Las víctimas inocentes de un conflicto: Niños asilados y exiliados de la Guerra Civil española (1936-1939)






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títuloLas víctimas inocentes de un conflicto: Niños asilados y exiliados de la Guerra Civil española (1936-1939)
fecha de publicación21.06.2015
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Las víctimas inocentes de un conflicto: Niños asilados y exiliados de la Guerra Civil española (1936-1939). Elena Romero Pérez.
Por infancia, el diccionario de la RAE entiende: “Período de la vida humana desde que se nace hasta la pubertad / Conjunto de los niños de tal edad1, período que psicólogos como Eric Erikson señalan como fundamental en la vida, puesto que en esta etapa se forma una parte fundamental del carácter de las personas. Además, a nivel social, en general, la infancia tiene la carga del “deber ser” una etapa feliz de la vida, puesto que se da por entendido que los niños deben dedicarse a su formación escolar, sin tener mayores preocupaciones.

Pero, ¿Qué pasa cuándo esta infancia se ve truncada por fenómenos ajenos a la realidad inmediata del infante en cuestión, o si el mismo concepto de la infancia se ve trastocado en función de un conflicto político-militar?.

Esta situación fue la que ocurrió en España durante la Guerra Civil Española (1936-1939), momento en el que las tensiones acumuladas durante décadas desencadenaron en un conflicto armado de proporciones, que afectó por sí mismo a la población civil. Por razones de tiempo y de espacio, no haré una descripción pormenorizada de los antecedentes y del desarrollo de la Guerra Civil en sí, baste sólo señalar que tras la llegada de la Segunda República en 1931, las tensiones internas del país se agudizaron, conformándose durante el trascurso de la misma dos bloques principales: el republicano, entendiéndose por él todos aquellos que como base tenían la defensa de la República como sistema de Gobierno, más quienes –como anarquistas y comunistas- la consideraban un mal menor frente a la política reaccionaria de la derecha. En contraposición, se encontraba el bando autodenominado nacional, puesto que su ideal se centraba en la defensa de los valores tradicionales de España, grupo de derecha, que encontraba entre sus baluartes la idea de la vuelta a un sistema político monárquico, la mantención de un ejército tradicional, etc.

Fueron estos bandos los que se enfrentaron en la Guerra, por lo que tras el comienzo del conflicto el 17 de julio de 1936, fueron muchas las familias que buscaron asilo en diversas Embajadas. Sin embargo, como era verano, muchas embajadas se encontraban cerradas, y tras el inicio de la Guerra, muchos embajadores y cónsules no volvieron. De allí, la importancia adquirida por la Embajada de Chile en Madrid, donde los diversos funcionarios adquirieron la responsabilidad de proteger no sólo a quienes buscaron refugio en las legaciones chilenas, sino que además debieron proteger a quienes se acogieron a otras embajadas2.

De allí, lo destacable de la labor realizada por lo representantes chilenos, quienes debieron luchar durante todo el desarrollo del conflicto por la mantención del denominado “Derecho de asilo”, entendiéndose por tal el hecho por el que “...son los Estados los que otorgan asilo, en su territorio, navíos de guerra, o legaciones diplomáticas, a extranjeros perseguidos por razones políticas”3. Este concepto tuvo un protagonismo fundamental, puesto que los asilados españoles se convirtieron constantemente en un medio para ejercer presión entre los bandos, ya que en muchas ocasiones se topaba con la intransigencia de las autoridades por el hecho de no reconocer la existencia de tal derecho, con la idea de lograr obtener más personal militar para su causa, como por negarse a ayudar por estar amparando a quienes eran del mismo bando pero que no participaban en el conflicto.

Es por lo anterior, que el presente trabajo pretende describir las realidades que tuvieron que afrontar los niños en la Guerra Civil, centrándose en los que fueron asilados en las legaciones diplomáticas chilenas. Sin embargo, hay que aclarar desde ya que en el tema del exilio propiamente tal, el trabajo ha debido salirse de los límites planteados originalmente, puesto que se han encontrado situaciones de mayor complejidad que se dieron en los niños exiliados en países como la URSS o México, sin desmerecer, por supuesto, lo que significó el exilio en sí.

