14. 5: La guerra civil. La sublevación militar y el estallido de la guerra. El desarrollo del conflicto: etapas y evolución de las dos zonas






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HISTORIA DE ESPAÑA Tema 14: la crisis del estado liberal, la segunda república y la guerra civil

14.5: LA GUERRA CIVIL. LA SUBLEVACIÓN MILITAR Y EL ESTALLIDO DE LA GUERRA. EL DESARROLLO DEL CONFLICTO: ETAPAS Y EVOLUCIÓN DE LAS DOS ZONAS.

LA SUBLEVACIÓN MILITAR
Aunque las reuniones conspirativas habían comenzado a finales de 1935, el triunfo electoral del Frente Popular precipitó en los cuarteles los preparativos de una insurrección armada antirrepublicana. Hay que recordar que, tras la victoria del Frente Popular, se suceden las ocupaciones incontroladas de tierras, se restablece el estatuto de autonomía de Cataluña y se inician los trámites para los estatutos del País Vasco y Galicia, todo ello de forma paralela a un progresivo deterioro del orden público. Según Calvo Sotelo, líder monárquico de derechas (Bloque Nacional), en los tres primeros meses de gobierno del Frente Popular, se producen más de 250 homicidios, la quema de 170 iglesias y casi 1300 heridos. Sólo faltaba el chispazo que encendiera el conflicto y, éste llegó el 12 de julio con el asesinato del Calvo Sotelo por los guardias de asalto (respuesta al asesinato del teniente de asalto Castillo por pistoleros falangistas).
Fue el general Mola, relegado por el gobierno a Pamplona –precisamente por ser sospechoso de golpismo- el responsable de la planificación del golpe (“el Director”). La participación de elementos civiles en la trama fue mínima, fue un golpe casi exclusivamente militar, donde éstos se reservaron en todo momento el protagonismo en la dirección y toma de decisiones. El objetivo de los conspiradores era derribar el régimen republicano mediante un golpe de fuerza rápido y rotundo y establecer un gobierno militar poco preciso y presidido por el general Sanjurjo, que en ese momento estaba refugiado en Portugal. Sin embargo, éste moriría a los pocos días de la sublevación en un accidente aéreo cuando se dirigía desde Portugal a Pamplona.
El 17 de julio se inicia el levantamiento en Melilla y en pocas horas se extiende a todo el protectorado español. El general Franco se sublevó en Canarias y, una vez controlada la situación, se dirigió en avión (el “Dragón Rapide”) a Tetuán, donde asumió el mando del ejército del norte de África, que era el cuerpo militar mejor preparado, entrenado y operativo de toda España y cuyos efectivos sumaban unos 50.000 hombres entre legionarios y mercenarios. El mismo 18 de julio se sublevaban otros jefes militares: Mola en Pamplona, Queipo de Llano en Sevilla, Goded en Mallorca, Cabanellas en Zaragoza.


  • El golpe de estado triunfó en Marruecos, Canarias, Baleares (excepto en Menorca), Galicia, Oviedo, Álava, Navarra, parte occidental de Aragón con sus tres capitales, Castilla la Vieja-León, Extremadura noroccidental y algunas ciudades andaluzas: Sevilla, Cádiz, Huelva, Córdoba y Granada. Ocupaba dos amplias regiones, al Sur y al Norte de la Península, además del control total del Norte de Africa y de las Baleares y Canarias.




  • El golpe fracasó en Madrid (rendición del Cuartel de la Montaña y del general insurrecto Fanjul), Asturias, Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Cataluña, Levante, Extremadura suroriental y la mayor parte de Castilla la Nueva y Andalucía. La zona republicana también estaba partida en dos, si bien el núcleo principal permanecía más aglutinado que el núcleo rebelde.


