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![]() CONSECUENCIAS DE LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN EL DUCADO DE HÍJAR: LAS CONCORDIAS DE BEZARES The Consequences of the War of Independence for the Duchy of Híjar: the Concords of Bezares Mª José Casaus Ballester* Doctora en Historia y Archivera. Resumen La nobleza aragonesa, al igual que la del resto del país, adoptó diversos posicionamientos en la Guerra de la Independencia a partir del 2 de mayo de 1808. Los hubo < Palabras clave: Guerra de la Independencia; nobleza, ducado de Híjar, concordia de Bezares. Abstract The Aragonese nobility, like the rest of the conuntr’s aristocracy, behaved in diverse ways in the War of the Independence after May 2, 1808. Some supported the French while some others took the side of the Spanish people. All this had an impact on the different dominions, and those owned by the Duke of Híjar in Teruel were not an exception. In actual fact, the Duchy of Híjar was affected by the succeeding concord of Bezares. Named after the accountant and secretary of the House of Híjar who signed it once the armed conflict was over, the document was an attempt to bring together the interests of the Duke and those of his vassals. Key words: War of Independence, nobility, Duchy of Híjar, Concord of Bezares. 1. Introducción Sin lugar a dudas, el siglo XIX en España puede considerarse como uno de los más intensos desde un punto de vista histórico: la guerra de la Independencia española o guerra del francés (1808-1814); la pugna del liberalismo con el absolutismo monárquico, que, entre otras consecuencias, dio lugar a la redacción de nueve normas constitucionales1; la legislación abolicionista hasta la desaparición del régimen señorial2; las desamortizaciones3; el retorno del viejo orden que supuso el reinado de Fernando VII (1814-1833), tras cuya muerte se inició la Primera Guerra Carlista (1833-1840); las regencias de Mª Cristina (1833-1840), que se vio obligada a abdicar y exiliarse a Francia, y de Baldomero Espartero (1840-1843), que también se exilió a Inglaterra y después, la proclamación de la mayoría de edad de Isabel II en 1843; la Segunda Guerra Carlista (1846-1849); la revolución de 1868, que llevó a la reina a abandonar la Corona de España y abdicar, desde el exilio francés en 1870, en el hijo que luego reinaría con el nombre de Alfonso XII; así como la Tercera Guerra Carlista (1872-1876); la I República (1873) y finalmente la restauración borbónica en la persona del mencionado Alfonso XII. 2. Sobre la Guerra de la Independencia (1808-1814) El estudio de este conflicto constituye una de las grandes tendencias historiográficas contemporáneas, como ya puso de manifiesto Maestrojuan Catalán (2002) o F. Durán López (2002), afirmando que < “Para juzgar la relación que guarda el género autobiográfico con el proceso histórico desarrollado en España entre mayo de 1808 y mayo de 1814, habría que empezar resaltando un dato ya conocido: la convulsión bélica, social y política abierta tras la ruptura del Antiguo Régimen supone el punto de partida de la etapa moderna de este género, ya que justifica que multitud de personas implicadas en unos hechos que directa o indirectamente afectaron a toda la nación se sintiesen obligados a escribir acerca del papel que jugaron en esos hechos. No es casual: las grandes conmociones históricas marcan de tal manera la vida colectiva que en todas partes atraen hacia sí una enorme cantidad de escritura autobiográfica…” (Ibidem). Todo ello ha dado lugar a gran número de libros4, estudios, trabajos, congresos, etc., de diferente envergadura tanto por su contenido ideológico, según el momento en que fueron escritos o realizados, lo que pone de manifiesto García Cárcel (2007), como por su temática5, tal y como puede apreciarse en la bibliografía que figura al final de este trabajo. Pero no pretendemos hacer un análisis de este conflicto bélico o un estado de la cuestión, sino que, simplemente, las siguientes líneas tratan de contextualizarlo en Aragón, y principalmente en los pueblos del Ducado de Híjar, pues, se vivió un estado militar decretado por José Rebolledo de Palafox y Melci (*Zaragoza, 28.X.1775-+Madrid, 15.II.1847)6, el 27 de mayo de 1808; una vez en posesión de la capitanía general del reino, Palafox tuvo que preparar la defensa ante los franceses y la administración debió emplearse a fondo para recaudar fondos y recursos de todo tipo. No obstante, su acción ha sido sometida a revisión crítica (Lafoz Rabaza. 1992), pudiéndose afirmar, por ejemplo, que Palafox fue “… Un tipo con suerte. Héroe circunstancial. Supo estar donde tocaba en cada momento, liderar el heroísmo popular del segundo sitio y capitalizarlo políticamente y hasta históricamente, aunque no le han faltado sombras a su comportamiento….” (García Cárcel. 