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Más allá de la creencia Nos damos cuenta de que la vida es desagradable, dolorosa, triste; deseamos alguna clase de teoría, alguna clase de especulación o satisfacción, alguna clase de doctrina que explique todo esto, y así quedamos atrapados en explicaciones, palabras, teorías, y gradualmente las creencias echan raíces muy profundas y se vuelven inconmovibles, porque detrás de esas creencias, de esos dogmas, está el miedo constante a lo desconocido. Pero jamás miramos ese miedo; le volvemos la espalda. Cuanto más fuertes son las creencias, más fuertes los dogmas. Y cuando examinamos estas creencias: la cristiana, la hindú, la budista, etcétera, encontramos que dividen a la gente. Cada dogma, cada creencia tiene una serie de rituales, de compulsiones que atan y separan a los seres humanos. De modo que empezamos una indagación para averiguar qué es lo verdadero, cuál es el significado de esta desdicha, de esta lucha, de este dolor; y pronto quedamos atrapados en creencias, rituales, teorías. La creencia es corrupción, porque detrás de la creencia y la moralidad se esconde la mente, el «yo» el «yo» que se vuelve cada vez más grande, poderoso y fuerte-. Consideramos que la creencia en Dios, la creencia en algo, es religión. Pensamos que creer es ser religioso. ¿Comprende? Si no creemos, se nos considerará ateos, seremos condenados por la sociedad. Una sociedad condenará a los que creen en Dios, y otra sociedad condenará a los que no creen. Ambas son la misma cosa. Así pues, la religión se vuelve una cuestión de creencia; y la creencia actúa y ejerce su influencia sobre la mente. De ese modo la mente jamás puede ser libre. Pero sólo en libertad podemos descubrir qué es lo verdadero, qué es Dios; no podemos hacerlo mediante ninguna creencia, porque nuestra creencia misma proyecta lo que pensamos que debe ser Dios, lo que pensamos que debe ser la verdad. 11 DE FEBRERO OCK - Vol. VII La pantalla de la creencia Usted cree en Dios y otro no cree en Dios, de modo que las creencias de ustedes los separan. En todo el mundo la creencia está organizada como hinduismo, budismo o cristianismo, así divide a los hombres. Estamos confundidos, y pensamos que mediante la creencia aclararemos la confusión; es decir, la creencia se superpone a la confusión y esperamos que, con eso, la confusión se despejará. Pero la creencia no es sino un modo de escapar del hecho de la confusión no nos ayuda a aprontar y comprender el hecho, sino a escapar de la contusión en que nos encontramos. Para comprender la contusión, no es necesaria la creencia; ésta sólo actúa como una pantalla entre nosotros y nuestros problemas. Por eso la religión, que es una creencia organizada, se convierte en un medio para escapar de lo que es, del hecho de la confusión. El hombre que cree en Dios, el que cree en el más allá, o aquel que tiene alguna otra forma de creencia, está escapando de un hecho: el hecho de lo que él es. ¿Acaso no conocemos a esas personas que creen en Dios, que practican puja, que repiten ciertos cantos y ciertas palabras, y que en su vida cotidiana son dominadoras, crueles, ambiciosas, tramposas, deshonestas? ¿Encontrarán ellas a Dios? Están verdaderamente buscando a Dios? ¿Puede encontrarse a Dios mediante la repetición de palabras, mediante la creencia? Sin embargo, tales personas creen en Dios, adoran a Dios, van al templo todos los días, lo hacen todo para eludir el hecho de lo que son; y a esas personas las consideramos respetables, porque esas personas somos nosotros mismos. 