En la mañana del 21 el golpe había triunfado en 29 capitales de provincia, mientras que 21 permanecían leales al Gobierno; 14 millones de habitantes poblaban el territorio republicano y 11 en las regiones sublevadas. Del lado de la República quedaban las reservas de oro del Banco de España, las siderometalurgias vasca, asturiana y de Sagunto, las industrias catalanas, la rica agricultura mediterránea, el plomo de Linares, el mercurio de Almacén y las grandes capitales, excepto Sevilla. Los sublevados disponían de los trigales castellanos, del carbón aragonés, el ganado gallego y los vinos de mesa. El ejército quedó prácticamente dividido en dos partes similares teóricamente, pues en la práctica el sublevado siempre mostró mayor disciplina, mejores mandos y mayor abundancia de armamento. El ejército republicano carecía de oficiales superiores con experiencia y de suministro de armamento.

  • Los apoyos políticos a la sublevación: falangistas, carlistas (requetés), monárquicos alfonsinos, la mayoría de la CEDA y parte de la Lliga catalana. Entre los apoyos sociales: los grandes terratenientes y la alta burguesía que financiaron el golpe militar; además, los pequeños propietarios agrarios castellanos y casi todos los católicos.

  • La República contó con el apoyo de los republicanos, socialistas, comunistas, anarquistas, sindicatos obreros, del proletariado urbano, de los jornaleros y de la pequeña burguesía progresista.


El gobierno, ante las primeras y confusas noticias del alzamiento, tardó en reaccionar. Parecía como si no pudiera admitir que el levantamiento tuviese posibilidades de éxito. Casares Quiroga dimitió al no poder controlar la situación. Le sucedió momentáneamente Martín Barrio, que trató de negociar con Mola, pero este se negó. Fue sustituido por Giral, que decidió la entrega de armas a organizaciones sindicales y a los partidos proletarios, que formaron unidades de combate compuestas por voluntarios civiles denominadas milicias. Con estas fuerzas se frenó la insurrección militar durante las primeras semanas de la guerra. Surgieron comités revolucionarios populares en pueblos y ciudades, dirigidos en algunos casos por anarquistas y en otros por socialistas o comunistas, que controlaban la justicia y la política. Cada partido o sindicato tenía sus patrullas de control e incluso sus propias cárceles.
EL DESARROLLO DE LA GUERRA CIVIL

Durante el conflicto se sucedieron varias etapas cuya evolución estuvo ligada a la iniciativa de los sublevados:


  1. La “guerra de columnas” y la marcha hacia Madrid. Julio-noviembre de 1936.


Las operaciones militares del principio de la guerra dieron lugar a lo que se llamó “guerra de columnas”. Eran columnas de pocos efectivos (2.000-3.000 hombres), la mayoría de infantería, que, con camiones, se desplazaban por amplias zonas, sin un frente fijo, buscando llegar a las ciudades importantes u ocupar puntos estratégicos.
La toma de Madrid se convirtió en el objetivo principal de los sublevados. Franco, desde el sur, y Mola, desde el norte, se dirigieron hacia la capital:


  • El ejército de África, bajo el mando de Franco, cruzó el estrecho de Gibraltar con la colaboración de la aviación y la marina de Hitler y Mussolini, para unirse a los sublevados de Andalucía que estaban comandados por el general Queipo de Llano. Queipo de Llano ocupó el sudoeste de Andalucía y Franco se dirigió hacia Extremadura y el valle del Tajo, conquistó Badajoz (ejemplo de durísima represión con 4.000 ejecuciones “ejemplarizantes”), Talavera de la Reina y Toledo, liberando la guarnición rebelde de dicha ciudad que se había hecho fuerte en el Alcázar (general Moscardó), quedando así unidas as dos zonas de la Península que dominaban los sublevados. La liberación del Alcázar de Toledo fue un grave error militar -pues permitió a los republicanos organizarse- pero, sin embargo, constituyó una magnifica propaganda para Franco, que se convirtió en el “salvador de España”.




  • Mola tomó Irún y San Sebastián y quedó retenido en Somosierra.