Por lo anterior, nuestro trabajo se divide en dos partes principales: análisis de las situaciones que debieron afrontar los niños durante la Guerra Civil, y posteriormente, una breve descripción de lo que fue el exilio de los mismos niños que ya habían sufrido las privaciones de la Guerra.


  1. Guerra Civil Española (julio 1936-marzo 1939).

Antes de comenzar con lo que será esta primera parte, debemos hacer una salvedad de suma importancia, puesto que tendrá consecuencias importantes a futuro: en un primer momento, y hasta aproximadamente el año 1938, las legaciones chilenas refugiaron principalmente a familias o personas del bando nacional, que como ya señalé es al que pertenecía Franco. La razón de lo anterior viene dada por el hecho de que en muchas zonas donde aún tenían dominio los republicanos (Madrid, Barcelona, Valencia) se producían constantes represalias contra quienes pertenecían al bando contrario. Sin embargo, desde 1938 en adelante, y ante el constante e imparable avance nacionalista en el país, sucedió que comenzaron a asilarse personas del bando republicano, habiendo un cambio en los criterios de selección de personas acogidas, además de los utilizados por los Gobiernos para posibilitar la salida de los asilados, como ejemplificaremos más adelante. Además de un hecho histórico evidente, con esta salvedad quiero aclarar un hecho puntual: que la Guerra Civil no distinguió sexo, edad, menos aún condición política, los niños que sufrieron el conflicto y el exilio fueron los de ambos bandos.

Un último elemento, antes de entrar a la materia que trata propiamente el trabajo como tal, viene dada por la utilización propagandística de la infancia como tal en el conflicto, para lo cuál sólo traigo un ejemplo por razones de tiempo:
Imágenes N° 1 y 2: estampillas de la Guerra Civil española4.



El primero de los presentes sellos dice relación con ayuda contra el paro, en la provincia de Huesca, y es del año 1936. Pertenece al bando republicano, y a través de él podemos observar como una de las principales preocupaciones del momento seguía siendo el alto número de desempleados. El segundo sello postal, perteneciente al bando nacionalista muestra la importancia de la solidaridad entre camaradas de armas, resaltando la pertenencia militar y la preeminencia de la nación con la leyenda en el lado derecho de la imagen: “Arriba España”. Estos sellos nos muestran cuáles eran las prioridades de los bandos combatientes, las que a su vez se relacionan con sus nombres: a uno le interesaba el provenir de la población y al otro el mantenimiento de una nación, con su simbolismo e instituciones “tradicionales”. Además, si vemos los sellos, a simple vista se observan diferencias de estilo: uno es un dibujo, una caricatura de un niño que se proyecta al futuro por medio de su sombra, lo que nos indica la conciencia que existía en aquel momento sobre el provenir de los niños y de la juventud, preocupación relacionada con la educación y el alto número de parados existentes en el país, y que fue una de las preocupaciones principales de la Segunda República Española, mientras que en el segundo se resalta lo “nacional” y lo relacionado con lo militar.
I. La Guerra Civil:

Pasando propiamente a lo que significó el desarrollo de la Guerra en sí debemos separar por ámbitos los que fueron los diversos padecimientos de los niños:
a) Los bombardeos aéreos: Como describe el embajador chileno, Aurelio Núñez Morgado: “Las noches son pavorosas. Los reflectores, en todas direcciones, barren el cielo en busca de aviones de guerra y las explosiones de minas y el tableteo de las ametralladoras se dejan sentir en forma constante. No se puede, no se desea, dormir, se lucha contra el sueño en el temor de que durante estos momentos de inconciencia nos sorprenda un bombardeo sin darnos tiempo de buscar, contra los proyectiles, el amparo relativo de los sótanos5. Lo anterior ha marcado claramente la vida de quiénes vivieron estos eventos, ya que como muchos de los testimonios muestran, muchos niños pasaron su primera infancia en estas condiciones, nada adecuadas para el desarrollo tanto físico como psicológico de los mismos.
b) La destrucción de edificios y viviendas: Por la crudeza de la Guerra misma, la destrucción de casas y edificios en general fue algo común.

Por lo anterior, tenemos dos situaciones principales a destacar:

  • La destrucción parcial de edificios, que dejaba a la intemperie a la población, sin tener ninguna posibilidad de reconstruir o reparar techos desaparecidos, vidrios rotos, etc.