12 DE FEBRERO OCK- Vol. VI Enfrentarse a la vida de un modo nuevo Según me parece, una de las cosas que la mayoría de nosotros acepta ansiosamente y da por sentada es la cuestión de las creencias. No estoy atacando las creencias. Lo que tratamos de hacer es averiguar por qué las aceptamos. Y si pudiéramos entender los motivos, las causas de la aceptación, quizá seríamos capaces no sólo de comprenderlas, sino también de liberarnos de ellas. Uno puede ver cómo las creencias políticas, religiosas, nacionales, y otros tipos diversos de creencias, separan de hecho a los seres humanos, generan conflicto, contusión y antagonismo, lo cual es obvio; sin embargo, no estamos dispuestos a abandonarlas. Está la creencia hindú, la creencia budista, la cristiana... innumerables creencias sectarias y nacionales, diversas ideologías políticas, todas rivalizando entre sí, tratando cada una de convertir a las otras. Es evidente, todos podemos verlo, que la creencia separa a las personas y crea intolerancia. ¿Es posible vivir sin creencias? Eso podemos descubrirlo sólo si somos capaces de estudiarnos a nosotros mismos en relación con una creencia. ¿Es, entonces, posible vivir en este mundo y no tener creencia alguna? No cambiar de creencias, no sustituir una creencia por otra, sino estar enteramente libres de todas las creencias, a fin de que nos enfrentemos a la vida de un modo nuevo a cada instante. Esto, después de todo, es la verdad: ser capaces de afrontarlo todo de una manera nueva, afrontarlo de instante en instante sin la reacción condicionadora del pasado, de modo tal que no exista el efecto acumulativo que actúa como una barrera entre uno mismo y lo que es. 13 DE FEBRERO LPU La creencia impide la verdadera comprensión Si no tuviéramos ninguna creencia, ¿qué nos sucedería? ¿No estaríamos muy asustados de lo que podría pasar? Si no tuviéramos un modelo de acción basado en una creencia ya sea en Dios, en el comunismo, en el socialismo en el imperialismo, o en alguna fórmula religiosa, en algún dogma al cual estamos condicionados-, nos sentiríamos totalmente perdidos, ¿no es así? Y esta aceptación de una creencia, ¿no es un modo de disimular ese miedo, el miedo de ser realmente nada, el miedo al vacío? Después de todo, una copa es útil cuando está vacía; y una mente llena de creencias, dogmas, afirmaciones, citas, es de hecho una mente que carece de creatividad; es una mente tan sólo repetitiva. El escapar de ese miedo, miedo al vacío, a la soledad, al estancamiento, miedo de no alcanzar la meta, de no triunfar, de no obtener lo que queremos, de no ser o de no llegar a ser esto o aquello, es seguramente una de las razones por las que aceptamos tan ansiosa y ávidamente las creencias, ¿verdad? Ahora bien, mediante la aceptación de una creencia, ¿nos comprendemos a nosotros mismos? Todo lo contrario. Una creencia, religiosa o política, impide que nos comprendamos a nosotros mismos. Actúa como una pantalla a través de la cual nos miramos. ¿Podemos, pues, mirarnos sin las creencias? Si eliminamos estas creencias, las numerosas creencias que tenemos, ¿nos queda algo para mirar? Si no tenemos creencias con las que la mente se haya identificado, entonces la mente, sin identificación alguna, es capaz de mirarse y verse tal como es; eso constituye, por cierto, el principio de la comprensión de uno mismo. 14 DE FEBRERO LDU Observación directa ¿Por qué las ideas arraigan en nuestras mentes? ¿Por qué no se vuelven sumamente importantes los hechos, no las ideas? ¿Por qué llegan a ser tan significativas las teorías, los conceptos, y no el hecho? ¿Es, acaso, porque no podemos comprender el hecho, porque nos falta la capacidad de enfrentarnos a él, o porque nos atemoriza hacerlo? Así pues, las ideas, las especulaciones, las teorías, son recursos para escapar del hecho... Uno puede huir, puede hacer toda clase de cosas, los hechos están ahí: el hecho de que uno es irascible, el hecho de que es ambicioso, el hecho de que es sensual, muchísimas cosas. Podrá reprimir los hechos, transmutarlos que es otra forma de represión-, controlarlos, pero todos esos hechos fueron reprimidos, controlados, disciplinados con ideas [...]