  1. La Batalla de Madrid. Noviembre de 1936-marzo de 1937


Los sublevados se encontraron con una inesperada resistencia en Madrid. El gobierno republicano se había trasladado a Valencia y Madrid quedó bajo una improvisada Junta de Defensa, presidida por el general Miaja. Las milicias populares, con la ayuda de las brigadas internacionales frenaron a los insurrectos. El lema “no pasarán” se hizo célebre. Franco intentó un primer ataque frontal a la altura de la Ciudad Universitaria, ante el fracaso, optó por maniobras envolventes, de cara a rodear y aislar la ciudad. Las victorias republicanas del Jarama y Guadalajara hicieron fracasar también esta nueva estrategia. El resultado final en tablas hizo que este frente quedara estabilizado hasta el final de la guerra.


  1. La Campaña del Norte. Marzo-octubre de 1937


Franco cambió de estrategia y decidió atacar el territorio republicano del norte. Primero se ocupó de Vizcaya, cayendo Bilbao en junio del 37 (a pesar del “cinturón de hierro”, trincheras construidas con hormigón armado), después Santander y por último Asturias. Durante esta campaña tuvo lugar el “bombardeo de Guernica” por la Legión Cóndor alemana, en abril de 1937, ensayando un sistema de “guerra total”, muy utilizado después en la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose este hecho en un símbolo de la barbarie fascista, capaz de masacrar sin necesidad a la población civil.
Mientras, los republicanos, y para que Franco se viera obligado a retirar tropas del norte, llevan a cabo dos fuertes ofensivas: una en Brunete (Madrid) y otra en Belchite (Zaragoza), ambas fracasaron.
Conquistado el norte, Franco pone en el Mediterráneo su siguiente objetivo.


  1. La Batalla de Teruel y la ruptura del frente de Aragón. Noviembre de 1937-abril de 1938


Etapa que se desarrolla bajo las inclemencias de un durísimo invierno. Tras la conquista del norte, los republicanos sospecharon de un nuevo intento de Franco de tomar Madrid y, tomando la iniciativa, atacaron y conquistaron la ciudad de Teruel para la República. Franco aceptó el reto, recuperó Teruel y, en abril, llegó a Vinaroz (Castellón), con lo que el territorio republicano quedó dividido en dos y Cataluña aislada.


  1. La Batalla del Ebro y la caída de Cataluña. Abril de 1938-febrero de 1939


Ante la sorpresa de todos, el ejército republicano lanza una audaz ofensiva, diseñada por el general Vicente Rojo, en el frente del Ebro, con el objetivo de unir de nuevo sus territorios y prolongar la resistencia, a la espera de que estallase una nueva guerra en Europa, entre Hitler y las democracias, que pudiese cambiar el curso de la contienda en España.
La batalla del Ebro (de julio a noviembre de 1938) fue la más sangrienta de toda la guerra –se saldó con un elevado número de muertos: 100.000- y supuso, la derrota casi definitiva del ejército republicano. El desenlace final parecía claro.
En diciembre de 1938 el ejército franquista inicia la ofensiva contra Cataluña, que culmina en febrero de 1939


  1. El final de la guerra. Marzo de 1939


Las diferencias internas entre los republicanos se hacen patentes, unos eran partidarios de la resistencia a ultranza (Negrín), y otros se mostraban favorables a intentar negociar la paz (Besteiro y Miaja). El coronel Casado, el 5 de marzo de 1939, protagoniza un golpe de Estado e intenta llegar a un acuerdo para lograr una paz sin represalias con Franco, pero éste quería una rendición incondicional.
Madrid cae el 28 de marzo de 1939 y el 30 del mismo mes Alicante, en donde estaban concentrados los últimos republicanos en un intento desesperado de huir. La guerra había terminado. Como reconoció el general Vicente Rojo: “Franco ha vencido por nuestros errores”. El 1 de abril el general Franco firmó el último y breve parte de guerra.
EVOLUCIÓN POLÍTICA DE LAS DOS ZONAS DURANTE LA GUERRA CIVIL