  • La destrucción total de las casas, que llevó a muchos a vagar por las calles o buscar refugio en lugares públicos como el metro. Si tenemos encuentra las condiciones climáticas de gran parte del territorio centro norte español, nos damos cuenta de las crudeza de las situaciones vividas. Por ejemplo: "El 1° de Enero, la capital, privada de combustible, se ve sorprendida a medianoche, por una intensa nevada, anunciadora de un año de sacrificios y privaciones. El termómetro, durante quince días , se mantiene a varios grados bajo cero. El agua se ha helado en las cañerías. Apenas se encuentra que comer. Los ancianos sucumben y numerosos niños mueren de frío6


c) La incertidumbre: Durante toda la Guerra Civil, las Embajadas fueron un constante foco de tensión, puesto que en ellas se albergaban a personas del bando contrario al que dominaba la ciudad, Por ende, no fueron raros los episodios por los que estas eran asaltadas y su población eliminada. Por ejemplo, el 28 de enero 1938, tenemos que “...ha sido asaltada la Legación de Turquía y detenidos todos los asilados refugiados en ella, incluso las mujeres y los niños... Con motivo de tal asalto, reina el pánico entre los asilados de nuestra Embajada7.

Además de este constante peligro, los niños debían afrontar el miedo y la desconfianza a que el refugio que habían encontrado fuese cerrado, tal como ocurrió en 1937, cuando el representante de El Salvador recibió instrucciones de su Gobierno de abandonar el país, avisándole con tres días de anticipación a sus huéspedes que debían “buscarse” otro asilo.
d) El hambre: “Se ven en las calles ancianas desgreñadas y criaturas famélicas, con los ojos brillantes de hambre, que le disputan a los perros, escuálidos y con las costillas salientes, los desperdicios amontonados en las aceras... cada semana mueren de inanición alrededor de 1.500 niños y pasan los meses sin leña, sin carbón, sin alimentos8.

Los niños que se encontraban al interior de los locales chilenos, tenían la suerte de contar al menos con algún tipo de alimento, puesto que se procuraba entregar al menos lo básico. “... no se les da desayuno excepto a personas de edad que toman la leche disponible... en el almuerzo comen un plato de soja cocida con agua y sal exclusivamente... en la noche se les sirve un plato de sémola igualmente cocida con agua y sal... para todos el día, 100 a 150 gramos de pan por persona, y en muchas ocasiones, nada9.

Es más: dentro de la misma Embajada se producían situaciones francamente extremas, como por ejemplo, el caso de tres hermanos que estaban enfermando por la falta de comida: “uno de ellos tiene las piernas y los brazos torcidos, otro ha enloquecido y el más pequeño lleva el cuerpo lleno de ampollas10.
Fotografía N° 1: Dos niños de la calle, Alcalá de Henares, 194011.



e) La enfermedad: En este caso, también dividimos la enfermedad en dos tipos: enfermedades propias de la persona, vale decir de nacimiento, y secuelas causadas por la Guerra. Para 1938, la embajada de Chile en Madrid debió gestionar la salida de un niño epiléptico, puesto que éste no podía ser atendido como tal en los hospitales, debido a la urgencia de atención que reclamaban los heridos por la Guerra.

Además de las enfermedades propias de los menores, se sumaron los accidentes provocados por la guerra, por los que muchos niños se vieron mutilados. Por lo anterior, fue que el Embajador de Chile, decidió recoger a un menor que encontró en la calle, quien tenía ambas manos destrozadas: “Lo encontré en la calle, mordiendo, como un animalito, la corteza de un árbol. Le he procurado alimento constantemente y ha sido necesario dárselo en la boca, como a un pajarito... Para huir de la sensación horrenda que me producía la visión de sus manos, levantaba la vista hacia el rostro angelical del pobre niño que sonreía, olvidando la catástrofe irremediable de su vida futura, vida reducida a una inutilidad perpetua y sin esperanzas12.
f) La muerte: Podemos subdividir la muerte que debieron afrontar los menores de edad en dos tipos: la propia, o la de los padres o familiares más cercanos.

