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El Rey tiene dos aspectos: cuando es joven, de verdadero galán, normalmente injusto por soberbio; si es viejo, prudente y necesario para la solución del conflicto. Ambos son intocables, y cuando ejercen su influencia en tratos con los demás, generan un conflicto de gran magnitud: cómo actuar, si como humano que es o como rey; y cómo solucionar el problema, siguiendo un tratamiento u otro. El poderoso es un noble - príncipe, marqués o capitán - que si coincide con los atributos de galán suele ser despótico. Su papel en la comedia es negativo, violando derechos y personajes. Es entonces cuando genera una revuelta popular, con el consiguiente conflicto social. Su castigo sólo puede deberse al rey. El Caballero es padre, o hermano mayor, esposo o el mismo galán. Suele ser el gran defensor del honor, que pierde consciente o inconscientemente la dama. Para ello debe vengarse. Es el auténtico valedor del orden social instaurado; por lo tanto, el personaje que presenta un mayor carácter trágico. El castigo que trama lo efectúa más por deber que por otra cosa; por celos, por ejemplo. El galán reúne los mejores atributos de los personajes de la comedia: a suidealismo amoroso une una enorme generosidad, buena dosis de paciencia y constancia, gran capacidad de sufrimiento y no poca ingenuidad. Se mueve a impulsos del amor, y su otra cara, los celos, suelen ser más teatrales que verdaderos. La honra es el tercer vértice de su triángulo existencial. Suele tener dos o más alter-ego, necesarios para desarrollar la trama. El gracioso es el tipo por antonomasia de la comedia española, verdadera aportación del género. Viene a ser el criado del galán, pero también suconsejero y amigo. Cada galán dispone de su gracioso, que realiza una trayectoria erótica similar a la de él, emparejándose con las criadas. El gracioso reúne un máximo de elementos humorísticos, por lo que su conexión con el público es total. Llamado también figura del donaire, supone el punto de vista más distanciado de la acción. Es cobarde, ama el dinero y siempre está dispuesto a los placeres mundanos, sobre todo a la comida. Su peculiaridad le ha proporcionado el máximo de bibliografía entre los estudios de la comedia española. El villano es otro peculiar personaje del género, que lo dignifica a cotas extraordinarias. Pese a su procedencia rural, es defensor a ultranza de la pureza de la sangre, ya que, a falta de nobleza de linaje, es un paladín de la honra. Es el rico hacendado que representa aún, en su humilde cuna, la personificación del Beatus Ille horaciano. La dama, complemento femenino del galán, posee idénticas virtudes denobleza, idealismo amoroso, audacia y constancia, junto a una absoluta dedicación al amor. Está en el escenario para amar, y a esa obligación se entrega. Salvo raras excepciones, en donde la mujer adopta papeles similares al hombre (Laurencia en Fuenteovejuna, doña Juana en Don Gil de las calzas verdes, Gila en La serrana de la Vera...), los personajes femeninos responden a la pasividad social que en su tiempo tenían. La criada es la confidente y acompañante de la dama, desempeñando una especie de papel de gracioso en mujer, pero atrofiado. Es la pareja de la figura del donaire, aunque su cometido es muy limitado. VI. LOS GRANDES DRAMATURGOS ESPAÑOLES DEL SIGLO DE ORO LOPE DE VEGA (1562-1635). Es imposible resumir los hechos literarios, y mucho menos los biográficos, de una vida tan llena de acontecimientos. Amores legítimos e ilegítimos, pleitos, éxitos, beneficios, sinsabores y algún que otro fracaso, pueblan la vida del quizá más prolífico y genial de los dramaturgos en lengua española. En el terreno teatral basta aplicar a su obra las características de la comedia española, vistas en el epígrafe anterior, pues él fue el principal causante de tales innovaciones. Fue poeta que supo aunar un extraordinario aliento popular con el gusto por las formas más refinadas del arte. Mucho se ha escrito y dicho de su prolífica obra. El propio Lope en su Egloga a Claudio (1631), da la cifra de 1.500 obras escritas para la escena... aunque no deja de ser poco fiable, como otras noticias suyas que dejó dichas o a medio entender.