  1. Evolución política en la zona republicana


Como ya se ha apuntado, la sublevación militar supuso la inicial desarticulación del Estado republicano que perdió el control de la situación y dejó un vacío de poder. Fueron las organizaciones sindicales y los partidos obreros, con sus comités revolucionarios, los que ejercieron realmente el poder.
La pérdida de control de la situación por parte de las autoridades legales de la República hizo que se desencadenara un dura e indiscriminada represión (“el terror rojo”) por grupos radicales incontrolados, contra políticos y personas sospechosas de colaborar con los rebeldes o simplemente de simpatizar con las derechas. Fue especialmente dura la represión contra la Iglesia, cerca de 7.000 clérigos fueron asesinados y los incendios de iglesias se convirtieron en hechos cotidianos. Estas acciones afectaron negativamente a la imagen de la República, y el gobierno se vio impotente para controlarlas y detenerlas. Muchos asesinatos, en realidad no tuvieron una motivación política, sino que fueron simples ajustes de cuentas. Esta dura represión fue disminuyendo a partir de 1937. Pero previamente habían tenido lugar las ejecuciones de Goded y Banjul y del fundador de la Falange, Jose Antonio Primo de Rivera. También tuvieron lugar las tristemente célebres matanzas de Paracuellos del Jarama y Torrejón de Ardoz, cuando, detenidos en diferentes cárceles de Madrid, y con el pretexto de ser trasladados a Valencia, fueron desviados a Paracuellos y Torrejón y allí fusilados.
Además, asistiremos a una auténtica revolución social. Durante los primeros meses se suceden las incautaciones, intervenciones y colectivizaciones de propiedades privadas y del clero, de servicios públicos, de tierras, tanto, grandes propiedades como medianas y pequeñas, e industrias. Mientras el gobierno se limitaba a ratificar legalmente los hechos consumados.
Pronto surgen divergencias internas entre los defensores de la República:


  • La mayoría de los socialistas y los comunistas eran partidarios de ganar la guerra y dejar la revolución para más adelante. Pensaban que el desarrollo de la revolución dificultaría la victoria. Defendían la reconstrucción del Estado, el restablecimiento del orden y la organización de un ejército disciplinado. Defendían la pequeña y mediana propiedad.

  • Los anarquistas y socialistas radicales defendían “revolución y guerra al mismo tiempo” y emprendieron la inmediata colectivización de tierras y fábricas.


Estas diferencias llevarán en alguna ocasión a enfrentamientos directos con armas entre anarquistas y comunistas, como el que tendrá lugar en las calles de Barcelona en mayo de 1937.
Francisco Largo Caballero, socialista, fue nombrado nuevo presidente de gobierno en septiembre de 1936, hasta mayo de 1937, y formó gobierno de coalición integrado por todas las fuerzas del Frente Popular (socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas, además de nacionalistas vascos y catalanes). Durante su mandato el gobierno se traslada a Valencia. Entre las medidas tomadas destacan:


  • La legalización de las incautaciones de tierras. Mientras la Generalitat legalizaba las colectivizaciones de empresas industriales en Cataluña.

  • Se decretó la militarización de las milicias, el ejército se organizó en torno a brigadas mixtas de soldados regulares y milicias.

  • Se crearon tribunales populares de justicia para contener la represión indiscriminada.