En el caso de la propia, esta tiene varias causas:

  • La muerte por ser familiar de un político influyente, o ser de una clase social determinada. Por ejemplo, en el caso del bando republicano, uno de los mayores abusos que cometió lo realizó por medio de loa llamados “tribunales Populares”, donde jóvenes de 18 a 25 años se convertían en jurados de los presos políticos de las cárceles. Estos presos “...son transportados a distintos pueblos próximos a la capital, donde son inmoladas sus vidas, arrojando después sus cadáveres al río... En muchos casos, los cadáveres son horriblemente mutilados y despojados de sus vestiduras para impedir toda identificación... se puedes comprobar los asesinatos de numerosas mujeres, muchas de ellas ancianas de más de 70 años, y niños, algunos de los cuales no llegan a dos años13.

  • De hecho, muchos niños fallecidos, ni si quiera pudieron optar a tener un entierro digno, puesto que no había ataúdes, tanto por la gran cantidad de muertes, como porque éstos eran utilizados para hacer leña. Además, hubo casos en que los ataúdes eran “arrendados”, para trasladar un cuerpo al cementerio a cambio de comida, tras lo cual, se devolvía el cajón mismo para ser reutilizado nuevamente. Un ejemplo más concreto lo tenemos para el año 1939, año en que la Guerra termina, momento en que se describe la entrada a un cementerio: “Mientras aguardamos el turno de entrar, armados de paciencia junto al ataúd de tablas sin pintar, penetran y penetran sin cesar carrozas y carrozas, en su mayoría blancas – mas bien dicho grises, endebles, desteñidas, semi destrozadas – y siempre solas, desamparadas, sin madres, sin hermanitos: niños que han muerto de hambre y de miseria, viditas nacidas en la noche aciaga, angelitos que han atravesado, entre lágrimas, un mundo desolado de odios e infamias14.

  • En relación con la última cita, tenemos también la muerte de los familiares, de los padres o de uno de ello, lo que si en muchos casos los dejaba solos, en otros los afectaba psicológicamente: “Un muchacho conocido, asilado en mi casa, creía ver en todas partes, al asesino de su padre y era tal su obsesión que se hacía necesario amarrarlo en su cama para evitar que, en su exaltación que rayaba en la locura, cometiera algún desmán de graves proporciones15


Además de lo anterior, muchos niños durante el conflicto sufrieron evacuaciones de los lugares que se encontraban en pleno conflicto, entendiéndose por evacuación el traslado de parte de la población a lugares fuera del alcance del conflicto, siendo los más cercanos Francia, Bélgica e Inglaterra, y los más lejanos la URSS y México.

Es, dentro de este concepto que se producen dos problemas fundamentales al interior de los bandos en conflicto:

  1. La utilización de los refugiados como medio de presión, el ser considerados un elemento de cambio más, quitándoles su calidad humana propiamente tal.

Este tipo de trabas puesto a los refugiados que trataban de ser evacuados, se repetía en cada una de las siete expediciones que salió desde Madrid a Barcelona para ser embarcados a lugares como Italia y Francia. Por ejemplo, para 1938 se nos señala que: “...las facilidades del lado republicano fracasan por las intransigencias con que se tropieza del lado nacionalista16. Además de lo anterior, se intentó en el mismo año canjear prisioneros de un bando por otro, produciéndose problemas como el siguiente: “En el mes de enero el General Franco hace saber que “no acepta el canje de asilados por prisioneros por cuanto equivaldría a no reconocer el Derecho de Asilo... Estarían dispuestos a “canjear asilados por republicanos en libertad que manifestaran sus deseos de pasarse a este lado... Aceptaría Burgos, asimismo, canjear detenidos gobernistas y oficiales de avanzada edad por militares de profesión asilados en la Embajada, esto es, cambiar militares viejos por militares capaces de cargar armas. Barcelona, claro está, no acepta estas sugestiones17.

Además de lo anterior, y ante el constante avance nacional, los republicanos fueron complicando la salida de personas del bando contrario, ya que por este medio buscaban impedir que muchos países que estaban realizando la acogida de los asilados reconocieran el Gobierno de Franco.