En cualquier caso, muchas sí fueron, pues aunque su extraordinaria fama llevó a los autores de compañía a llamar «de Lope» comedias que deseaban el éxito, y hoy aparezcan como suyas bastantes que no lo son, no cabe duda que trescientas o cuatrocientas sí salieron de su magín. Y de todas las clases, estilos y temas. Desde comedias religiosas (La creación del mundo y primera culpa del hombre, La buena guarda o Lo fingido verdadero), mitológicas (El amor enamorado, La bella Andrómeda o El vellocino de oro), históricas (La imperial Otón, El bastardo Mudarra o Las paces de los reyesy judía de Toledo), de costumbres (El perro del hortelano, El villano en su rincón o La moza de cántaro), pastoriles (El verdadero amante, La Arcadia o La selva sin nombre), novelescas y caballerescas (La mocedad de Roldán, La difunta pleiteada o El castigo sin venganza), de enredo o capa y espada (La dama boba, El anzuelo de Fenisa o El acero de Madrid), hasta autos sacramentales (La adúltera perdonada, La siega o El heredero del cielo), sin olvidar entremeses, loas y diálogos. En todos ellos da buena cuenta de un perfecto desarrollo dramático, que hace que cualquier comedia, por menor que parezca, goce de una excelente exposición y siempre tenga pasajes de gran altura. Por supuesto que no es posible mantener, dentro de una producción tan elevada, una constante calidad en sus asuntos y personajes. Pero quizá tenga unas cuarenta obras de muy primera línea, con creaciones que sustentan por sí solas el edificio dramático del autor. Comedias como La discreta enamorada (1606), La dama boba (1613) o Los melindres de Belisa (1608?) bastan para definir las más divertidas disposiciones escénicas de las que han bebido los poetas posteriores; dramas del honor, como Peribáñez y el comendador de Ocaña (1608?), Fuenteovejuna (1614) o El mejor alcalde el rey (1623?), muestran un fino pulso dramático que conduce tramas tan escabrosas al mejor fin teatral imaginado; o tragicomedias inspiradas en el aliento popular, como El caballero de Olmedo (1620?), o en hechos de la historia convenientemente adaptados, como El Duque de Vireo (1609?). En unas y otras Lope eleva a sus personajes al convencional mundo de la poesía, pero también baja su lírica a ras de tierra, convirtiendo en materia escénica cualquier asunto y tema. GUILLÉN DE CASTRO (1569-1631) es quizá el más moderno representante de la escuela valenciana (Lope lo conoció en su destierro), por recibir y asimilar las innovaciones que habían dejado sus antecesores. Aceptó el liderazgo de Lope, a quien dedica la Primera Parte de sus Comedias (1618). Quizá fuera también un prolífico dramaturgo, aunque sólo se conservan unas treinta obras suyas. Guillén de Castro empieza donde acaba Lope. Si éste concluye sus comedias en matrimonio, el valenciano comienza sus intrigas con los problemas que originan las bodas. En cierto modo, es el asunto de su obra más conocida, Las mocedades del Cid (1618), ya que Rodrigo debe luchar entre el amor a su prometida, Jimena, y la afrenta que el padre de ella ha cometido al suyo propio. Sólo que el autor deja pronto ese tema (jornada primera) para pasar a cantar las heroicidades del Cid. El perfecto caballero (1615?) y El amor constante (?) son auténticas tragedias de honor, mientras que El Narciso en su opinión (1615?) y Los malcasados de Valencia (1600?) son comedias de capa y espada, con grave intención moralista. Guillén de Castro es autor de comedias inspiradas en textos cervantinos: Don Quijote de la Mancha, La fuerza de la sangre y también El curioso impertinente. LUIS VÉLEZ DE GUEVARA (1579-1644), más conocido por la célebre narración El diablo cojuelo, fue también famoso poeta que alternaba el género histórico (Don Alonso Pérez de Guzmán o Reinar después de morir, 1635?) con la comedia popular (La luna de la sierra, 1613?, y La serrana de la Vera, 1613?). ANTONIO MIRA DE AMESCUA (1574-1644) cultiva con rigor tanto el auto sacramental (Pedro Telonario, La jura del príncipe, El auto del herrero) como la comedia hagiográfica o de santos, en donde consigue una de las mejores obras del Siglo de Oro, El esclavo del demonio (1605?), basada en una leyenda portuguesa, y que es otra cara del mito de Fausto. Fue comedia bien conocida de Lope y Calderón. Otros textos de Mira de Amescua son La desdichada Raquel, Galán, valiente y discreto, No hay burlas con las mujeres, La fénix de Salamanca y La tercera de sí misma. TIRSO DE MOLINA (1571-1648). Quizá el más dotado de los dramaturgos españoles de principio de siglo, junto a Lope de Vega, al que tenía como maestro. Autor de