FEDERICO GARCÍA LORCA Biografía Nace en Fuentevaqueros, pequeño pueblo granadino, en 1898 en una familia acomodada, lo que lo acerca a la naturaleza y a la sabiduría popular y al folclore de la tierra andaluza.
En 1919 se traslada a Madrid y vive en la Residencia de Estudiantes, centro de pensamiento moderno y liberal dentro de un país tradicional y conservador. Allí conocerá a los artistas de su generación.
En 1928, Romancero gitano, se hizo popular nada más publicarse, pero la lectura excesivamente populista y folclórica de su obra lo lleva a una crisis personal y artística.
En 1929 viaja a Nueva York donde encontrará una nueva voz poética que se plasmará en Poeta en Nueva York.
En su regreso a España, durante la República, crea y dirige La Barraca, compañía teatral que lleva a los pueblos de España el teatro clásico.
En 1936 se le aplica la ley de fugas: los nacionales consideraban a Lorca un enemigo, porque el poeta era un intelectual defensor de los débiles, y estaba considerado por ellos como un revolucionario. Además, era homosexual, algo que les cayó mal a los conservadores nacionalistas. La creación literaria y la vida de Lorca establecen su sincero interés por los pobres y explotados y su respeto por el espíritu y la libertad de cada individuo. Lorca no pertenecía a ningún partido político, pero admitió que era un autor comprometido como, según él, debían ser todos los poetas.
Poética Inspiración: fue un poeta dotado de talento e inspiración para todo tipo de manifestaciones artísticas (poesía, pintura, música).
Trabajo: era muy riguroso en la elaboración de sus poemas; por sus manuscritos se comprueba una constante labor de perfeccionamiento.
Conocimientos: su profundo conocimiento de la poesía española tanto tradicional como clásica hace que logre dominar las técnicas poéticas y adaptarlas a su universo poético.
Interpretación: transfigura poéticamente la realidad por lo que el lector tiene que realizar un esfuerzo de interpretación.
Temas Tema nuclear: la frustración en una doble vertiente: íntima y social. De éste derivan otros temas recurrentes en toda la obra lorquiana tanto poética como teatral:
El amor con un significado doble:
La pasión erótica como fuente de energía vital.
La frustración amorosa.
La esterilidad.
La muerte como:
consecuencia del fracaso amoroso.
destino trágico e inevitable del ser humano.
En la representación lorquiana de la muerte hay un fondo cristiano.
La infancia:
La niñez como edad de la inocencia y la pureza.
Los niños como símbolo de los desvalidos.
La denuncia social:
Denuncia de los oprimidos (gitanos, negros y mujeres) como símbolo de la opresión en general.
Denuncia de las imposiciones morales y sociales.
Estilo Aunque su estilo poético va variando según los diferentes momentos de su trayectoria poética, se pueden ver algunas constantes:
No usa un lenguaje abstracto sino que parte de lo sensorial: de ahí la abundancia de personificaciones o metáforas plásticas.
Uso de imágenes de raíz barroca, concretamente gongorina.
Uso de palabras cargadas simbólicamente (muchas de ellas procedentes de la poesía tradicional): la luna, la sangre, el agua, el caballo, las hierbas, los metales. Estos símbolos no tienen siempre la misma significación, así la sangre puede simbolizar la vida pero también la muerte.
Rigor en la construcción del poema: uso de alegorías y paralelismos.
Importancia de la musicalidad del poema.
Trayectoria poética Ante todo hay que destacar su versatilidad para escribir adaptándose a casi todos los estilos y modos poéticos. En su obra se pueden distinguir tres etapas:
Etapa de estilización de las formas populares y clásicas, representada por su Romancero gitano.
Etapa de ruptura con la tradición y que deja paso a una estética surrealista con Poeta en Nueva York.
Etapa de vuelta a la estética tradicional pero depurada con Sonetos del amor oscuro.
Lorca dramaturgo Temas centrales Destinos trágicos, pasiones condenadas a la soledad o a la muerte, amores marcados por la esterilidad, encarnados, generalmente, en mujeres.