2007:169). Además, durante la ocupación francesa, por lo que respecta a la organización, existió un Gobernador General, el conde mariscal Luis Gabriel Suchet, con plenitud de poderes legislativos, gubernativos, judiciales y militares. Su autoridad se extendió a la demarcación de Tortosa y también, en parte, a la de Lérida y Valencia; hubo también una segunda autoridad, la del Intendente General del Reino de Aragón (institución que ya existía con anterioridad), además del Comisario General. En cuanto a la administración territorial, los franceses la reformaron asentándose en la ya existente. Hasta 1809 Aragón fue una sola provincia, que recibió el nombre de reino y estaba dividida en 13 partidos7, llamados corregimientos porque en cada uno de ellos estaba un Corregidor Principal, que era la autoridad en quien delegaba el Monarca a través de los Intendentes. La administración francesa quiso importar experiencias de su imperio a través de las prefecturas, que en Aragón no cuajaron, si bien se consideraron hasta tres: Zaragoza, Huesca y Teruel. A pesar de la falta de vigencia, es interesante destacar, además, las subprefecturas existentes: dos en Zaragoza, una en Calatayud y otra en Híjar; dos en Huesca, una en Jaca y otra en Barbastro, y una en Teruel, la de Aliaga. Las reformas no cesaban a medida que la experiencia y posibilidades lo aconsejaban. El 12 de junio de 1812 Suchet crea 4 provincias: Zaragoza, Huesca, Teruel y Alcañiz. En cada una de ellas se nombró un Intendente Particular para distinguirlo del Intendente General del Reino; estas nuevas demarcaciones se basaban en los partidos ya existentes: a la de Zaragoza fueron los de Tarazona-Borja, Cinco Villas, Calatayud y la propia capital; a la de Huesca, los de Huesca, Barbastro, Benabarre y Jaca; a la de Teruel, los de Teruel, Albarracín y Daroca; y a la de Alcañiz, el de Alcañiz y los de reciente creación, Fraga y Caspe. Posteriormente, en 1821, se vuelve a dividir en cuatro provincias: Zaragoza, Huesca, Teruel y Calatayud; con la aprobación el 27 de enero de 1822 por las Cortes españolas provisionalmente, desapareciendo todas las referencias a los antiguos reinos y permaneciendo ausente cualquier connotación histórica. Situación vigente hasta el Trienio Liberal, antes de que, en 1833, Francisco Javier de Burgos realizara la que perdura en la actualidad. Mas allá de estas reestructuraciones, el conflicto armado fue una guerra total que afectó a todo el país, siendo en parte defensiva en cuanto que se dieron muchos casos de resistencia frente al acoso o al asalto francés pero también en algunas ciudades fueron los aliados los asaltantes y los franceses los defensores. Los denominados < En este contexto, conviene recordar que aunque al principio de la guerra las Juntas lograron movilizar a la población, la decepción fue rápida y generalizada, sin estar acompañada de una institucionalización a la altura de las circunstancias y con el agravante de que la instrucción profesional del ejército español era deficiente, al igual que el material de guerra. No obstante las tropas enviadas en principio a España por parte de los franceses, tampoco contaban con sus mejores efectivos, surtiéndose de muchos mercenarios procedentes de los ejércitos regulares de los satélites de Francia, como es el caso de Polonia. Incluso en la actualidad, en cuanto a la cuestión guerrillera, a veces sobredimensionada, los estudiosos del tema coinciden en que no se puede hablar de guerrillas antes de 1809, momento en que se constituyeron partidas integradas por elementos paramilitares procedentes del ejército regular disperso y por personal civil cuyo único y común objetivo era el de derrotar al ejército francés. Esta resistencia fue propiciada por factores como el rechazo a determinadas muestras de crueldad o rapacidad del ejército invasor, la orografía del país y una tradición bandolera en determinadas comarcas ( García Cárcel. 2007: 138). Este movimiento, llamado peyorativamente por los franceses brigandage o bandolerismo, hizo estragos por su violencia feroz, realimentada por la represión que ejercieron los franceses sobre los propios guerrilleros o sus familias. Las torturas feroces ejecutadas por los guerrilleros son de echar a temblar: hombres apedreados hasta morir, hervidos en aceite, serrados por la mitad, muertos de sed tras haber sido enterrados hasta el cuello, orejas y narices cortadas […] La leyenda de la crueldad de los guerrilleros debilitó al ejército francés. La estrategia del enemigo invisible los desazonaba […]”9. Sin olvidar que tuvieron también problemas con campesinos y población civil y, por supuesto, con el ejército español10. Obviamente, los castigos de los franceses a quienes los protegían, fueron sumamente duros: así, Albalate del Arzobispo y Calanda, municipios que ampararon al guerrillero conocido como Cantarero, recibieron fuertes sanciones económicas (Gascón y Guimbao. 