comedias desde su juventud, alcanzó fama casi a los cincuenta años, cuando tenía ya un importante puesto en la curia. Sufrió exilio en el monasterio de Trujillo por el éxito, fama y escándalo que había logrado. Se le prohibió escribir, pero su vocación fue superior. Poseedor de una excelente fórmula dramática, es autor de casi un centenar de comedias conservadas, algunas sólo atribuidas, aunque se dice que escribió cuatrocientas. Maneja por igual los asuntos de tema divino como la pura y complicada comedia de enredo, dotando a sus personajes de una constitución psicológica superior. El condenado por desconfiado (1625?), atribuida a Tirso, alterna un profundo contenido teológico con la aventura descarnada; La dama del olivar (1614-1615) es una curiosa obra con galantes personajes que recuerda a don Juan envuelto en los ecos de la aparición de la Virgen; La Venganza de Tamar (1624?), que fue utilizada por Calderón para Los Cabellos de Absalón, es un drama ejemplar sobre los amores incestuosos de Amón y Tamar. Dramas históricos son La prudencia en la mujer (1620-1623) y, en cierto modo, El Burlador de Sevilla j' convidado de piedra, primera salida escénica de don Juan Tenorio, de la que partirán infinidad de seguidores y adaptadores, aunque se tenga serias dudas sobre la autoría del fraile mercenario. En la comedia de enredo, Tirso alcanza su más notable maestría. Desde El vergonzoso en palacio (1612-1615), en donde la intriga es puro juego escénico, a Marta la piadosa (1615), con un tipo que representa la más divertida hipocresía, llegamos al ingenioso invento de Don Gil de las Calzas verdes (1615), en donde el autor riza el rizo de la confusión, invirtiendo los papeles de galán y dama, pero jugando con la fórmula en su increíble desenlace. La lista se haría interminable con La villana de Vallecas (1620), El amor médico (1621?), Por el sótanoy el torno (1622?), Antona García (1623), El melancólico (1623?), La gallega Mari-Hernández (1625), La huerta de Juan Fernández (1626), etcétera. JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN (1602-1638) fue el discípulo predilecto de Lope de Vega. La toquera vizcaína y La doncella de labor son dos comedias de enredo. Dramatiza también la historia de España en El señor don Juan de Austria, La monja alférez y El gran Séneca de España, Felipe II. ANTONIO HURTADO DE MENDOZA (1586-1644) hizo un teatro próximo a círculos privados, comoQuererporsólo querer, de nada menos que 6.400 versos. También se distinguió por sus excelentes entremeses. JUAN Ruiz DE ALARCÓN (1581-1639) es dramaturgo mejicano, afincado en España, cuya obra desarrolla cerca de la Corte. Es un satírico contumaz de la sociedad que lo rodea, a quien dedica una veintena de comedias, difíciles y antipáticas. Cuando consiguió ser funcionario, se olvidó del teatro. El tejedor de Segovia, al menos su primera parte, es original del poeta mejicano, ofreciendo un complicado drama de venganzas; La verdad sospechosa (1619?) traza un rico tipo de mentiroso, nada vulgar, sino exquisito. Como la mayoría de sus textos, comienzan de forma casi chispeante, pero van derivando en sombríos dramas. Las paredes oyen, La prueba de laspromesas, No hay mal que por bien no venga, El examen de los maridos, El desdichado en fingir, El Anticristo, son algunos de sus títulos más significativos. JOSÉ DE VALDIVIELSO (?-1610) fue, sobre todo, escritor de autos de la fama de El hospital de los locos y El hijo pródigo, aunque también cultivó la comedia, como La serrana de Plasencia y La amistad en peligro. PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA (1600-1681). Dedicado a los corrales desde muy temprana edad, las hipotéticas fechas de la redacción de sus obras y las de sus representaciones (sobre las que no hay ninguna duda), forman las claves de su biografía. Una biografía teñida en lo humano de mil y un enigma, pero en lo escénico limpia y razonada. A las primeras comedias de enredo, en las que sobresale como maestro pese a su juventud, no aporta más materiales escénicos que los estrictamente necesarios. Antes de cumplir los treinta años, Calderón ya había escrito dos grandes comedias: La dama duende (1629) y Casa con dos puertas, mala es de guardar (1629?). En ellas destacamos la utilización de efectos de «apariencia», como el torno que permite ocultar a los protagonistas de la primera. Entremezclados con esas chispeantes obras iba