos expresivos que se encuentran en un poema, o cualquier cosa que pueda enumerarse.

Es aburrido el empleo constante de construcciones como “Dentro de estas características encontramos...” o “El movimiento tal tiene tales características”, dentro del mismo escrito (véase “Repetición sintáctica innecesaria”). Y manifiesta que el escritor no encuentra otra palabra que la sustituya.

Como decía, algunos alumnos emplean el término “característica” para referirse a cualquier cosa que se enumera, la confunden con “clase” o “tipo” e incurren en absurdos semejantes a éste: La clasificación de los códigos se divide en varias características.

Lo correcto sería “La clasificación de los códigos es la siguiente:”, o bien “Podemos distinguir varios tipos de códigos”, y a continuación se detalla dicha clasificación.
bien”, “bonito”, “bueno”, “mal”, “malo”.— Muchos alumnos cuentan con un repertorio de palabras muy escaso para enunciar las cualidades positivas, y recurren a estas tres sin descanso. Esto se debe a que en la jerga juvenil se emplean muy abundantemente expresiones valorativas como “guay”, “dabuti” o “dabuten”, y otras más groseras (sí, las referidas a la madre o a los genitales), para valorar y ponderar las cosas. Como resultado, al escribir nos queda el mísero repertorio ya mencionado, puesto que sabemos que las expresiones jergales se hallan fuera de lugar. Lo mismo puede decirse para “mal, “feo”, “malo”, y las palabras que expresan rasgos negativos. Es de una pobreza lamentable el escribir, por ejemplo, “el ideal femenino del renacimiento corresponde a una mujer bonita, con ojos claros, cabello rubio...”. “Bonito” significa “lindo”, “agradable”, pero sin serlo en gran medida. Al fin y al cabo, no es más que un diminutivo de “bueno” (podríamos haber empleado “hermosa”, “bella”, “de belleza delicada”...). Otro ejemplo:
Los eufemismos sirven para sustituir a las palabras que tienen connotaciones malas
¿Qué quiere decir “malas”? ¿“en mal estado”, “deterioradas”, “malvadas” o qué? El escritor debería haber afinado un poco más y escribir: Los eufemismos sirven para sustituir a las palabras que tienen connotaciones negativas o groseras. Todo hubiera quedado claro, elegante y bastante menos ingenuo o hasta infantil.
Véase el ejemplo que se expone en el apartado “Cacofonías y soniquetes”. “Bien” puede ser “aceptable”, “correcto”, “extraordinario”, “expresivo”, “bello”, o Dios sabe qué. Conviene ajustarnos siempre a lo que queremos decir, sin conformarnos con la primera palabra que se nos ocurra.
Para arreglar todo esto, no queda más remedio que aumentar el vocabulario que manejamos. Al final de este documento se explica cómo hacerlo.
3. 2 - LA INVASIÓN DE LOS ETCÉTERAS ASESINOS
El empleo abusivo de los “etcéteras”, o su abreviatura “etc.”, es una de las más constantes muestras de pereza mental. El “etcétera” viene de la expresión latina et cetera, que significa “y lo demás”, “lo que falta”. Debe usarse para sustituir el resto de una enumeración que se sobreentiende o que no interesa expresar. Lo que ocurre es que, a menudo, se echa mano de ellos demasiado pronto, y muchos los estampan tras el primer miembro de la enumeración (con lo cual, ya no hay tal enumeración). Si escribimos “el latín es origen de muchas lenguas, como el español, etc.” no estamos diciendo nada sustancioso, puesto que ese “etc.” engloba demasiadas cosas (lenguas, suponemos los lectores, pero no sabemos a cuáles se refiere el escritor). Un etcétera no debe escribirse nunca antes del tercer o cuarto miembro de la enumeración, cuando ésta haya quedado ya bien definida y el añadir otro miembro pudiera resultar innecesario o pesado. Por ejemplo: “los verbos irregulares son aquellos cuya raíz cambia al conjugarlos en alguna de sus formas, como almorzar, ser, morir, etc.”. O bien: “En la poesía bucólica, los pastores aparecen siempre entregados a la poesía y la música, tocando pífanos, flautas, zampoñas, etc.” Tampoco debe emplearse el signo de los tres puntos tras el etc.
En todo caso, resulta siempre mucho más elegante y expresivo el cerrar la enumeración con una referencia a la clase o especie que enumeramos. En los dos ejemplos anteriores podríamos sustituir el primer “etc.” por “y otras formas verbales”; y en vez del segundo “etc.” podemos escribir sencillamente “y otros instrumentos”.
A menudo, el empleo del “etc.” es un ardid para esconder lo que no se sabe. Una alumna escribe en un ejercicio: “el léxico castellano se compone, además de las palabras de origen latino, de préstamos de otras lenguas, como los galicismos, etc.”. Aquí, el profesor debe suponer demasiadas cosas, pues la apurada escritora trata de ocultar las clases de las que no se acuerda tras ese brevísimo “etc.”. (Diré de paso que este truco no cuela). Incluso he encontrado algunos “etc.” que no cerraban enumeración alguna, sino que trataban de omitir una parte que al alumno le da pereza escribir, o que ignoraba, por ejemplo: “los textos narrativos son los que narran algo, etc.”. (¡Qué morro! ¿verdad?).

Finalmente, no pocas veces me encuentro con muchos “ect.” en vez de “etc.”. El alumno supone que la palabra que se abrevia es “ecétera”. Bien, pues no es así. En cualquier caso, lo mejor es acostumbrarse a no emplear etcéteras.
3. 3 - DEÍCTICOS MAL EMPLEADOS:
Los deícticos son palabras que sirven para señalar, y tienen significado “vacío”. Abarcan varias clases de palabras, como los pronombres y algunos adverbios. A veces los empleamos para referirnos a palabras recientemente nombradas, y podemos liarnos un poco.
ÉSTE, ÉSTA, ÉSTOS, ÉSTAS, ESTO señalan siempre el sustantivo nombrado en su proximidad. Veamos un ejemplo de mala utilización:
La denotación hace referencia al significado objetivo de cada palabra. Esta sería el significado que aparece en el diccionario.
Ésta se refiere al sustantivo femenino más próximo y recién nombrado, y no resulta ser denotación, como pretendía el escritor, sino el sustantivo palabra . El enunciado pues, queda confuso o incorrecto.
Indiquemos también que ya no se considera falta de ortografía la falta de tilde en los pronombres demostrativos (este, esa, aquel…).
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