1908:175). En la zona del denominado durante mucho tiempo Bajo Aragón son conocidas las numerosas y cruentas batallas que se desarrollaron11. Al frente del Corregimiento de Alcañiz y su partido estaba Antonio Busi, reemplazado por Joaquín Félez, alcalde mayor, que de manera interina ocupó el cargo hasta su fallecimiento en 1809. El comandante Jerónimo Torres y el teniente Antonio Madera fueron comisionados para hacer una recluta general por estos pueblos. Se alistaron 10.000 y fueron más de 6.000, el 4 de junio de 1808. El día 11 del mismo mes llegó otra partida de Albalate del Arzobispo y pueblos limítrofes. Estas fueron destinadas en totalidad á nutrir batallones, pues escaseaba la oficialidad (Gascón y Guimbao. 1908:17). El 26 de diciembre de este año Palafox se encontraba en Samper de Calanda. Se juntaron hasta 2.000 hombres bajo su mando. Esta organización se conoció con el nombre de < Pero la violencia se desató en especial en 1809, cuando Joaquín Blake intentó recobrar la ciudad de Zaragoza y concentró sus tropas en Monroyo para alcanzar Alcañiz13. Conocemos el testimonio de uno de los implicados: mientras que el General Suchet salió camino de Alcañiz el 23 de mayo de 1809, Blake relata que: […] Participé á V[uestra] E[xcelencia], con fecha de 21 del corriente la evacuación de Alcañiz por los enemigos, y su retirada á Híjar, [La] Puebla de Híjar y Samper [de Calanda.] En este último pueblo dejaron un destacamento de bastante consideración. El día 21 envié a D[on] Casimiro Loy, teniente coronel de húsares españoles, con 80 caballos de su regimiento y 200 voluntarios de Valencia, para que hiciese un reconocimiento de la situación enemiga: lo verificó atacando á los que estaban en Samper, obligándoles a abandonar sus ranchos y mochilas, retirándose á La Puebla de Híjar […] (Gascón Guimbao.1908:196). Otro asunto a tener en cuenta es que los documentos e información disponibles revelan la existencia de estos conflictos pero también lo hace la ausencia de noticias al ser muestra de la mayor alteración habida en los lugares en los que faltan documentos al respecto. Es patente que los conflictos generaron documentos específicos14. Así, por ejemplo, los referentes a asuntos militares en los que constan las repercusiones económicas de los suministros a las tropas, según constatan durante 1815 y 1816 los administradores de algunos pueblos del ducado de Híjar al entregar a la Casa Ducal la relación de lo que les han dado a los franceses durante la Guerra de la Independencia y sus contribuciones15; contraponiéndose a la afirmación de Juan del Campo Valdés quien en su comparecencia de 1815 en calidad de mayordomo de la Casa ducal, entre otras cosas, dice que faltaban todos los expedientes y cuentas dadas por los administradores de los estados de Su Excelencia (Sala V. Leg.58. Doc.3-2); o documentos que informan de los abusos cometidos, aunque si bien en este caso Vicente Martínez, nombrado por la Comisión Imperial contador y agente principal de la administración de los bienes de la Casa de Híjar y colaboracionista de los franceses, trató de conservar las fincas y el valor de las rentas de la administración señorial, y aunque mitigó sus consecuencias, no pudo evitar que la administración se resintiera por este conflicto16. Otra de las secuelas de esta guerra, fue la sangría económica en forma de impuestos, contribuciones, etc.: La presencia de ejércitos y partidas viviendo sobre el terreno gravitó sobre las actividades económicas, alternando el ritmo de las fuerzas productivas. El colapso arruinó las haciendas locales” (Lafoz.1996:177). Además, muchos edificios quedaron destrozados, la población sufrió infinidad de robos y asaltos y también hay que señalar la merma demográfica, la pérdida de población, principalmente jóvenes y varones, que repercutió en la natalidad de los años posteriores. En este contexto y en lo referido a Zaragoza, resulta muy significativo el relato del bombardeo del Hospital de Nuestra Señora de Gracia, que contaba con más de 2.000 heridos, dementes y niños […] ardió en llamas; los infelices que en él se albergaban huyeron como pudieron, encontrándose en el Coso y en la calle de Santa Engracia entre dos fuegos. Los locos cruzaban las líneas ignorantes del drama que estaban viviendo, gritaban y reían frenéticos, como si magníficos fuegos de artificio representara la delirante escena que estaban presenciando, asociando quizá en sus pobres mentes todo aquel espectáculo con fragmentos ya vividos en otras fiestas de las que no llegaban a recordar el momento, ni el lugar (Marín Arruego. 1999:68). |