14. 6: La guerra civil: la dimensión política e internacional del conflicto. Las consecuencias de la guerra






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fecha de publicación13.07.2015
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HISTORIA DE ESPAÑA TEMA 14: La crisis del Estado Liberal, la Segunda República y la Guerra Civil

14.6: LA GUERRA CIVIL: LA DIMENSIÓN POLÍTICA E INTERNACIONAL DEL CONFLICTO. LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

LA DIMENSIÓN INTERNACIONAL DEL CONFLICTO

La duración y el resultado de la Guerra Civil dependieron en gran medida de la intervención del las potencias extranjeras. Ambos mandos enfrentados necesitaban suministro y armamento.
Tras el golpe militar, la República intentó que la Sociedad de Naciones (organismo creado tras la Primera Guerra Mundial con la finalidad de velar por la resolución pacífica de los conflictos internacionales) interviniese contra Italia y Alemania por su participación directa en la guerra junto a los sublevados. La resolución llegó tras más de un año después de empezado el conflicto y además no fue aplicada.
Por otra parte, en septiembre de 1936, y a iniciativa de británicos y franceses, se alcanzó un compromiso internacional para aislar el conflicto e impedir su expansión a todo el continente (como había ocurrido en la Primera Guerra Mundial) y evitar así la participación de otros países en la Guerra Civil. Prohibiéndose la venta de material bélico a los bandos en conflicto. Para ello se creó un Comité de No Intervención al que se adhirieron casi todos los estados europeos. Este acuerdo, además de perjudicar a la República, se convirtió en una farsa continuamente saboteada por Alemania, Italia y la URSS.
LAS AYUDAS A LOS SUBLEVADOS: ALEMANIA, ITALIA Y PORTUGAL
La Alemania nazi de Hitler respondió inmediatamente a la petición de Franco enviando material bélico y aviones indispensables para el transporte del ejército de África desde Marruecos hasta la Península. Esta maniobra fue decisiva para la suerte de los sublevados durante las primeras horas del alzamiento. Posteriormente, a lo largo de tres años de guerra, los alemanes enviaron la Legión Condor (responsable del bombardeo de Guernica), un considerable número de soldados y oficiales, aviones e, incluso, ayuda económica. Los motivos que impulsaron a Hitler a intervenir fueron la simpatía ideológica hacia los sublevados, una puesta a punto de sus ejércitos de cara a una posible guerra mundial, la búsqueda de un nuevo aliado en ese futuro conflicto, la obtención de minerales y materias primas españolas y debilitar a Francia, pues el gobierno republicano era profrancés.
La Italia fascista de Mussolini también colaboró con 1000 tanques, 2000 cañones, 700 aeroplanos, munición, combustible y unos 50.000 hombres que lucharon contra las fuerzas leales a la República. Las razones de tal ayuda hay que buscarlas, además de en la simpatía ideológica, en la posibilidad de ganar un aliado en el área mediterránea.
El bando de Franco pagó, al terminar la guerra, los envíos italo-alemanes recibidos a crédito con divisas, materias primas y minerales (hierro y wolframio, fundamentalmente). Mussolini perdonó generosamente gran parte de la elevada deuda.
La ayuda de Portugal, gobernada por Antonio de Oliveira Salazar, además del envío de hombres (los Viriatos), fue importante porque cerró las fronteras a los republicanos y las abrió a los rebeldes.
Mención especial merece la actitud del Vaticano. Tanto los obispos españoles como el propio Papa Pío XI apoyaron a los sublevados, lo que alentó a los católicos de todo el mundo en favor de la “cruzada”. Esta actitud tuvo una enorme repercusión en la opinión pública internacional. El Estado Vaticano reconoció al régimen franquista ya en el verano del 37.
LAS AYUDAS A LA REPÚBLICA: LA URSS, MÉXICO Y LAS BRIGADAS INTERNACIONALES
La República solicitó ayuda a las potencias democráticas que se la negaron, creando el Comité de No Intervención.
El gobierno conservador británico se negó a prestar ayuda por temor al triunfo de una posible revolución comunista en España y para evitar tensiones con Hitler y Mussolini, promoviendo una política de apaciguamiento hacia los fascismos. No quería que un conflicto local pudiera transformarse en una nueva guerra europea.
Francia, con un gobierno socialista como en la República española, se mostró inicialmente proclive a ayudarla, pero las presiones británicas y las divergencias internas la obligaron a suspender en seguida la venta de armas a España y participó, junto con Gran Bretaña, en la creación del Comité de No Intervención. El papel fundamental de Francia acabaría siendo el de país de acogida y asilo de dirigentes republicanos y de miles de españoles que huían de las tropas de Franco.
Estados Unidos veía el conflicto en España como un posible avance del comunismo. Si bien declaró la neutralidad, la gasolina estadounidense ayudó a la empresa franquista.
Al no encontrar auxilio entre las potencias democráticas, el gobierno republicano buscó ayuda en la URSS, con quien ni siquiera mantenía relaciones diplomáticas. Stalin aprobó el envío de cientos de aviones y carros de combates, que la II República hubo de pagar con el oro del Banco de España. El apoyo soviético fue impulsado por una política de acercamiento a gobiernos democráticos para hacer frente a la amenaza fascista y para mantener la credibilidad internacional como potencia impulsora de la revolución proletaria a escala mundial. La ayuda soviética evitó el hundimiento del ejército republicano y contribuyó a prolongar la guerra. Además, reforzó la posición de poder e influencia de los comunistas en el gobierno republicano.
Al mismo tiempo, los soviéticos movilizaron la opinión pública de izquierdas de Europa y América e impulsaron la creación de las Brigadas Internacionales, una fuerza militar compuesta exclusivamente por voluntarios procedentes de todo el mundo para luchar a favor de la República. En total combatieron unos 40.000 brigadistas en la guerra española –aunque nunca más de 12.000 de manera simultánea- que era vista como una lucha contra el avance fascista.
El gobierno de México, presidido por Lázaro Cárdenas proporcionó municiones, pero su papel fundamental fue la posterior acogida de numerosos exiliados republicanos al término de la guerra.
Por otra parte, gran número de intelectuales se solidarizaron con la causa republicana (Neruda, Orwell, Hemingway, Falkner, Brecht, Dos Pasos…)