  1. La discusión de lo que era considerado como “edad militar”: ya que fue un problema recurrente en el desarrollo de la guerra, la presencia de menores de edad que podían ser considerados en edad militar, debiendo defendérseles u ocultárseles para que no tuviesen que ir al frente a combatir, donde probablemente encontrarían una muerte segura, dada su nula preparación para la guerra.

Por ejemplo, para el mismo año, 1938, sucedió que ante una de las evacuaciones de asilados, hubo 7 jóvenes que cuando ingresaron a la Embajada tenían entre 15 y 17 años, estando entonces en 1938 en edad, o cercanos, a la edad militar, debiendo ocultarse su verdadera edad con motivo de evitar que fuesen retenidos para ser enviados al frente.

Por otra parte, el fin de la Guerra no significó una mejora sustancial de las condiciones de vida de la población en general. Por ejemplo, tenemos que: “Las cárceles están repletas... las calles, llenas de mujeres pálidas y mal vestidas, de niños tristes y famélicos. Algunos pequeñuelos siguen, no obstante, jugando en las aceras con la inocencia propia de la infancia, pero hay otros que buscan afanosamente un alimento dentro de los tarros de basura estacionados en las puertas, como perritos hambrientos. Es hondamente penoso ver a los niños mutilados vagar por las calles...”


  1. El exilio:

Como primer punto a tener en cuenta, hay que señalar que mientras duró el conflicto se produjeron serie evacuaciones de los asilados en la Embajada de Chile en Madrid y de las legaciones que estaban a su cargo tanto en la misma ciudad como en otras partes, caracterizándose éstas por ser gente del bando nacional.

Al contrario, la principal emigración de republicanos que llegó al país, fue la conocida travesía realizada en el barco Winnipeg, cuyos pasajeros fueron cuidadosamente seleccionados para su traslado.

Además de lo anterior, debemos establecer diferencias fundamentales en cuanto al tipo de traslado que debieron afrontar los menores y las condiciones del exilio propiamente tal, las que dividiremos en:

    1. Exilio familiar: se refiere a los casos en que emigraron de España o de algún campamento ubicado en otro país, familias completas.

    2. Exilio solitario: se refiere al caso de aquellos niños que fueron llevados sin sus familias a algunos de los lugares habilitados para tales efectos, como fue el caso de México, donde se formó una pequeña colonia de niños españoles.

A su vez, podemos diferenciar los países receptores n dos tipos principalmente:

  1. Exilio en países con afinidad cultural, como fue el caso principal de México y Chile.

  2. Exilio en países sin afinidad cultural, que fue el caso de los niños que viajaron a la URSS, a Gran Bretaña, a Bélgica y a Francia.

Una última categoría, que destaca por su ironía, viene dada por aquellos menores hijos de republicanos, que tras el fin de la Guerra, tuvieron la posibilidad de volver a España porque el Gobierno del General Francisco Franco impulsó el regreso de los menores para ser “redistribuidos” entre las familias de los nacionales que quisieran adoptarlos.

Fotografía N° 2: Niña con fusil, 193718.


Conclusiones:

Las principales consecuencias que debieron afrontar los niños de la Guerra Civil Española y que vivieron un exilio, temporal o permanente:

      • Problemas psicológicos: muchos de los menores nunca lograron recuperarse totalmente de los traumas vividos tanto de la guerra, como de los problemas de adaptación sufridos en el exilio.

      • Problemas físicos: como se pudo observar a lo largo del presente trabajo, muchos niños sufrieron mutilaciones producto de la guerra, lo que a la larga también terminó convirtiéndose en un problema para la propia subsistencia y desarrollo de los mismos.

      • Problemas económicos: en el transcurso de la guerra, hubo una fuerte devaluación monetaria, a lo que se sumó la escasez de alimentos que sufrió el país. Por otra parte, y si bien los mismos exiliados que llegaron, por ejemplo a Chile, en un comienzo recibieron asistencia del gobierno y de la comunidad en general, hubo niños que tras recibir una buena acogida, con el cambio de Gobierno, fueron abandonados a su suerte.

En resumen: si fue difícil para los menores de edad afrontar el desarrollo de una Guerra Civil, no fue menos difícil para quienes emigraron a causa de la misma, ya que muchos perdieron todo contacto con sus familias, llegaron a países donde no hablaban el mismo idioma lo que les produjo un fuerte desarraigo cultural, etc.