Frustración en un doble plano que con frecuencia se entrecruzan:
Plano metafísico: las fuerzas enemigas son el tiempo y la muerte.
Plano social: los enemigos son los prejuicios de casta, las convenciones sociales, los yugos sociales, que impiden la realización personal.
Revitalizador de los grandes mitos trágicos.
Concepción del teatro Conjunción de la dimensión humana y la poética: convivencia de poesía y realidad, es decir, transmutación poética de sus temas y sus personajes.
Dimensión didáctica: el teatro como instrumento para la edificación de un país.
Dimensión social y popular.
Influencia de las tradiciones teatrales Raíz modernista: sobre todo en sus primeras obras.
El drama rural.
El teatro clásico (Calderón, Lope).
Teatro popular: teatro de títeres.
Tragedia griega y shakespeariana.
Teatro de vanguardia.
Estilo y lenguaje Mezcla de verso y prosa: a medida que avanza en su producción la prosa irá ganando terreno.
Diálogos vivos, con nervio e intensidad.
Habla de sabor popular y poderoso aliento poético (convivencia entre poesía y realidad).
Abundante presencia de símbolos, metáforas, comparaciones y connotación emotiva, sensorial e imaginativa.
Trayectoria dramática Primera etapa (años 20): primeros pasos y experimentación de formas y registros distintos.
El maleficio de la mariposa: obra de raíz simbolista sobre el amor imposible.
Títeres de cachiporra: teatro de títeres, de inspiración infantil, que revelan la nostalgia por la inocencia perdida.
Mariana Pineda: drama histórico en verso que trata sobre el amor trágico.
La zapatera prodigiosa: farsa violenta que trata sobre la ilusión insatisfecha. Ritmo ágil, gracioso, de insuperable garbo popular.
Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín: farsa que trata de otro caso de amor trágico.
Retablillo de don Cristóbal: farsa para guiñol y nuevo caso de amor desigual tratado ahora con una desvergonzada frescura popular.
Segunda etapa (principios de los años 30): la experiencia vanguardista, surrealista.
Los “misterios” o “comedias imposibles”: desata la imaginación y el lenguaje bajo el influjo surrealista.
El público: “auto sacramental” sin Dios, cuyos personajes encarnan las obsesiones y los conflictos secretos del poeta. Tres intenciones son perceptibles: una acusación a la sociedad, el público, que condena y crucifica al homosexual; una crítica de quienes no reaccionan valiente y dignamente contra tal represión; y una proclamación de la licitud de toda norma de amor. Todo ello expresado en clave alegórica de suma audacia, aparentemente surrealista.
Así pasen cinco años: ilustra el tema de la frustración íntima.
Tercera etapa (últimos años). La plenitud: el hermanamiento del rigor estético y el alcance popular.
La mujer va a ser la protagonista como ser marginal (al igual que los niños, los gitanos o los negros) que representa, a la vez, la inocencia o la pasión elemental, pura.
Bodas de sangre: tragedia basada en un hecho real que trata de un amor imposible, ya que desborda las barreras sociales y morales, y trágico, ya que acabará en muerte.
Yerma: drama de la mujer condenada a la infecundidad, con todo su alcance simbólico.
Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores: drama sobre la espera inútil del amor, la esterilidad y la frustración. Combina lo patético con lo ridículo de modo magistral.
La casa de Bernarda Alba: culminación del teatro lorquiano.
La casa de Bernarda Alba. Drama de mujeres en los pueblos de España.
Génesis. El género
Escrita en la primavera de 1936 (últimos meses de su vida) en poco tiempo pero después de una larga meditación sobre el tema y la obra.
Drama:
porque no comporta los elementos míticos que debe llevar la tragedia.
por el realismo del lenguaje.
por ciertas expresiones que cabría llamar cómicas.
Tragedia: por la esencial impresión de necesidad de la catástrofe, de lo inexorable de la frustración.
Drama rural: aunque trasciende el género.
Acentos shakespearianos, calderonianos.
Planteamiento y temática Tras la muerte de su segundo marido, Bernarda Alba impone a sus cinco hijas, como luto, una larga y rigurosa reclusión.