. ¿No desperdician nuestra energía las ideas? No embotan la mente? Uno podrá ser hábil en especulaciones mentales, en citas, pero la mente que apela a las citas es una mente embotada; ha leído muchísimo y cita. ... Uno elimina de un solo golpe el conflicto de lo opuesto, si vive con el hecho y, por lo tanto, libera la energía para enfrentarse al hecho. Para la mayoría de nosotros, la contradicción es un campo extraordinario en el que la mente queda atrapada. Quiero hacer esto, y hago algo por completo diferente; pero si me enfrento al hecho de querer hacer esto, no hay contradicción alguna; en consecuencia, de un solo golpe he abolido íntegramente todo sentido de lo opuesto, y mi mente está entonces interesada por completo en lo que es y en la comprensión de lo que es. 15 DE FEBRERO OCK- Vol. XIII Acción sin idea Sólo cuando la mente está libre de la idea puede haber una experiencia directa. Las ideas no son la verdad; y la verdad es algo que debe ser experimentado directamente, de instante en instante. No se trata de una experiencia que deseamos, la cual sería entonces mera sensación. Sólo cuando uno puede ir más allá del haz de las ideas que es el «yo», que es la mente, que tiene una continuidad parcial o completa-, sólo cuando uno puede trascender todo eso y el pensamiento está absolutamente silencioso, hay un estado en que se experimenta de manera directa. En ese estado sabrá uno qué es la verdad. 16 DE FEBRERO LPU Acción sin el proceso del pensamiento ¿Qué entendemos por idea? Ciertamente, la idea es el proceso del pensamiento. ¿No es así? Es un proceso de la mente, del pensar; y el pensar es siempre una reacción, ya sea de lo consciente o de lo inconsciente. El pensar es un proceso de verbalización, la cual es un resultado de la memoria; el pensar es un proceso del tiempo. De este modo, que, cuando la acción está basada en el proceso del pensar, tal acción debe estar, inevitablemente, condicionada, aislada: la idea debe oponerse a la idea, la idea debe ser dominada por la idea. Hay un intervalo, entonces, entre la acción y la idea, estamos tratando de descubrir si es posible una acción sin la idea. Vemos cómo la idea separa a las personas. Como ya lo he explicado, el conocimiento y la creencia son, esencialmente, cualidades separativas. Las creencias jamás unen a la gente, siempre la separan; cuando la acción se basa en una creencia o en una idea o en un ideal, tal acción debe, por fuerza, estar aislada, fragmentada. ¿Es posible actuar sin el proceso del pensamiento, siendo el pensamiento un proceso del tiempo, un proceso de cálculo, de autoprotección, de creencia, rechazo, condena, justificación? Por cierto, a usted debe habérsele ocurrido, igual que a mí, preguntarse si la acción es de algún modo posible sin la idea. 17 DE FEBRERO OCK - Vol. VI Las ideas, ¿limitan la acción? ¿Pueden alguna vez las ideas dar origen a la acción, o las ideas tan sólo moldean el pensamiento y, por ende, limitan la acción? Cuando la acción es impuesta por una idea, la acción jamás puede liberar al hombre. Es extraordinariamente importante para nosotros comprender este punto. Si una idea formula la acción, entonces la acción jamás puede traer consigo la solución de nuestras desdichas, ya que, antes de que esa acción pueda ponerse en movimiento, primero tenemos que descubrir cómo surge la idea. 18 DE FEBRERO LDU La ideología obstaculiza la acción El mundo está siempre próximo a una catástrofe. Pero ahora parece estar más próximo. Al ver esta catástrofe que se acerca, la mayoría de nosotros busca refugiarse en una idea. Pensamos que esta catástrofe, esta crisis, puede ser resuelta por una ideología. La ideología es siempre un impedimento para la relación directa, lo cual obstaculiza la acción. Queremos paz sólo como una idea, no como un hecho. Deseamos la paz en el nivel verbal, o sea, solamente en el nivel del pensar, aunque lo llamemos orgullosamente el nivel intelectual. Pero la palabra paz no es la paz. Sólo podrá haber paz cuando cese la contusión que generan unos y otros. Estamos apegados al mundo de las ideas y no a la paz. Vamos en busca de nuevos modelos sociales y políticos y no en busca de la paz. Nos ocupamos de conciliar los efectos y no de desechar la causa de la guerra. Esta búsqueda traerá sólo respuestas condicionadas por el pasado. Estas respuestas condicionadas son lo que llamamos conocimiento, experiencia; y los nuevos hechos cambiantes son traducidos, interpretados de acuerdo con este conocimiento. De modo que hay conflicto entre lo que es y la experiencia que ha sido. El pasado, que es conocimiento, debe estar siempre en conflicto con el hecho, el cual se halla siempre en el presente. Así pues, esta búsqueda no resolverá el problema sino que perpetuará las condiciones que han creado el problema. 