Más allá de lo terrible de las situaciones descritas en el presente trabajo, creo que el principal problema está basado en el hecho de que hasta el día de hoy se viven estos mismos episodios, y lo que me parece más grave, son mundialmente conocidos pero no se realiza ninguna acción efectiva para evitarlos o pararlos. En este momento tenemos el caso de los niños palestinos, libaneses e israelíes, que diariamente mueren a causa de un conflicto, que muchos de ellos ni siquiera entienden y que deben afrontar por el sólo hecho de haber nacido en un lugar y pertenecer a un bando determinado. Si revisásemos la historia con el objetivo de no repetir los errores del pasado, si quienes atacan sin piedad tuvieran conciencia del daño que se provoca a los inocentes y no lo justificaran con el simple término de “daño colateral”, tal vez podríamos recordar estos episodios sin sentimentalismo ni parcialidad, viéndolos objetivamente como hechos del pasado.
Bibliografía:


      • Archivo de Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Vol. 1533, Oficios confidenciales recibidos de la Embajada de Chile en España y Consulados de Chile con antecedentes Revolución Española, 1936-1939.

Archivo de Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, Vol. 1533 D, Embajada de Chile en España. Correspondencia recibida de Consulados y Misiones de Chile y Extranjeras, Autoridades, particulares y varios, 1936.

- Alted Vigil, Alicia. “El “instante congelado” del exilio de los niños de la Guerra Civil española”, http://www.unive.it/media/allegato/dep/immagini/26-El_instante_congelado.pdf

- Ferrer Mir, Jaime. Los españoles del Winnipeg, el barco de la esperanza, disponible en: javascript:open_window("http://maule.bndechile.cl:8991/F/TTEPSFF46CIXAM3C8U96V4BM7LEMKN5RYR4MGXV8RBAQ966JRH-00917?func=service&doc_library=BNC01&doc_number=000261476&line_number=0002&service_type=MEDIA").

1 www.rae.es.

2 El secretario, Fausto Soto, asumió la responsabilidad de los ciudadanos alemanes y los guatemaltecos, ya que sus representantes diplomáticos emigraron al comenzar el conflicto. A lo anterior, se sumó el hecho de que en Encargado de Negocios chileno, Carlos Morla Lynch, asumió como decano del cuerpo Diplomático de los representantes extranjeros que aún quedaban en la capital, por lo que debió tratar de que durante el conflicto no se violasen las representaciones diplomáticas ni se dañase a los asilados, además de mantener comunicación constante con el Gobierno para saber sobre el desarrollo del conflicto y sus implicancias más allá de la ciudad, dado que las comunicaciones se encontraban cortadas con otras partes del país.

3 Di Tella, Torcuato. Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas, p. 34.

4 Sellos extraídos de: http://www.barranque.com/guerracivil/sellos.htm

5 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

6 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

7 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

8 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

9 Archivo Minrel., s/f.

10 Memoria de la Embajada de Chile en Madrid, 19 de abril de 1939.

11 Fotografía extraída de: Alted Vigil, Alicia. “El “instante congelado” del exilio de los niños de la Guerra Civil española”, http://www.unive.it/media/allegato/dep/immagini/26-El_instante_congelado.pdf. La fotografía es presentada de la siguiente manera: Dos niños de la calle, Noviembre de 1940.

Ministerio de cultura, Archivo General de la Administración. Alcalá de Henares.

12 Memoria de la Embajada de Chile en Madrid, 19 de abril de 1939.

13 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, diciembre 28 de 1936.

14 Memoria de la Embajada de Chile en Madrid, 19 de abril de 1939.

15 Memoria de la Embajada de Chile en Madrid, 19 de abril de 1939.

16 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

17 Archivo Minrel., Vol. 1533 D, 1938.

18 Fotografía extraída de: Alted Vigil, Alicia. “El “instante congelado” del exilio de los niños de la Guerra Civil española”, http://www.unive.it/media/allegato/dep/immagini/26-El_instante_congelado.pdf. La fotografía es presentada de la siguiente manera: Fotografia 1 Niña con fusil en la mano, h.1937.

CEGES-SOMA, Bruselas

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