LAS CONSECUENCIAS DE LA GUERRA CIVIL

El mantenimiento de la represión
Poco antes de finalizar la guerra Franco aprobó, febrero de 1939, la Ley de responsabilidades políticas, que con efectos retroactivos estaba destinada a perseguir a quienes desde octubre de 1934 habían colaborado con “actos u omisiones graves a forjar la subversión roja”. Para ello, además de los tribunales militares que juzgaban todo lo que según su propio criterio estaba relacionado con el ámbito castrense, se crearon tribunales especiales, formados por el Ejército, la Judicatura y el Partido. El tribunal no tenía que demostrar la culpabilidad del acusado, sino que éste tenía que demostrar su inocencia. Para que nadie pudiese quedar libre de sospecha en marzo de 1940 se promulgó la Ley de represión del la masonería y el comunismo (considerados los máximos responsables de la decadencia de España), cajón de sastre que sirvió para condenar a todo aquel a quien no se le pudiese acusar de otra cosa.
Con el armazón legal de las leyes citadas, el régimen de Franco procedió a una represión sistemática y selectiva de todas aquellas personas que de una u otra forma pudiesen hacer cualquier tipo de oposición. No se vislumbraba el menor atisbo de reconciliación entre vencedores y vencidos.
No hay acuerdo sobre el número de personas ejecutadas como consecuencia de la represión que siguió a la Guerra Civil, unos hablan de 20.000 pero otros elevan esa cifra hasta 100.000. En cualquier caso el periodo más duro se prolongó desde el final de la guerra hasta 1942. Tampoco hay acuerdo sobre la cifra de los que sufrieron penas de prisión. Se estima que al finalizar 1940 había unos 200.000 presos políticos. En 1950 todavía quedaban en las cárceles al menos 17.000 presos políticos.
Consecuencias demográficas
Es difícil cuantificar el número de fallecidos como consecuencia directa de la guerra, se calcula que fueron en torno a 500.000. A esta cifra hay que añadir los fallecidos por enfermedad o malnutrición, los asesinados y los exiliados, por lo que muchos autores hablan de 1.000.000 de desaparecidos en total. Además, a las muertes habría que añadir el fuerte y constante descenso de la natalidad durante los años de guerra y posguerra.
Consecuencias económicas
La producción, en todos los sectores económicos, descendió de forma dramática:


  • La producción agraria disminuyó algo más de un 20%. Esta reducción sometió a la población española de la posguerra al hambre y al racionamiento de los alimentos.

  • La producción industrial se redujo en un 30%

  • Ferrocarriles, carreteras, puentes, fábricas, edificios, ciudades enteras (Oviedo) quedaron gravemente dañados.