En mayo de 1937, tras los sucesos de Barcelona, Largo Caballero dimite y el socialista Juan Negrín será el nuevo presidente de un gobierno con mayoría de ministros del PSOE. Compartía la tesis de los comunistas de que la máxima prioridad era ganar la guerra. Los comunistas cada vez fueron adquiriendo mayor influencia e importancia por la ayuda que la URSS prestaba a la República. Procuró frenar las colectivizaciones, recuperar el poder del Estado y reducir el poder obrero y reforzar la disciplina del ejército.
A partir de marzo de 1938, momento en que las tropas de Franco llegaron al Mediterráneo y dividieron en dos la zona republicana, surgieron de nuevo dos posturas enfrentadas. Mientras la postura oficial, representada por Negrín y apoyada por el PCE y parte del PSOE, defendían la resistencia a ultranza, confiaban que si estallaba el conflicto europeo, se terminaría el aislamiento del gobierno republicano español; algunos dirigentes anarquistas y socialistas empezaron a hablar de la necesidad de negociar ante la perspectiva de la segura derrota.
Los acontecimientos internacionales: el Pacto de Munich en septiembre de 1938, la retirada de las Brigadas Internacionales, la disminución de la ayuda soviética; y los internos, como la caída de Cataluña, reforzaron la idea de que la guerra estaba perdida. Así, en marzo de 1939, el coronel republicano Casado, protagoniza un golpe de Estado, y desaloja del poder a Negrín con la intención de negociar la paz. La esperanza de negociar con Franco se disipó inmediatamente, al exigir éste la rendición incondicional.
El 28 cae Madrid, tras tomar Valencia y Alicante, el 1 de abril una comunicación oficial declaraba el final de la guerra.


  1. Evolución política en la España ocupada por los sublevados


En un principio, los sublevados carecían de un proyecto político definido. Establecen en Burgos la Junta de Defensa Nacional, presidida por el general Miguel Cabanellas y ante la necesidad de unificar el mando de las tropas para garantizar la estrategia de la guerra, en septiembre de 1936, se reunieron los principales mandos militares y eligieron en votación, de manera informal y heterodoxa al general Francisco Franco para ostentar un único mando militar y político con los títulos de Generalísimo de los ejércitos y jefe del gobierno del Estado español. La Junta de Defensa Nacional se transformó en Unta Técnica de Estado, formada por siete comisiones que se asemejaban a los ministerios tradicionales, de carácter consultivo. En adelante, el Caudillo, como le empieza a denominar la maquinaria propagandística del bando nacional, establece una dictadura personal basada en un régimen militar.
Las primeras disposiciones adoptadas por los sublevados fueron las siguientes:


  • Anulación de la Ley Agraria mediante la devolución de todas las fincas expropiadas.

  • Prohibición de los partidos políticos y sindicatos, lo que significaba el fin de la libertad de asociación.

  • Creación en abril de 1937, de un partido único, mediante el Decreto de Unificación (por el que se fusionaban todas las organizaciones políticas adeptas en una sola), sometido al Estado y denominado Falange Española Tradicionalista y de las Jons, cuya jefatura fue asumida por el general Franco. Los pocos dirigentes carlistas (Fal Conde) o falangistas (Hedilla) que se resistieron a esta forzosa unificación fueron silenciados o encarcelados. Esta fuerza política aportó al nuevo Estado sus símbolos (el yugo y las flechas), canciones (“cara al sol”), vestuario (boina roja y camisa azul) y saludos (brazo en alto con la mano abierta y extendida).

  • Supresión del derecho de huelga y declaración de la misma como un delito grave contra la patria.

  • Anulación de la libertad de expresión y establecimiento de la completa censura de todo tipo de publicaciones escritas y prensa.

  • Abolición de los estatutos de autonomías regionales.


En la zona sublevada se desarrolló el llamado “terror blanco”. El terror se sustanció igualmente en ejecuciones individuales (Garcia Lorca) o en matanzas colectivas (las matanzas de Badajoz). Se ejecutaron a políticos, militares, masones, profesores, maestros, intelectuales, artistas y a todo sospechoso de apoyar a la República.
Por último, hemos de señalar el apoyo de la Iglesia española a los sublevados. El 1 de julio de 1937, cuarenta y ocho obispos publicaron un documento a favor del alzamiento militar, que obtenía de esta manera una legitimidad de la que carecía por completo. En lo sucesivo, la guerra se presentó como una “cruzada religiosa”, en defensa de la fe y contra el comunismo ateo de la República. El nuevo Estado se establece como un estado confesional, se retorna a la subvención estatal de la iglesia, se anula el divorcio y el matrimonio civil y gran parte de la educación vuelve a manos del clero. Se establece lo que vino a llamarse “Nacional-catolicismo”.


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