Exageración de una costumbre real, de una tradición llevada a extremos increíbles que la sitúa en el plano de lo legendario, de lo simbólico, del mito. Estos planteamientos se dan en la tragedia griega y en la shakesperiana.
En esta situación límite las pasiones, los conflictos, las fuerzas, se agrandarán y desarrollarán hasta la exasperación.
Catalizador de las fuerzas encerradas en la casa será la figura de Pepe el Romano, pretendiente de Angustias, la hija mayor y heredera, pero atraído por la juventud y belleza de Adela, y amado por Martirio.
Tema central: “enfrentamiento entre autoridad y libertad”, “conflicto entre la realidad y el deseo”, “rebeldía contra represión y la tradición”.
Bernarda Alba representa la autoridad, la represión, la tradición, y sus hijas encarnan una gama de actitudes que van desde la más pasiva sumisión a la rebeldía más abierta.
Frustración irreparable: la sumisión es frustrante y la rebeldía es imposible y está abocada a la muerte.
Esta frustración se sitúa en el plano de lo social, con un fuerte componente moral.
Subtemas: “la moral tradicional y la presión social sobre los individuos”, “las diferencias sociales, o lo que llamaremos el orgullo de casta”, “la condición de la mujer en la sociedad española de la época”.
La casa y el mundo exterior.
La acción transcurre en la casa: espacio cerrado, propicio para las situaciones límites; mundo del luto, la ocultación, el silencio (se alude a la casa como “convento”, “presidio”, “infierno”); atmósfera sofocante.
Simbología de la casa: el mundo de la coerción, de la privación de la libertad, que pone barreras a las fuerzas de la vida y en el que se respira la muerte.
El mundo exterior:
De él llegan ecos de las pasiones elementales, de un erotismo desatado (Paca la Roseta, los segadores, la mujer vestida de lentejuelas, la hija de la Librada).
El mundo del qué dirán, de las convenciones sociales, de las que Bernarda será un eco amplificado hasta lo insoportable. La crítica, la murmuración, se ven desde el principio y la moral estrecha y estricta en que se basan planea sobre los personajes sin respiro. La reacción contra la hija de la Librada marca el extremos al que se puede llegar.
Los personajes
Bernarda: su nombre significa ‘con fuerza de oso’ y es la encarnación hiperbólica de las fuerzas represivas.
Representa las convenciones sociales y morales más añejas:
Reconoce la importancia de las críticas y su celo incluye los aspectos más externos (las apariencias).
Lo concerniente a lo sexual está en el centro de tal mentalidad: a los impulsos eróticos opone la decencia, la honra, la obsesión por la virginidad.
Tales ideas corresponde a la concepción tradicional de la mujer frente al hombre: las convenciones sociales serán más estrictas para las mujeres.
Todo esto va unido al orgullo de casta, a la pertenencia a un grupo social superior.
Representación de la autoridad, el poder:
Simbolizado por el bastón.
Se expresa en el uso del lenguaje prescriptivo.
Poder irracional unido a un cierto voluntarismo que le hace tomar sus deseos por realidades.
Personaje no sólo representativo, sino también individualizado, con su voz propia, convirtiéndose en uno de los grandes personajes del teatro universal.
Las hijas: viven entre la reclusión impuesta y el deseo del mundo exterior. Los anhelos eróticos o de amor podrán aparecer unidos a la idea de matrimonio, único cauce permitido para salir del encierro. Cada hija mantendrá una actitud diferente que se expresa en el simbolismo de sus nombres.
Angustias (39 años): primogénita y heredera de la fortuna atraerá por ello al pretendiente, Pepe el Romano. Para ella el matrimonio significa la salida de la casa, del “infierno”. Pero no hay en ella pasión o ilusión verdadera.
Magdalena (30 años): da muestras de sumisión al tiempo que protesta amargamente por su situación.
Amelia (27 años): es el personaje más desdibujado, pero se muestra resignada, medrosa, tímida.
Martirio (24 años): es un personaje más complejo. Pudo haberse casado si su madre no se hubiera opuesto por motivos de orgullo de casta, lo que explica su resentimiento. Su actitud ante los hombres es turbia: por un lado reniega de ellos y, por otro, arde con una pasión que la lleva hasta una irreprimible y nefasta vileza.