  • Aumentó la deuda externa y se perdieron las reservas de oro del Banco de España, usadas por el gobierno de la República para pagar la ayuda soviética.

  • La renta per cápita cayó en un 30% y hasta 1952 no se recuperó el nivel de antes de la guerra.


Consecuencias sociales
Se ha mencionado que la producción agrícola descendió y su consecuencia directa fue la carencia de alimentos, lo que obligó al racionamiento de éstos. El pueblo pasó hambre y se produjeron fenómenos como el del acaparamiento y la venta fraudulenta en el mercado negro (estraperlo) de productos esenciales, lo que enriqueció a unos cuantos.
Otro aspecto importante fueron las depuraciones de maestros, profesores, funcionarios, militares, etc., que hubiesen permanecido fieles a la República o de quienes no se hubiesen mostrado ardientes defensores del nuevo régimen. Cientos de miles de empleados públicos fueron separados del servicio.
El fin de la guerra supuso la recuperación de la hegemonía económica y social por parte de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera. Paralelamente se produjo la pérdida de todos los derechos adquiridos por los trabajadores.
EL EXILIO
Miles de españoles se vieron obligados al exilio, lo que supuso una importante pérdida demográfica. Pero, tal vez, más importante fue la pérdida económica que supuso el exilio, tanto de jóvenes en edad de trabajar, como de intelectuales y profesionales altamente cualificados que dejaron de prestar sus servicios al país.
Los principales países de acogida fueron Francia, Rusia y México.
Francia
En marzo de 1939 había en Francia 450.000 refugiados, maltratados y acogidos en campos de concentración en pésimas condiciones. El gobierno francés pidió a Franco que de nuevo los acogiese y cuando se les garantizó cierta seguridad (que no siempre se cumplió) regresaron 300.000. De los que optaron por no regresar, unos 20.000 marcharon a Argelia, en donde ya se encontraban refugiados otros 15.000. Otros se vieron presionados a alistarse en la Legión Extranjera. Tras la capitulación francesa ante las tropas alemanas, éstos entregaron a Franco a bastantes refugiados (entre ellos a Campanys, presidente de la Generalitat de Cataluña que fue fusilado) acabando muchos de ellos en la cárcel. Otros fueron a parar a los terribles campos de concentración alemanes, como Largo Caballero. El resto de los exiliados que permanecieron en Francia acabaron integrándose relativamente bien en la sociedad gala.
Rusia
Los acogidos en Rusia fueron unos 8.000, de los cuales 5.000 eran niños, el resto eran miembros del Partido Comunista de España. Todos acabaron integrándose con relativa facilidad en la Rusia soviética con la que compartieron la terrible dureza de la Segunda Guerra Mundial
México
Acogió a unos 22.000 exiliados. De ellos, la mitad tenían una buena cualificación profesional: más de 150 catedráticos universitarios (el 28% del total de los que había en España), más de 200 profesores de enseñanza media, unos 2.000 maestros, 1.700 médicos, aproximadamente unos 1.200 abogados, casi 450 ingenieros y técnicos, 250 escritores y periodistas, casi 4.000 militares profesionales y gran parte de la cúpula política republicana. Este brillante papel de expertos contribuyó de forma decisiva a la modernización de México.
Consecuencias en la cultura y la educación
Muchos intelectuales amenazados por el miedo a la represión, se vieron obligados a la sumisión del propio pensamiento o a la limitación en su creatividad.
La enseñanza se vio sometida a un fuerte adoctrinamiento. Se hizo obligatorio el estudio de la Religión Católica y el da la Formación del Espíritu Nacional, nueva asignatura que adoctrinaba a los jóvenes en los principios del nuevo régimen y que perseguía la uniformidad política. Se suprimió la enseñanza laica y mixta, así como el empleo de las lenguas vernáculas. Los libros de texto fueron sometidos a una férrea censura.
Los beneficiados
Entre los grupos beneficiados hay que destacar a los terratenientes, al ejército, a la Iglesia, a los industriales y una parte de la pequeña burguesía urbana y rural de las zonas en donde triunfó la sublevación y los excombatientes.
La guerra supuso una verdadera fractura moral para el país. Varias generaciones quedaron marcadas por el sufrimiento de la guerra y la represión de la larga posguerra.
El régimen de Franco nunca buscó la reconciliación de los españoles y siempre recordó y celebró su origen bélico. Las heridas de la Guerra Civil perduraron durante decenios y aún hoy se intentan zanjar mediante la polémica ley de la Memoria Histórica.



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