estrenando algunos de sus dramas fundamentales, como El príncipe constante (1629) y La devoción de la cruz (1623-1633), llenos de imágenes y dinamismo, que le acercan al concepto de comedia de aventuras, y el complejo drama La cisma de Inglaterra (1627?), increíble compendio -por la edad del autor- de ciencia política en torno a la figura del rey inglés Enrique VIII. Calderón fue alternando comedias divertidas, como El astrólogo fingido (1632) o No hay burlas con el amor (1635) con algunos de sus dramas fundamentales, como La vida es sueño (1635), El médico de su honra (1635), Los cabellos de Absalón (1639?) y El alcalde de Zalamea (1640?). Esta va a ser una línea constante en la producción del poeta, al menos hasta su ordenación en 1651. A partir de ahí, y, sobre todo, de su encuentro con Baccio del Bianco en ese mismo año, vamos a encontrarnos con el Calderón espectacular, quizá más cercano a los ambientes cortesanos que a los populares, organizador de espectáculos y empresario de sus mismas producciones. Es el Calderón de La fiera, el rayo y la piedra (1652), El laurel de Apolo (1658), quizá la primera zarzuela española como tal, Celos aún del aire matan (1660), Eco y Narciso (1661), El Faetonte (1661), Fieras afemina amor (1670), La vida es sueño (auto, 1673), El pastor Fido (auto, 1670), y Hado y divisa de Leónido y Marfisa, representada en 1680, un año antes de su muerte. FRANCISCO DE ROJAS ZORRILLA (1607-1648) fue otro notable poeta de la primera mitad del siglo XVII, celebrado en corrales y entre colegas, aunque no pudo dejar a un lado cierta fama de personaje siniestro quizá por su poco afortunada fisonomía. La creación de sus personajes y la delimitación de sus tramas lo hizo modelo del buen componer. Comedias como Don Lucas del Cigarral o Entre bobos ' anda el juego, Abre el ojo u Obligadosy ofendidosy Gorrón de Salamanca demuestran una gran habilidad de comediógrafo, aunque también cultivó la obra hagiográfica (Nuestra Señora de Atocha), el auto (El Hércules), el género trágico (Del rey abajo, ninguno o García del Castañar) y la tragicomedia (Los bandos de Verona). AGUSTÍN MORETO (1618-1669) queda como uno de los más celebrados poetas de la segunda mitad del siglo XVII, cuya presencia en los escenarios se prolongó bastantes años después de muerto, dadas sus continuas reposiciones. Su aparición, cuando la comedia ya había Llegado a su momento de mayor desarrollo, lo lleva a matizar el género con delicados perfiles. Conoce a fondo la escena, dialoga con enorme precisión, y, sobre todo, expone con notoria claridad sus argumentos. Por algo Bances Candamo llamó a este tipo de comedias, «de fábrica». Aporta caracteres de lo más peculiar y variado, como en El lindo don Diego (1662?), El desdén con el desdén (1652-1654), No puede ser (1654-1660) o Industria contra finezas. En el género hagiográfico señalamos El mar ilustre francés, San Bernardo, junto a La vida de San Alejo y San Franco de Sena (1651?). FRANCISCO DE BANCES CANDAMO (1662-1704) llega a la escena una vez cumplido casi totalmente el gran ciclo dramático del Siglo de Oro. Estrena en el Coliseo del Buen Retiro y en los corrales. Siendo interesantes sus comedias (Por su Beyy por su dama, Cómo se curan los celos y Duelos de ingenioy amor), se distinguió por su visión del espectáculo teatral, al que sirve desde complicadas tramoyas. Su teoría escénica la recoge en Theatro de los theatros de los passadosy presentes siglos.
Otros autores de notable calidad, aunque ensombrecidos por la categoría de los más conocidos, son: DIEGO JIMÉNEZ DE ENCISO (1585-1634) (La mayor hazaña de Carlos V, El encubierto, El principe don Carlos); LUIS BELMONTE BERMÚDEZ (1587-1650?) (La regenerada de Valladolid, El principe perseguido -en colaboración con Moreto y Martínez de Meneses); FELIPE GODÍNEZ (1588-1639?) (Los trabajos de Job, O el fraile ha de ser ladrón, o el ladrón ha de ser fraile, Aun de noche alumbra el sol); ALVARO CUBILLO DE ARAGÓN (1596?-1661) (Auto del Santísimo Sacramento de la muerte de Frislún, Las muñecas de Marcela, La mayor venganza de honor); DAMIÁN SALUCIO DEL POYO (1550?-1614) (La viday muerte de Judas, La próspera fortuna, Privanza y caída de Don Alvaro de Luna); ANDRÉS DE CLARAMONTE (?-1626) (El horno de Constantinopla, El nuevo rey Gallinato, Deste agua no beberé, además de la insistente atribución de La estrella de Sevilla, incluso de El Burlador de Sevilla). |