19 DE FEBRERO OCK Vol. VI Una acción sin ideación alguna La idea es el resultado del proceso del pensamiento, el proceso del pensamiento es la respuesta de la memoria, y la memoria está siempre condicionada. La memoria, que se halla permanentemente en el pasado, es reavivada en el presente por medio de un reto. La memoria no tiene vida en sí misma cobra vida en el presente cuando debe enfrentarse a un reto. Y toda la memoria, latente o activa, está condicionada, ¿no es así? En consecuencia, tiene que haber un enfoque por completo diferente. Usted tiene que descubrir por sí mismo, internamente, si está actuando basado en una idea, y si puede haber una acción sin ideación alguna. 20 DE FEBRERO LPU Actuar sin la idea es el camino del amor El pensamiento debe estar siempre limitado por el pensador, quien se halla condicionado; se halla condicionado siempre, jamás es libre. Cuando surge el pensamiento, de inmediato sigue la idea. La idea, a fin de poder actuar, está forzada a crear más confusión. Sabiendo todo esto, ¿es posible actuar sin la idea? Sí, ése es el camino del amor. El amor no es una idea, no es una sensación, no es un recuerdo; el amor no es un sentimiento de postergación, un recurso autoprotector. Sólo podemos conocer el camino del amor cuando comprendemos todo el proceso de la idea. ¿Es posible, entonces, abandonar todos los otros caminos y conocer el camino del amor, que es la única salvación? Ningún otro camino, político o religioso, resolverá el problema. Esto no es una teoría que usted deba considerar y adoptar en su vida; tiene que ser algo real. ... Cuando uno ama, ¿existe la idea? No acepte esto; simplemente mírelo, examínelo, investíguelo a fondo. Hemos probado todos los otros caminos, y en ellos no hay respuesta para nuestra desdicha. Los políticos pueden prometer esa respuesta; las así llamadas organizaciones religiosas pueden prometer la felicidad futura; pero esa felicidad no la tenemos ahora, y el futuro tiene relativamente poca importancia cuando estoy hambriento. Hemos ensayado todos los otros caminos; pero el camino del amor sólo podemos conocerlo si conocemos el camino de la idea y abandonamos la idea, lo cual implica actuar. 21 DE FEBRERO OCK - Vol. VI El conflicto de los opuestos Me pregunto si hay tal cosa como el mal. Por favor, preste atención, acompáñeme, investiguemos juntos. Decimos que existen el bien y el mal. Hay envidia y amor, y afirmamos que la envidia es mala y el amor es bueno. ¿Por qué dividimos la vida llamando «bien» a esto y «mal» a aquello, creando de ese modo el conflicto de los opuestos? No es que no haya envidia, odio, brutalidad en la mente y el corazón humanos, ausencia de compasión, de amor, pero ¿por qué dividimos la vida en la cosa llamada «bien» y la cosa llamada «mal»? ¿No existe, en realidad, una sola cosa, que es una mente inatenta? Por cierto, cuando hay atención total, es decir cuando la mente está por completo atenta, alerta, vigilante, no existen cosas tales como el mal o el bien; sólo hay un estado lúcido, despierto. La bondad no es, entonces, una cualidad del ser, no es una virtud; es un estado de amor. Cuando hay amor, no hay bien ni mal, sólo hay amor. Cuando uno ama verdaderamente a alguien, no piensa en el bien o el mal, todo su ser está lleno de ese amor. Sólo cuando se termina la atención completa, cuando cesa el amor, surge el conflicto entre lo que soy y lo que debería ser. En este caso, aquello que soy es malo, y lo que debería ser es lo que llamo bueno. ... Observe su propia mente y verá que en el instante en que deja de pensar en términos de llegar a ser alguna cosa hay una cesación de la actividad, cesación que no es estancamiento; es un estado de atención total, el cual es bondad. 22 DE FEBRERO OCK - Vol. VIII |