Adela (20 años): encarnación de la abierta rebeldía. Su vitalismo se manifiesta en el símbolo del traje verde que se pone. Su fuerza, su pasión, le hace prorrumpir en exclamaciones “escandalosas”. En desafío abierto con la moral establecida está dispuesta a convertirse en amante de Pepe. El momento culminante de su rebeldía será aquél en el que rompe el bastón de Bernarda. Pero la suya será un rebeldía trágica.
Otros personajes:
María Josefa, la abuela: como ciertos personajes de Shakespeare en sus palabras se mezcla la locura, la verdad y la poesía. Sus intervenciones tienen como efecto agrandar líricamente los problemas centrales: la frustración de las mujeres, el anhelo de matrimonio y de maternidad, el ansia de libertad, de espacios abiertos...
La Poncia: como vieja criada podría ser de la familia –y, en efecto, interviene en las conversaciones, en los conflictos, hace advertencias, aconseja, incluso tutea a Bernarda- pero ésta siempre le recuerda las distancias que las separa. Ella asume su condición pero está llena de un rencor contenido. En las conversaciones con las hijas, su modo abierto y descarado de hablar de lo sexual aportará un elemento de contraste y turbias incitaciones. Pero por encima de todo es un personaje inolvidable por su sabiduría rústica, por su desgarro popular y por el sabor, la riqueza y la creatividad de su habla.
La otra criada: participa del rencor hacia su ama, aunque se muestra sumisa e hipócrita. Obedece a la Poncia pero se muestra ruda con la mendiga, lo que remarca el mundo rígidamente jerarquizado ante el que nos encontramos en la obra.
Las vecinas y Prudencia: mujeres de luto que asisten al duelo y que son como un coro con sus rezos y habladurías.
Pepe el Romano: aunque no aparece en escena es un personaje omnipresente. Es la encarnación del Hombre, del oscuro objeto de deseo. Aunque todo lo que de él se va diciendo compone un retrato bastante perfilado (se destaca su doblez), su papel es esencialmente catalizador de las fuerzas latentes. De ahí su fuerza, que es ponderada hiperbólicamente por varias voces.
La estructura El desarrollo de la acción: en ese espacio cerrado muestra un excepcional sentido de la progresión dramática. Lorca plantea el conflicto y lo va llevando “in crescendo” con momentos de máxima tensión y con algún instante de aparente distensión. Los acontecimientos se presentan perfectamente trabados, con un encadenamiento necesario, inexorable.
Este encadenamiento viene reforzado por el hecho de que los actos no se subdividen en escenas.
Realismo poético Riqueza costumbrista: contacto con la vida de un pueblo con sus incidentes y comadreos, con las faenas del campo o las labores domésticas, con tradiciones como las que conciernen al duelo y al luto, a la herencia con sus particiones o al noviazgo aldeano con la petición, las conversaciones a través de la reja de las ventanas, la confección del ajuar, etc.
Lo realista queda transcendido por la desmesura, la exasperación, el planteamiento e intensidad de las pasiones, pasando por la hiperbólica figura de Bernarda, que lo acercan a Shakespeare o Dostoievski.
Las realidades aparecen cargadas de un gran simbolismo.
La realidad aparece transfigurada en un prodigio de arte.
El diálogo. El lenguaje La maestría del diálogo: su fluidez, nervio, intensidad; predominio de réplicas cortas y rápidas; y, a veces, la sentenciosidad; unión de realidad y poesía.
Papel del lenguaje en la impresión de realidad: intenso sabor popular, andaluz, sin recurrir a vulgarismos fáciles más propios del sainete, que se muestra en determinados giros y palabras pero, sobre todo, en un característico gusto por la hipérbole y una peculiar creatividad.
Dimensión poética del diálogo: motivada por la creatividad del habla andaluza a la que se une la del propio Lorca. Su fundamento, además del simbolismo, son las abundantes imágenes y comparaciones, que no contradicen el sabor popular.
El lenguaje desempeña un papel primordial en la creación de la atmósfera dramática como en la individualización de los personajes.
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